El domingo a la noche, después de las fiestitas por el Día de la Madre, le mandé a Laura un wa que decía: “Fue un día hermoso, gracias, ojalá que Bolivia no nos lo arruine”. Y me quedé pensando en cómo una situación particularísima, como lo fue el festejo con que me agasajó mi hija, podía ser enturbiada por la marcha del proceso eleccionario en Bolivia. Y me dije: esto no es la teoría del caos. Esto no es que aletea una mariposa por ahí y las consecuencias resultan en un terremoto a miles y miles de kilómetros de allí.
El origen de la teoría del caos es fascinante. “Si la física y las matemáticas de ayer se ocupaban de círculos y relojes, la física y las matemáticas de hoy se interesan por fractales y nubes”, dice Madrid Casado. De resultas de un experimento en meteorología, se da por saber que una pequeñísima diferencia en los datos iniciales de la producción de un fenómeno, puede terminar en consecuencias altamente diferenciadas, por decirlo así. De allí que la teoría del caos refute la predictibilidad de la ciencia, que es una de las variables más importantes de las teorías científicas: poder predecir que los trenes no salten por los aires al tener en cuenta que el calor dilata los cuerpos, etc. Eso hizo pensar, of course, que la teoría del caos podía ser un oxímoron. Pero sirve para explicar, ya que no para predecir, fenómenos como el clima y otros fenómenos dinámicos.
El tema era si el aleteo de la mariposa de las fuerzas reaccionarias bolivianas y/o aliadas a ellas, podían provocar un tsunami, un malestar, en mi alma. No, me dije, no es el caso. El caso es la famosa frase “lo personal es político”. Y es política, también. Es cómo uno, afectado negativamente por la pandemia, por un lado, y positivamente por la alegría del día anterior, del 17, podía acusar recibo de una mala noticia respecto de la vuelta o no del programa Evo al país vecino, desbaratando en parte la alegría del día de la madre.
Y “lo personal” también es el cuerpo de uno: en los alimentos que podés comprar para subsistir, en el embarazo no deseado que no puede ser resuelto legalmente con todos los cuidados sanitarios adecuados, en la posibilidad de vacunarse, en estar en la cárcel. En los que salieron en auto para preservarse y cuidar al otro y en los que concurren a una plaza en plena pandemia para manifestar su odio al resultado de una elección presidencial que ganaron Alberto y Cristina. Más el de Sócrates, el de Giordano Bruno, el de Santiago Maldonado. Lo sabés o lo ignorás, pero te ocurre. Mejor ser consciente: cuestión de poder mejorar un poquitito el mundo que vivimos.