Antivacunas, milicias ultraderechistas y 78 días para el cambio de mando en un país en su máxima tensión. El triunfo de Joe Biden parece estar puesto, pero el cambio político es otra cosa.
Desde Nueva York.
Joe Biden está galopando hacia la presidencia. Tras el desastre del primer debate y la humillación de contraer el coronavirus, Donald Trump perdió aún más apoyo y pierde por más de diez puntos.
Según el promedio de encuestas 538, Biden le gana a Trump por 10.3% (+0,8% desde mi última nota)
- En Pensilvania: Biden +6,5% (-0,4%)
- En Florida: Biden +3,4% (-1,2%)
- En Wisconsin: Biden +7,2% (+0,5%)
- En Carolina del Norte: +3,1% (+0,6%)
En los tres estados más importantes de la elección –Michigan, Pensilvania y Wisconsin– Biden está ganando más del 50% del voto. Para ganar, Trump tendrá que convencer a partisanos de Biden que lo voten a él, y lo tiene que hacer antes de que voten. Ya votaron más de 33.000.000 de personas, lo cual representa el 24% de los votos en 2016. Se anticipa la participación de 150 millones de estadounidenses. En Texas ya votaron más de 5.000.000 (55% de los votos de 2016). Es muy probable que el partido Demócrata controle el Senado, la Asamblea, y la Presidencia en 2021. La derrota que se viene es tan grande que ni Trump lo puede negar. Cuando está de buen humor, bromea con irse del país o nunca más mostrar su cara en público. Cuando está de mal humor, habla de fraude electoral y dice que no aceptará los resultados. Muchos demócratas e izquierdistas temen que Trump intente un autogolpe.
Es posible que Trump quiera quedarse en la Casa Blanca, pero no tiene el apoyo para hacerlo. Los oficiales del ejército odian a Trump, y las tropas lo ven con ambivalencia. El partido Republicano ya controla la Corte Suprema y a Trump no lo necesitan más. Los capitanes de industria también parecen haberse cansado de Trump; Biden recaudó más de 50 millones de dólares de Wall Street en los últimos seis meses.
No va a haber golpe, sí habrá violencia.
La victoria de Trump en 2016 impulsó el crecimiento del movimiento blanco supremacista en los Estados Unidos. Grupos como los Proud Boys, una organización neofascista dedicada al asalto de izquierdistas, y los Oath Keepers, una milicia informal de miles de ex-policías y veteranos, encontraron muchos miembros nuevos en el movimiento pro-Trump. Otros grupos (e individuos) se dedican a atacar el movimiento Black Lives Matter. Kyle Rittenhouse, el joven asesino que mató a dos personas en Kenosha, Wisconsin, era miembro de una milicia. Se han registrado más de 100 asaltos vehiculares contra manifestantes desde la muerte de George Floyd. En 2017 un fascista asesinó a Heather Heyer con su auto durante la manifestación “Unite the Right” en Charlottesville. El movimiento de derecha extrema también creció en oposición a las medidas de control del coronavirus: las máscaras, el aislamiento social y la cuarentena. En mayo, cientos de hombres armados (y sin máscara) tomaron control de la Casa de Gobierno de Michigan para protestar contra la cuarentena. Cinco meses después, el FBI anunció que detuvieron cinco hombres que querían secuestrar y posiblemente ejecutar a la gobernadora, Gretchen Whitmer.
Los 78 días entre la elección y el cambio de mando van a ser una prueba de fuerza de este movimiento. Trump no es capaz de conceder su derrota y tendrá 78 días como presidente para armar caos. La ciudad de Portland, que es sitio de batallas entre los Proud Boys y Antifa cada semana, nos indica cómo puede llegar a ser este momento. Los derechistas entran armados a las ciudades, la policía los trata con guantes de seda y de vez en cuando alguien muere. Y la violencia no desaparecerá con Trump; los agravios sociales que motivan a la derecha siguen ahí. La vacuna para el coronavirus no se va a distribuir hasta junio del 2021, lo que significa más meses de cuarentena y máscaras y protestas violentas contra esas políticas. Cuando llegue el momento de distribuir la vacuna, Biden tendrá que lidiar con el movimiento antivacuna, que está cada vez más conectado al movimiento supremacista blanco. Además de la pandemia, sabemos que van a haber más protestas de Black Lives Matter –la policía va a seguir matando– y entonces más intervenciones de los Proud Boys, y de chicos como Rittenhouse.
Biden habla mucho de volver a la normalidad, pero eso no es posible. Se vienen los años de plomo.