Ante la pandemia, Delta Espacio hace pie con una plataforma virtual: arte desde Santa Fe hacia todo el mundo.
Hace casi un año y medio, Florencia Olmos (docente y artista), Juan Curto (diseñador gráfico, fotógrafo, realizador audiovisual y productor) y Guillermo Giura (arquitecto) inauguraron Delta, un lugar que no perseguiría funciones específicas tanto como sí iba a canalizar las distintas formas de concretar un deseo común: fortalecer la escena local y proyectarla hacia otros territorios.
Enseguida, sobre calle Salta bien enfrente de la Municipalidad, empezaron a anunciarse y hacerse talleres, shows y ferias. Las ventas empezaron a caminar bastante rápido, no solamente en Santa Fe sino cada vez más hacias otros lugares del país y también para afuera. Un rato antes de la entrevista, por ejemplo, se despachó un cuadro hacia Australia.
No obstante, a raíz de las limitaciones que trajo la pandemia, avanzaron definitivamente a funcionar como una galería de arte. Entre los actos constitutivos se cuentan la muestra Convivencias y Connivencias, de Agustina Miñones, y la participación de G:iro Provincial, una recorrida por 16 galerías vía Instagram que articuló a Rosario, Santa Fe y Rafaela.
Siendo pocos y distintos a los que se suma Delta, otros lugares como FUGA Galería, Púrpura Proyecto o AG Arte, todavía no terminan de cubrir el espectro de necesidades y de artistas que no encuentran cómo entrar al mercado ni, por ende, lograr que sus pinturas, fotografías, esculturas o diseños lleguen a un público más masivo. Que haya un comprador es casi una anécdota, algo excepcional cuando no se atienden debidamente los detalles necesarios.
En charla con Pausa Juan y Flor, aún con barbijos puestos, transmiten su entusiasmo y expectativa por una serie de normativas que los contemplen para poder seguir formalizando la gestión de su trabajo así como velan por una pronta Ley de Industrias Culturales y Creativas. En su horizonte, esperan por un esquema mixto, que garantice y sostenga al sector y a disciplinas que resultan esenciales pero no generan dinero, como la investigación y la educación.
Trascender la vidriera
Uno de los objetivos remarcados en la agenda pre pandemia era el de proyectarse hacia afuera del espacio propiamente dicho. Esto iba a funcionar mediante la sociedad entre negocios de rubros diversos como bares, para acercarse a públicos nuevos y sacudirse de encima ese aura elitista y snob que suele rodear a las galerías de arte.
Dice Flor Olmos: “Lo que buscamos es facilitar la comercialización de ciertas obras, de artistas jóvenes que no están en galerías porque o desconocen la dinámica o porque lo que les ofrecen muchas veces tampoco es muy justo: no los hacen partícipes ni les permiten involucrarse directamente en la venta de su obra. Quizás si fuera tan fácil y normalizado comprar una pintura como una prenda de ropa, tendríamos otra visión de lo que es adquirir una pieza artística”.
A pesar de que lo virtual se reposicionó como la opción más viable, no solo que no abandonan esa carrera por popularizar las artes visuales, sino que la pudieron re encauzar sobre la marcha a través de la Tienda Flama. Desde ahí se pueden consultar todos los artículos en venta, sus dimensiones, peso, técnica y cuánto sale: nada de “precio por privado”.
Nada al azar
Otro aspecto resaltado es su intención de trabajar en cada una de las capas que creen necesarias para que las obras se inserten en el circuito comercial. Desde plazos, precios y porcentajes, hasta las reseñas de artistas y obras, pasando por su registro para exhibirse en tiendaflama.com.ar, donde se puede investigar al detalle cada pieza en venta. Juan remata con una aclaración que resulta ilustrativa de su forma de hacer las cosas: “Además de todas estas dotaciones técnicas que intentamos cuidar, acá nadie trabaja sin cobrar”.
—¿En qué se diferencian de las otras galerías de la ciudad?
—Otros espacios de comercialización por ahí trabajan con arte más clásico, con pintores de otra trayectoria y basados en una disciplina que tiene que ver más con lo plástico y no con las artes visuales en sí. Además, nuestro catálogo actualmente está compuesto por varones en un porcentaje que no llega al 25%.
—No hace mucho que el arte más contemporáneo ingresó a los espacios tradicionales...
—Creo que Analía [Solomonoff] le pegó una aggiornada importante a la escena local desde que asumió la dirección del [museo] Rosa [Galisteo]. Primero desdibujando las categorías en el Salón de Mayo y segundo abriendo ese espacio emblemático a un arte más joven. Hay artistas que por ahí no se sienten contenidos en otros espacios y círculos, que también es válido. Pero en lo que a nosotros respecta, lo que intentamos es no cerrarnos.