Terminó un capítulo importante de la vida de Messi (el 2021 quizás traiga el final en Barcelona). Con fastidio, dolor, tristeza y contra su voluntad se queda en el club y en la ciudad que lo hizo prócer. Para la tribuna “retrocedió en ojotas” y ni siquiera se las sacó para la entrevista más vista del mundo.
Esta vez no hubo “cara de poker”, como muchos dicen cada vez que Messi gana o pierde. Esta vez se mostró tal como se siente, incómodo, lejos de esa felicidad que tantas veces vivió en su Barcelona. La entrevista que le concedió al sitio web goal.com fue el final de un capítulo que se abrió el 25 de agosto, cuando el mundo dejaba de hablar de coronavirus por unas horas y miraba con asombro el portazo que pegaba Lionel Messi en el club catalán.
De aquel famoso burofax, al que Messi hace referencia en la última parte de la entrevista (“mandar el burofax era hacer oficial que me quería ir”), apenas pasaron diez días. En esos días el Barcelona mandó algunas señales, todas apuntaban a retener al ídolo. Mientras tanto el planeta fútbol hablaba del regreso de la dupla Guardiola-Messi en Inglaterra. Pero la historia comenzó a resolverse como siempre sucedió en el entorno del argentino, con la familia. El miércoles llegó Jorge Messi a España y en breves declaraciones dijo que la continuidad de Lionel iba a estar “complicada”. El padre, en representación de su hijo, se puso cara a cara con la dirigencia del Barcelona y en menos de 48 horas se resolvió todo.
Decilo, Lionel, decilo
Todavía faltaba la palabra del protagonista. Hoy, viernes 4 de septiembre a las 13.23 (hora Argentina), se puso al aire la entrevista que mostraría la postura y el estado de ánimo del futbolista. Se queda, pero esta frase dice mucho: “Ahora voy a seguir en el club porque el presidente me dijo que la única manera de marcharme era pagar la cláusula de 700 millones, que eso es imposible, y que luego había otra manera que era ir a juicio. Yo no iría a juicio contra el Barça nunca porque es el club que amo”.
Dolido, molesto y a desgano, así se mostraba palabra tras palabra. En ese contexto hay frases que ya le hacen mucho ruido al planeta Barcelona: “Le dije al club, sobre todo, al presidente, que me quería ir. Se lo llevo diciendo todo el año. Creía que era el momento de dar un paso al costado. Creía que el club necesitaba más gente joven, gente nueva y pensaba que se había terminado mi etapa en Barcelona. Se lo dije al presidente y bueno, el presidente siempre dijo que yo al final de temporada podía decidir si me quería ir o si me quería quedar y al final no terminó cumpliendo su palabra”.
Y hay una explicación que va con un palazo incluido: “Yo pensaba y estábamos seguros que quedaba libre, el presidente siempre dijo que a final de temporada yo podía decidir si me quedaba o no y ahora se agarran a que no lo dije antes del 10 de junio cuando resulta que el 10 de junio estábamos compitiendo por la Liga en mitad del virus este de mierda y de esta enfermedad que alteró todas las fechas. Y este es el motivo por el que voy a seguir en el club”.
Messi quería exponer su bronca y se la mostró a todo el mundo: “No me sentí solo. Solo no. A mi lado han estado los que están siempre. Eso me basta y me fortalece. Pero sí me sentí dolido por cosas que escuché de la gente, del periodismo, de gente poniendo en duda mi barcelonismo y diciendo cosas que creo que no me merecía. También me sirvió para ver quién es quién. Este mundo del fútbol que es muy difícil y hay mucha gente muy falsa”.
Y hubo más para la directiva: “La verdad que hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas”.
La vida
El cambio, la mudanza, la vida en otra parte, la vida en otro idioma, la vida segura que se convierte en una apuesta. En esta frase Messi mostró una escena de la vida real, una que te puede pasar a vos: “Cuando le comuniqué esto a mi mujer y a mis hijos fue un drama bárbaro. Toda la familia llorando, mis hijos no querían irse de Barcelona, ni querían cambiar de colegio”.
De contra vale dos
No hay dudas que este partido lo ganó la directiva del Barcelona, los catalanes dejaron que los abogados jueguen por Lionel, se bancaron el gol en contra y cuando parecía que Jorge Messi llegaba al Camp Nou para liquidar la historia, se encontraron con una contra del presidente Josep María Bartomeu que fue demoledora. La Pulga quedó masticando bronca y como dice la tribuna, “tuvo que retroceder en ojotas”, y ni siquiera se las sacó para la entrevista.
Lionel se queda, quiso pegar el portazo y en Barcelona se la hicieron giratoria. Sí, se queda, pero no se olviden que en el medio de la entrevista dejó un titulazo: “En estos últimos años no encontré la felicidad”.