ANUARIO 2020 | El brutal asesinato George Floyd movilizó a los estadounidenses contra la violencia policial.
El 25 de mayo la policía de Minneapolis asfixió hasta la muerte a George Floyd, afroamericano de 46 años. Le apretaron el cuello con la rodilla hasta matarlo, mientras clamaba continuamente “No puedo respirar”. En menos de una semana más de 50 ciudades de Estados Unidos estaban en llamas. Las fuerzas de seguridad venían de efectuar 1099 asesinatos en 2019, 1143 en 2018, 1095 en 2017, y así. En el 99% de los casos, esos policías no fueron condenados por ningún crimen.
Veinte veces dijo Floyd que no podía respirar. Seis años atrás, el gigantesco Eric Garner había sido volteado por una escuadra completa de policía, que lo asfixió hasta matarlo. “No puedo respirar”, repetía Garner. Fue en 2014, tras las protestas por ese asesinato, que el movimiento Black Lives Matter cobró notoriedad. Fue en 2020 que terminó de copar las calles de Estados Unidos, llegando a proponer con contundencia que se les retiren todos los fondos a las policías y se destinen a formas de agenciamiento comunitario y colectivo de la seguridad.
En nombre de los valores nacionales, el presidente Trump quitó todo tipo programa educativo que refiera al racismo. Y, de forma más concreta, militarizó las ciudades en revuelta, enviando fuerzas del ejército sin identificación y en vehículos civiles, en una serie de operativos de explícito terror de Estado bajo el amparo legal de, la Procuraduría General, el Departamento de Justicia y el de Seguridad Nacional.
La crisis racial norteamericana es brutal. Ahora, con Kamala Harris, una mujer negra en el poder, se podrá escribir otra historia.