Reseña sobre La quinta estrella (Editorial Las Lanzas, 2020) de Germán Ulrich.
Por Eric Hernán Hirschfeld
I
El título que da inicio a esta reseña es una pregunta que Germán Ulrich escribió en su Facebook hace unos meses para celebrar la salida de imprenta de La quinta estrella (Editorial Las Lanzas, 2020). Es que para un escritor ‘tardío’ por el momento en el que comenzó a publicar, la pregunta por el sentido de las cosas es transversal en sus textos. La indagación por aquello que está en riesgo de ser olvidado o sin observación funciona como una marca de escritura, desde los cuentos de En el oeste (2018) sobre la inundación santafesina, pasando por las novelas Los ariscos (2019) y La vida urgente (2019), narraciones distintas de formas de vida en los límites. De allí que sea legítima la pregunta, con un libro de tonos verdes y blancos tan fuertes: ¿Qué significan esos colores en La quinta estrella?
II
A priori La quinta estrella es el relato de la final de un torneo de fútbol. El 22 de diciembre del año pasado dos equipos del interior de la provincia de Entre Ríos jugaron un partido que incluyó todos los previstos e imprevistos de un evento con esas características. Cruces entre hinchadas rivales, provocaciones entre jugadores, pero también el encuentro y las emociones que dispara cualquier final deportiva.
Hay sin embargo una ilusión óptica en la crónica de Ulrich que delimita la forma en la que se llevan sus relatos: La quinta estrella evoca la idea futbolística tanto en su portada como en su contratapa, pero la mayor parte de sus páginas pone en juego algo que incluye y a la vez está más allá del deporte. El mismo gesto se replica con las primeras líneas del relato que comienza en un entre tan externo y cercano a la vez como lo es el túnel subfluvial. Ni santafesino ni entrerriano, la importancia vital de la narración está en constatar lo inaprensible de una experiencia: “Cruzar el túnel subfluvial, ingresar por propia voluntad en las fauces mismas del gran río, no puede ser una decisión pensada”.
Con ese verbo que es a la vez el inicio de la crónica, ¿qué hay, entonces, en el intersticio del relato que es y al mismo tiempo no es la narración de un partido? Primero, un doble viaje en tiempo y espacio. Como todos los viajes, no existe una linealidad aunque se la programe. La lógica del viaje envía a escenas del pasado y las pone en juego en el escenario de escritura, que es el partido en la cancha 5 de octubre de la localidad de Viale de Arsenal contra Independiente. Por eso, antes que mera referencia periodística, la pregunta por el sentido de los colores de un equipo de fútbol se dirige hacia victorias anteriores del equipo y el armado y armazón de la identidad de Viale: “Arsenal campeón, ¿te das cuenta? Arsenal, sí, el del barrio, el humilde, el del pobrerío, el que está medido debajo de la piel del pueblo”.
III
Escribir para darse cuenta, para volver y darse cuenta, es parte del segundo intersticio de la crónica de Ulrich. La quinta estrella es sobre fútbol y a la vez no porque ese primer elemento moviliza los afectos de alguien que vuelve después de mucho tiempo a su tierra natal. Como cualquier regreso, ese territorio es también familiar y desconocido:
“De repente, al levantar la mirada desde la parte baja de una tribuna repleta, ve una docena de caras conocidas, algunas con un notable parecido con esos mismos rostros de diez, veinte y casi treinta años atrás, como si para algunos de esos viejos conocidos no estuviese reservada la inevitable corrupción de la carne”.
Por eso la trampa. El efecto óptico refracta múltiples formas en las que dos colores acaparan tanto la identidad de un equipo de fútbol como un modo en el que el tiempo cambia las cosas. La quinta estrella puede ser leída como una crónica en su literalidad, pero también puede mirarse como se mira un prisma que transforma una luz en distintos matices. De ahí que la pregunta por el sentido de esos colores potencie otra vez la singularidad por aquello que esté en riesgo de ser olvidado.