Últimamente mi capacidad de asombro me sorprende, y no es una redundancia. Es que sencillamente no puedo creer que todavía me sigan sorprendiendo cosas, fenómenos, sucesos acaecidos en este 2020. Y miren que el 2019 nos cagó a trompadas, eh. Pero este año me hace desear que nunca se termine por miedo a que lo que venga sea mucho peor. Aunque peor que el 2021 es que haya lectores/as que estén asintiendo con la cabeza mientras leyeron eso.
Pandemia, la cuarentena más larga del mundo, inquilinos caceroleando a favor de la propiedad privada, el Mono de Kapanga cocinando salchichas en la televisión, infektadura, libertarios, filminas, Macri contándonos los logros que no logró lograr, fiestas clandestinas en funerarias, Canosa periodista política, el bigote de moda en menores de 35 años y Jatón. ¿Dónde está Jatón?
En fin, a pesar de todo eso y mucho más, aún pasan cosas que no puedo ni creer ni tolerar: la gente que despotrica en sus redes sociales contra la posibilidad de comprar la vacuna Sputnik V solo porque suponen, imaginan, deducen y fabulan sinsentidos. Y si ustedes creen que estoy siendo intolerante, tienen toda la razón del mundo. A falta de argumentos para demostrar la correspondencia de lo dicho con los hechos, se cae en la mera especulación. Y como ya he dicho en otras oportunidades, no esperen que tolere especulaciones sostenidas en información que solo confirma los prejuicios, y que encima puede ser falsa. Entre lo anterior y las teorías conspirativas no hay un margen claro. Y eso es, básicamente, un sinsentido. Y nadie tiene por qué tolerarlo. Al contrario, hay que denunciarlo para que no se mueran más personas por tomar dióxido de cloro.
¿Qué sinsentidos sostienen la oposición a una vacuna que pueda demostrar ser efectiva contra el Covid-19? El primero y principal, y que sirve de sostén al resto de lo que de allí se infiere, es que es una vacuna “politizada”. Exacto, la vacuna que tanto anhelamos y tanto estamos esperando también cayó en la grieta. Desde luego que la grieta no es un invento criollo y hasta considero sano saber que no estoy del mismo lado que muchas personas nefastas. Pero seamos buenos entre nosotros: ¿no nos alcanza ya con los antivacunas comunes? ¿Ahora también hay antivacunas bolcheperonistas? ¿En serio? Ni siquiera las compramos todavía y ya están hablando de negociados entre Cristina y Putin. Pero el intolerante soy yo...
Aunque no parezca, yo me esfuerzo por reconstruir la trama lógica que hilvana las supuestas evidencias que sostienen las teorías en contra de esta vacuna. Pero llega un punto en donde me encuentro con que quienes hicieron que el #YoNoMeVacuno sea tendencia en las redes son, por lo general, quienes banderean contra la cuarentena, acusando al gobierno de sostenerla para que, mientras tanto: Cristina arregle sus problemas con la justicia, se avance contra la propiedad privada de los grandes terratenientes agroexportadores y se roben tres PBI más. Son quienes hablan de la infektadura en la que tienen sumido al pueblo. O sea, lo que yo veo es que quienes sostienen que el gobierno se enamoró de la cuarentena son los mismos que ahora se quejan de la vacuna contra el Covid, que es la única manera que tenemos de salir de la cuarentena, solo porque la está fabricando Rusia y Argentina quiere comprarla; y eso significaría algún tipo de subordinación al partido Bolchevique que comanda Vladimir Putin que, como sabemos, es tan comunista como Donald Trump. ¿Y todo para qué? Para que de una vez por todas Cristina le dé pelota a cambio de un chip líquido que nos produzca muchas ganas de comer choripán, tocar el bombo y coleccionar mamushkas.
No recuerdo que cuando se anunció la fabricación en el país de la vacuna que está produciendo Oxford se hubiera generado tanto rechazo. Sí tengo memoria de que los ingleses nos chorearon unas islas hace algunos años y, sin embargo, confían más en ellos que en los rusos que nunca nos hicieron nada. Capaz Hollywood tiene algo que ver con eso: nunca vi que en sus películas los malos fueran los ingleses.
Como para no darle más cabida ni importancia al hater de la media tarde, simplemente porque no la merece y porque mañana va a encontrar otro motivo para indignarse por algo que no lo hará militar la revolución de la alegría, voy a concluir diciendo que no quisiera pensar que quienes hoy panfletean el rechazo a la vacuna Sputnik V van a ser los mismos que, cuando la vacuna ya esté disponible y aplicándose, se quejen de que el gobierno de Alberto Fernández no le compró a Rusia suficientes dosis para todos.