Se trata de Damián Iglesias, licenciado en Biotecnología por la Universidad Nacional del Litoral. Trabaja para la compañía mAbxience como parte de un equipo de más de 160 biotecnólogos, bioquímicos, biólogos, farmacéuticos y técnicos.
Damián Iglesias, licenciado en Biotecnología de la UNL, trabaja en el área de producción de la compañía mAbxience como parte de un equipo de más de 160 biotecnólogos, bioquímicos, biólogos, farmacéuticos y técnicos. Allí se fabricará la materia prima para más de 200 millones de dosis de una vacuna en desarrollo contra el Covid 19.
“Nunca en la historia sucedió que haya tanta colaboración internacional para encontrar una solución a un problema de salud. Esta experiencia puede ser un hito”, dice el licenciado en biotecnología sobre las investigaciones para desarrollar la vacuna contra el SARS-Cov-2. Lo cuenta desde Buenos Aires, donde se radicó en 2018, cuando entró a trabajar en mAbxience, unos meses después de obtener su título de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL.
Desde el área de producción de esa compañía del grupo Insud, el joven de 31 años es parte de la fabricación del principio activo de la vacuna contra el Covid 19, AZD1222, desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford. El proceso se completará en el laboratorio mexicano Liomont, a partir del acuerdo financiado principalmente por la Fundación Carlos Slim. Con ese trabajo, se espera proveer desde Argentina y México con más de 200 millones de dosis de la vacuna a todos los países de América Latina, exceptuando a Brasil. “Que hayan elegido a mAbxience no solo habla bien de la empresa, también reconoce lo que la ciencia argentina tiene para dar y a la universidad pública, donde nos formamos con la mayoría de mis compañeros y compañeras”, señala Iglesias.
“Conocía la empresa desde antes porque tiene mucho prestigio en el ámbito de la biotecnología. Sabía que era un lugar importante, pero nunca me imaginé ser parte de esto”. Iglesias reconoce que para lograr ese trabajo “contó la formación que recibí en la UNL”. Poder aplicar ahora lo que aprendió en sus años como estudiante “me permite valorar todavía más las herramientas que recibí durante mi formación”.
Transferencia y adecuaciones
La vacuna del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford es de las “indirectas” que se denominan de esa manera porque lo que usan como antígeno no es el virus que se quiere combatir atemperado. La fórmula que se empezará a producir en mAbxience usa otra estructura viral, un virus respiratorio que afecta a los chimpancés pero no tiene capacidad de replicarse en los seres humanos. Ese adenovirus se modifica genéticamente con el gen que codifica la proteína de la espiga del coronavirus. Lo que se produce al inyectar la vacuna –señala Damián Iglesias- es que el sistema inmunológico detecta el antígeno de la proteína de la espiga del coronavirus y produce anticuerpos contra esa proteína. Entonces, “si en algún momento nos ingresa el coronavirus por alguna infección, por contacto estrecho con alguien contagiado, nuestro sistema inmunológico va a detectar a la proteína del coronavirus en el propio virus activando la respuesta celular y la respuesta humoral con los anticuerpos de memoria que uno generó a partir de la vacuna”.
Para comenzar a producir la sustancia activa comenzó el proceso de transferencia tecnológica a mAbxience. Para dimensionar esta etapa, Iglesias señala que la empresa se había dedicado hasta ahora a la producción de anticuerpos monoclonales, que se utilizan para tratar algunos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide.
“Si bien contamos con la infraestructura necesaria para elaborar la materia prima de la vacuna, y esa es una de las razones por las que nos eligieron, hay que hacer ajustes porque es un producto distinto a los que realizamos habitualmente, especialmente en materia de bioseguridad, ya que lo que vamos a producir ahora son virus, que son básicamente lo que compone la vacuna”, explicó. Al mismo tiempo, se aceleró un proceso de expansión en la capacidad productiva, que si bien estaba previsto en la planta que la empresa inauguró en febrero, en Garín, se adelantó en el tiempo para responder a este desafío.
Todo este esfuerzo de recursos se realiza “a riesgo”, ya que la producción de la vacuna se pondrá en marcha mientras continúan los ensayos clínicos de fase 3, que son los que confirmarán si esta fórmula protege eficazmente contra el virus. Si se aprueba, el producto estará disponible casi de inmediato, para buscar el control de la pandemia, garantizando el acceso a la vacuna en América Latina y el Caribe. “Nosotros esperamos estar produciendo antes de fin de año. De todas maneras, hasta que pueda estar disponible para el público van a pasar algunos meses más. Todo depende del resultado de los ensayos clínicos, que lleva adelante AstraZeneca, y aún cuando sean positivos implican después una serie de procedimientos de aprobación para que pueda distribuirse”, explicó.