En los barrios Las Lomas y Santo Domingo, 55 artesanas qom crean productos con hoja de palma que son vendidos en el mercado nacional. El proyecto se sostiene a fuerza de voluntades, pero el abandono de los Estados a las comunidades originarias atenta con la búsqueda de autonomía de las artesanas y la expansión del emprendimiento.
En más de un coqueto showroom porteño se venden bolsos, carteras y objetos decorativos para el hogar realizados con hoja de palma. Son piezas de artesanía muy requeridas y valoradas. Para que esos objetos lleguen hasta Capital Federal y otros puntos del país, sus creadoras tienen que ponerlos en carros, arremangarse y salir de entre el barro y el agua desde el noroeste más abandonado de la ciudad de Santa Fe.
Las artesanas de la comunidad Qom de los barrios Las Lomas y Santo Domingo se organizan, a partir de la compra y producción colectiva, para crear diversos productos de hoja de palma que son vendidos en el mercado nacional.
Qom Alphi -la marca bajo la cual venden sus productos y que pronto será una cooperativa- surge en 2018 como una forma de reivindicar el trabajo de una comunidad de artesanas Qom, con el apoyo de la Mutual de Voluntarias de la provincia de Santa Fe. “Se trata de proyectos de abordaje territorial intercultural en comunidades vulnerables, donde se busca fortalecer los vínculos asociativos y encauzarlos a su formalización y sustentabilidad”, señalan desde la Mutual. La meta, indican, es “cooperar para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible: lograr la igualdad de género y empoderar a mujeres y niñas, reducir las desigualdades y asegurar patrones de consumo y producción sostenibles”.
Hablemos de meritocracia
La meritocracia, ese sistema-teoría-filosofía que predica que todo lo logrado por los individuos es por sus esfuerzos y méritos, se hace pedazos ante las condiciones de base con las cuales las personas encaramos nuestros proyectos vitales.
Esta semana las lluvias volvieron a la región y con ellas afloraron las condiciones desiguales en que vive la población santafesina. “Esta semana los pedidos concretados se vieron afectados por cuestiones vinculadas a desigualdades estructurales conocidas por las diferentes instancias de gobierno, porque si hay algo que hemos propuesto como grupo es construir diálogos propositivos y socializar, con aquellos que están en la gestión, todo lo que con base en el territorio conocemos”, señalaron desde la organización a través de las redes sociales de la Mutual, junto con dos fotos que grafican muy bien a lo que refieren las palabras: las artesanas debieron cargar sus productos en carros que intentaron sacar por las calles llenas de barro y agua.
“No obstante, pareciera que las gestiones se manejan en función de la salida fácil y que todo lo que se viene haciendo, respetando tiempos y procesos propios, es pisoteado por un ligero andar asistencialista. Poner los pies en la tierra, dejar de pensar desde arriba, pareciera un andar dificultoso para las gestiones”.
Poner los pies en el barro -literalmente- para resolver estas situaciones, es lo que exigen al Estado desde Qom Alphi para poder sostener un proyecto que comercializa a más de 60 clientas, efectuando envíos a más de 10 provincias y cuyas ventas garantizan a cada artesana entre 2000 y 4000 pesos semanales.
La vinculación directa que el grupo de mujeres -qom y criollas- tiene con los Estados provincial y municipal son el Instituto Provincial del Aborigen Santafesino y la Comisión Municipal de Asuntos Indígenas. “Si bien ambas instancias conocen del proyecto, ninguna ha sumado a la mesa de diálogo a las mujeres artesanas, tampoco ha propuesto medidas acordes a las formas de comercialización de las mujeres”, comenta Noelia Carrizo, integrante de la Mutual de Voluntarias.
“Por ejemplo, los espacios en ferias, a veces, implican desplazamiento de las mujeres con sus productos y también con algunos de sus niñes que tienen al cuidado, a veces sin saber si van a vender algo en todo el día, las condiciones climáticas a las que se exponen y las limitaciones producto de la pandemia que no garantizan estabilidad. Nosotras no desvalorizamos ninguna forma de comercialización, sino más bien apostamos a la diversidad: ferias, venta ambulante, venta por pedidos”, explica Carrizo.
Salir de la mirada paternalista del Estado, de quienes no conocen las condiciones y dinámicas de vida de las mujeres en la comunidad, es clave para lograr la autonomía del proyecto y de las artesanas. “Propusimos trabajar en conjunto porque entendemos que la feria es un espacio reducido, esto ha generado, en ocasiones, internas entre las artesanas, ya que los espacios de participación en stand y en cantidad de productos a vender es menor. Sería importante que las ventas se centralicen”, continúa Carrizo. “Propusimos al gobierno municipal un Consorcio así el reparto de compradores y ventas se genera en función de los núcleos familiares, teniendo en cuenta ingresos en función de cantidad de personas que integran las familias, evitando fomentar la competencia entre grupos o familias. En el esquema de trabajo de Qom Alphi, estas cuestiones son tenidas muy en cuenta, para no generar desigualdades y también para que todas las mujeres tengan iguales oportunidades de participación, allí todas opinan de cuánto va a valer un producto, por ejemplo, o se reparten los pedidos entre ellas”.
-¿Cuáles son los reclamos que le vienen haciendo al Estado para poder garantizar el funcionamiento de Qom Alphi?
-Entre los reclamos que efectuamos incluimos generar políticas de integración para los varones de la comunidad, ya que todas las tareas están recayendo sobre las mujeres, los ingresos familiares corresponden en su mayoría a los generados por ellas y creemos que hay que alivianar esas tareas, sino se producen sobrecargas injustas. También hemos manifestado que se avance en cuestiones estructurales, como las que tiene que ver con infraestructuras básicas y condiciones de acceso para la circulación y habitabilidad del barrio. No podemos tener a las artesanas acarreando los productos en medio de la lluvia, debido a la intransitabilidad de las calles. Entre los pedidos que hemos elevado, hablamos de un trabajo integral, tenemos datos relevados donde se evidencia la dificultad de los adultos semialfabetizados o no alfabetizados para ayudar a sus hijos con las tareas de la escuela. Nosotras no podemos cubrir todas esas áreas: educación, infraestructura, desocupación y violencia, son aspectos que el Estado conoce y no está abordando. Además entendemos que el abordaje de las políticas públicas debe ir más allá del mero reconocimiento cultural y evitar el sesgo productivista en sus propuestas. Las mujeres qom realizan tareas de cuidados comunitarios donde la artesanía es sólo una expresión de esas tareas que desde hace tiempo les permite sostener sus hogares. Gracias a una red de mujeres compradoras – artesanas – voluntarias (criollas y qom) el proyecto Qom Alphi junto a otras iniciativas de la sociedad civil hemos logrado visibilizarlas y sus artesanías tienen un alto valor y reconocimiento en todo el país. Los gobiernos tienen que generar propuestas que amplien derechos desde una perspectiva interseccional.
Trabajo en pandemia
El pasado 30 junio desde Qom Alphi difundieron una carta abierta ante la situación crítica que estaban viviendo las artesanas en medio de la pandemia.
“El primer mes de aislamiento social obligatorio fue un gran desafío para nosotras. El mismo fue restrictivo, debido a que la producción y comercialización se vio reducida, mientras tuvimos que soportar la discriminación que se ejerció por parte del sistema de salud hacia nuestra comunidad y la repercusión estigmatizante que algunos medios locales tuvieron al respecto”.
Coronavirus en Las Lomas y Santo Domingo: negligencia y discriminación
En otro tramo de la carta, comentan que: “Sin embargo, a medida que fueron pasando los meses, hemos desarrollado variadas alternativas de trabajo que han hecho posible no solo cumplir con las medidas de higiene y prevención exigidas, mantener en pie la comercialización y garantizar semanalmente un ingreso, sino generar nuevas instancias de autonomía como el desarrollo de huertas o responder a demandas burocráticas como la gestión del IFE y su correspondiente cobro. Cabe destacar que actualmente el proyecto se compone de más de 60 artesanas qom que se han ido sumando a medida que logramos mayor organización”.
En ese momento se encontraron con una dificultad clave: el cierre de la frontera entre Chaco y Santa Fe ante el avance de los contagios en la provincia vecina. Con esta medida, las artesanas vieron cortado el ingreso de su insumo básico para trabajar: la hoja de palma.
“Pedimos que desde la gestión se pueda resolver. La respuesta fue que en la frontera con Chaco el cruce era difícil por el Covid 19”, explica Carrizo. “Nosotras, en pos de soluciones, consultamos a una empresa de transporte de encomienda. La justificación que nos daban no era cierta, trajimos la palma sin problema y utilizando el fondo creado por el proyecto, con dinero juntado gracias a las clientas y artesanas. Ahí es cuando nos damos cuenta de que se resuelve lo que se quiere”.
Manos creadoras
Desde hace años, las comunidades tobas de la región viven de la venta de las artesanías que realizan con diferentes técnicas y materiales, como palma y barro. Estos productos son comercializados de forma informal, casa por casa, y en algunas ferias de la ciudad.
Con este proyecto se busca, en pocas palabras, poner en valor una técnica ancestral que por años ha sido la forma en la que las comunidades originarias siempre desplazadas, estigmatizadas, vulneradas, han encontrado su sustento económico.
Gracias al trabajo conjunto entre artesanas y voluntarias, los productos de Qom Alphi cuentan con una estrategia de comunicación, diseño y comercialización que ha expandido sus posibilidades de ventas y, en definitiva, de conseguir recursos que generen un mayor impacto en el desarrollo de sus vidas.
“Como organización social hemos generado un piso de ingresos que el mismo Estado, con sus intervenciones, atenta con destruir”, comentan. “Nos preguntamos si estas actitudes responden al desconocimiento del trabajo territorial previo o a un conjunto de políticas públicas paliativas que solo buscan perpetuar la exclusión de la comunidad. Hoy volvemos a reforzar el pedido: los reconocimientos y reivindicaciones culturales como políticas públicas son insuficientes por sí solas para garantizar acceso a derechos de las comunidades originarias”.
En aquella carta abierta publicada en junio, cerraban el texto con una serie de preguntas que apuntaban a esa intervención estatal siempre verticalista, paternalista y machista. Un enfoque que las mujeres que conforman Qom Alphi vienen intentando cambiar a fuerza de trabajo, del reconocimiento de su identidad originaria y de la creación, también, de una nueva conciencia donde la perspectiva de género y de derechos es clave.
“Es urgente poder hacernos escuchar: ¿por qué se pretende con la aplicación de políticas asistencialistas pensadas para la ciudadanía en general resolver demandas de grupos cuyas dinámicas son colectivas/comunitarias? ¿Por qué cada vez que hay que hablar de comunidad son los hombres los que interceden? ¿Por qué se sigue reproduciendo una matriz negadora del rol de las mujeres como centro neurálgico de la economía familiar qom? ¿Por qué se conforma la “interculturalidad” de la política santafesina con el diálogo entre criollos y las voces masculinas de la comunidad?”.