I
Al poeta se le quemó la lengua
ahora es un monstruo
quizás pienses que es un histérico
pero mirale las manos
él te ofrecía panes
ahora puñados de vidrios rotos
la niña se cansó de los zapatitos
y tiró las mediecitas blancas a la basura
ahora te da patadas en el culo
encierren a la niña
a los que te rajaron el sol
búscalos y escúpelos
estás en tu deber
no ves que la luna
ahora es una guillotina
atrévete a pasar una noche
fuera de tu casa.
II
Ya sabes
somos apenas
dos estrellas noqueadas
fuimos esta tarde y ahora
lo que queda de ayer
y entre silencios una carta
que quizás nunca se escriba
somos de los charcos
creo que las piedras
la visita inoportuna
en la casa de las huellas perdidas
que intentamos remarcar
con manos flacas
una aurora se duerme vieja
entre rayos de luna
acunándonos en plazas huecas
llorando a veces
ya casi no
vos saliendo de la casa
yo esperándote a tiempo
para alcanzar el cuerpecito muerto
que se nos cae de la boca
o de los ojos
y guardarlo en el morral
desflecado de velorios eternos
ya no crecemos
o crecemos como moscas
husmeando el cadáver.
...
Estos poemas de Fernando Callero fueron publicados a comienzos de los 90 cuando estudiaba Letras en la Facultad de Formación Docente de la UNL. Aparecen sin título en el sexto número de la revista Orto/Doxa, dirigida por Juan Vergara. El rescate de esta edición fue de César Mazza.