Octava edición del Festiclown en primavera con propuestas virtuales y la actuación de payasas de todo el mundo.
El VIII Festiclown en primavera llegó en el momento más complejo de la pandemia en Santa Fe. Para sostener uno de los festivales más lindos del país en su disciplina, llevó sus propuestas formativas a la virtualidad y se dispuso a revivir su trayectoria, con un toque de nostalgia, sí; pero sobre todo con el orgullo de reconocer lo andado.
El lunes 21 de septiembre comenzaron las actividades organizadas por el Centro Cultural Provincial Francisco Paco Urondo, dependiente del Ministerio de Cultura. Hasta el domingo 27 la grilla invita a revivir cada día una de las ediciones anteriores con registros audiovisuales que pueden encontrarse en las redes sociales y en el canal de Youtube del Centro Cultural.
Gracias a la distancia, se concreta por primera vez la participación de Pepa Plana, payasa catalana que hace historia en el juego del clown. Está programada para el jueves 24 a las 15 en Tres mujeres payasas. Tres visiones sobre el clown, una charla junto a la francesa Julia Moa Caprez y Julieta Daga, clown cordobesa, también referentas por su recorrido y su exploración del lenguaje.
Libertad para jugar
Julia Moa Caprez ya participó del Festiclown en la V edición con el aclamado espectáculo “Concierto para dos clowns” de Les Rois Vagabonds, su compañía. Ahora, vuelve a participar mientras está de gira -manda fotos con barbijo- en Quingey, una localidad francesa que también está junto a un río, el Loue. Antes de la charla, pudimos entrevistarla y conversar sobre la importancia de la figura de las payasas y la huella de las artistas en la disciplina.
La artista recupera a Gardi Hutter, Caroline Obin, Annie Fratellini y Catherine Germain entre las mujeres que nutrieron y profundizan su exploración en el clown. Celebra su suerte de niña que pudo encontrarse con artistas y payasas en circos tradicionales de Suiza y de Francia. A través de la propia construcción de su figura, reflexiona sobre el género como un espacio de posibilidades donde puede jugar con la libertad que buscaba desde la infancia.
Quien se aventura a ser clown nunca deja de construirse. Julia explica que en sus presentaciones “pasa muchas veces que el público duda de si soy hombre o mujer, por el vestuario, el maquillaje y porque dentro de las artes circenses soy portora”, y que la relación junto a su compañero, Igor Sellem, no es caricaturizada ni estereotipada.
En los últimos años se ven cada vez más portoras en las compañías. Una experiencia cercana fue Estrupendas, una troupe surgida de la Escuela Municipal de Artes Urbanas (Emau) de Rosario, integrada por acróbatas mujeres tanto en los roles de volantes como portoras. Ser portora implica mucha fuerza y no es necesariamente lo más divertido, pero la posición se abre a quien quiera porque ¿por qué no?
“Conozco mujeres que comparten esta sensación de que el clown no tiene género, también otras para quienes es muy importante presentarse como clown mujer, con una feminidad”, indica la clown. “Pienso en la belleza de que todo eso sea posible, todavía tenemos mucho camino para aceptar que hay de todo y que no es necesaria la polarización. Creo que en el arte del clown hay mucho espacio para todos los sentimientos”, reflexiona.
Por su parte, Julieta Daga participa desde Córdoba capital, donde vive. Es una habitué enamorada del Festiclown y responde a la entrevista “con una perspectiva deseante por descentralizar los espacios que legitiman a las prácticas y marcan las tendencias generando nuevos otros, más diversos, periféricos e irreverentes”.
Cuenta que, en la inquietud por crecer en el lenguaje, encontrarse con mujeres payasas la ha alimentado y ha potenciado corredores de trabajo. “Me ha llevado a pensar en el humor, en la risa, en el llanto desde una perspectiva otra, indagar en otras sensualidades, en otros desconciertos, en otras lógicas, correrme de algunas fronteras que de alguna manera condicionan nuestro reír: buscar cortocircuitos”, dice sobre su mirada atenta hacia las colegas.
Julieta historiza sobre el peso del patriarcado, presente en el clown como en todos lados, en la tradición payasa: “Se ha dicho mucho que la mujer no hace reír tanto como el varón, que el humor de la mujer ronda alrededor de los desórdenes amorosos, su excesiva ‘sensibilidad’, lo doméstico, etc, etc. Creo que hoy estamos en otro lugar y estamos tomando el protagonismo en otros discursos, vamos pudiendo empatar en posibilidades de acceso, falta...pero estamos en eso”, afirma.
Ronda Payasa
Otra de las actividades propuestas on line fue la Ronda Payasa, un conversatorio junto a doce artistas locales que han pasado por las distintas ediciones del encuentro como clowns y junto a sus elencos. Raúl Kreig, Ulises Bechis (La Gorda Azul), Silvia Nerbutti (La Tramoya), Tuti Nuñez, Mónica Álvarez, Daniela Cometto, Francisco Dalmasso, Lucila Gunno, Natalia Fessia, Fabrice Gautheron (Fanfarria Ambulante), Oriana Ferrero (Máscara Demoño) y Cecilia Piccioni (Hijos de la Pavota) participaron del panel, coordinado por Malena Bravo, el miércoles 23.
Entre les convocades, Natalia Fessia es una de las que está desde los inicios en la fiesta de apertura, las narices rojas y los entretelones del Festiclown. Como protagonista, hace su propia historización del Festival y la cuestión de género: “A lo largo de estos años fuimos ampliando nuestra cartilla de artistas, indagando dónde estaban las payasas, las acróbatas, las actrices, las mujeres del humor. Nos encontramos con que había un montón y simplemente había que buscarlas e invitarlas, romper con el mito de los varones de renombre que terminan figurando en todos los festivales. Año a año tratamos no solo que sea diversa la presencia de actores y actrices, sino también indagar más en los espectáculos: qué quieren decirnos, qué van a mostrarnos. Nos hemos chocado con espectáculos cuyos mensajes no iban con nuestra forma de ver las cosas, muchas veces pudimos compartir con esos artistas y esa instancia de comunicación permite muchas veces que no se siga moviendo el humor viejo y misógino. Si te dicen que algo no funciona es momento de mirarte y no seguir reproduciendo lo mismo”.
Para concluir, Fessia define: “Como artista disfruto de la devolución, me nutre, me muta, aprendo. De eso se trata el teatro para mí: si está bueno te escucho, si es una mierda, te escucho más. Y después cada cual elige su propia aventura”.