Durante las exposiciones a favor y en contra del aborto legal no hubo personas con discapacidad, pero se hizo referencia a ese colectivo para objetar el proyecto. En esta nota, dos activistas de los derechos de las personas con discapacidad brindan una mirada sobre la interrupción voluntaria del embarazo, los feminismos y los derechos humanos.
Por Mariela Gallardo
Una nueva jornada histórica llega esta semana a la Cámara de Diputados de la Nación con el tratamiento del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Pese al amplio debate dado en 2018, la semana pasada se volvieron a escuchar en el plenario de comisiones intervenciones a favor y en contra de la legalización. Fueron tres días intensos donde referentes de distintos ámbitos presentaron sus opiniones y, una vez más, la discapacidad fue mencionada entre los argumentos para oponerse a la conquista del aborto. Pero, ¿qué hay de cierto en esas expresiones? ¿Sobre qué ideas se basan para rechazar la iniciativa? ¿Qué piensan las personas con discapacidad sobre el proyecto?
En la primera jornada, Nicolás Lafferriere, doctor en Ciencias Jurídicas y Especialista en Bioética, Persona y Familia, criticó el proyecto por “las implicancias que el aborto así legalizado tiene en los hechos para con las personas con discapacidad” e indicó que “el aborto sistemático de personas con discapacidad será una consecuencia lamentable e ineludible de la sanción de esta ley”. Sin embargo, ni en el texto ni el espíritu del proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional se da cuenta de esa intencionalidad de promover o favorecer el aborto eugenésico. Esos discursos disfrazados de protección de derechos de parte del colectivo celeste circularon como moneda corriente en redes sociales para oponerse a la legalización del aborto y la discusión también coincidió con la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Varina Suleiman, abogada especialista, fue una de las expositoras en 2018 que llevó la palabra de las personas con discapacidad y quien en su discurso propuso modificaciones que luego se incorporaron para quitar la referencia a “malformaciones fetales graves” de aquel proyecto y que así no se dé lugar a interrupciones del embarazo por razones eugenésicas y discriminatorias que van en contra de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. “En un debate uno puede tener diferentes opiniones, lo que no puede es ir a mentir en un tema tan delicado que compromete la igualdad de género y la salud pública”, señaló Suleiman y destacó que el actual proyecto “está muy bien enmarcado en todos los tratados de derechos humanos” y que le parece “un golpe bajo” que se invoque a las personas con discapacidad “para hablar de otra cosa”.
La concepción actual de discapacidad con enfoque de derechos humanos está enmarcada en la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2006 y ratificada en nuestro país en 2008. Este tratado internacional entiende a la discapacidad como una construcción social y deja atrás otros paradigmas como el “modelo médico rehabilitador” que concibe a la persona con discapacidad como alguien enfermo a normalizar y al “modelo de prescindencia”, el más antiguo y con una fuerte base religiosa, que considera a la persona con discapacidad como una carga, alguien que no tiene nada para aportar y es marginado en la comunidad. Para la mirada actual del “modelo social”, el déficit o limitación que tiene la persona no es lo constitutivo de la discapacidad. La discapacidad no es producto de un “castigo divino” ni es un diagnóstico, sino que es consecuencia de su interacción con otras personas y factores del medio; es el entorno el que la vuelve “discapacitante”.
“Si vamos a hablar de biologicismo, no estamos hablando de discapacidad en términos de derechos humanos. Una persona con Síndrome de Down, lo estamos viendo, si no tiene barreras puede tener matrimonio, puede ir al colegio. Entonces acá la biología no tiene nada que ver. Que una persona vaya a abortar porque en el diagnóstico le dice que hay una trisonomía es que estamos hablando de un diagnóstico y no de discapacidad. La discapacidad es una cuestión que a ese diagnóstico le suma barreras de distinto tipo como actitudinales, sociales. Si vamos a hablar de discapacidad y de derechos, no podemos tomar otro modelo que no sea el paradigma vigente. Porque si no todo el discurso está tachado de inconstitucionalidad”, agrega Suleiman.
En tiempos de fake news y desinformación, la claridad en temas tan sensibles y complejos como estos resulta clave para derribar estrategias que apuntan a la distorsión para manipular voluntades y posicionamientos. “Puede ser una cuestión de ignorancia del modelo de discapacidad basado en el paradigma de los derechos humanos y si no hay una intencionalidad de utilizar a la discapacidad, también en contra de lo que dice la convención, al apelar al sensacionalismo. Esto de apelar a las emociones es algo contra lo que los militantes luchamos mucho. Es decir, la toma de conciencia y la sensibilización hace que veamos a la persona con discapacidad como a otra, no como un superhéroe”, cierra la abogada.
Daiana Travesani, integrante del Movimiento por la vida autónoma de las personas con diversidad funcional (Movida) de Rosario y de Orgullo Disca también celebró que el proyecto de IVE cuente con avances en perspectiva de discapacidad y rechazó argumentos que ponen a la discapacidad como excusa para la conquista del aborto. “Vemos con muchísima preocupación que quienes están obstaculizando en este momento la sanción de dicha ley estén utilizando nuestros derechos para argumentar en contra del derecho al aborto. Me llama poderosamente la atención cómo para ir en contra de todo lo que sea garantizar un derecho siempre sacan la carta mágica de la discapacidad. Ahora bien, yo no veo a toda esta gente bancando o pidiendo que se cumplan o se implementen los derechos de nuestro colectivo, nuestro derecho a una educación sexual integral, a vivir una sexualidad lo más libremente posible, a formar nuestras familias, a educarnos, a trabajar, a realmente poder decidir sobre nuestras corporalidades, a no caer institucionalizades, a no ser vistas como mercancías de la medicina, expresó la activista”.
Derecho a decidir
La otra dimensión a la que poco se refiere cuando se involucra a las personas con discapacidad en el debate sobre aborto es la del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. En el artículo 17, la Convención establece que toda persona con discapacidad tiene derecho a que se respete su integridad física y mental en igualdad de condiciones con las demás. Sin embargo, la mirada hegemónica que existe sobre ellxs no las considera con autonomía, con derechos sexuales y reproductivos, capaces de ser madres; es infantilizada y paternalista. “Cada vez que hay una mujer con discapacidad intelectual que está embarazada se presupone que hubo un abuso, que ella no pudo desear ese acto sexual ni que tampoco era deseada”, dice Suleiman.
Para Daiana, el cuerpo de las mujeres con discapacidad encierra una contradicción en este punto. “Creo que se ve esta doble moral por parte del sistema de salud y de nuestra sociedad frente a la cuestión del aborto porque a muchas identidades con capacidad de gestar disca se nos obliga a abortar o se nos invita a hacerlo, porque no nos creen capaces de criar y terminan disciplinando nuestras corporalidades y eso está bajo una lógica capacitista. Pero, ahora bien, cuando a alguien sin discapacidad con capacidad de gestar lo decide se le niega, se le criminaliza, se le juzga. La misma doble moral está en el caso de las esterilizaciones forzadas de que a las identidades discas se las lleva a esterilizar y ahora cuando personas sin discapacidad han ido a querer solicitar la esterilización se le niega”, señala Daiana
En la Argentina todavía ocurre que personas con discapacidad, principalmente mujeres, son sometidas a esterilizaciones forzadas y no consensuadas. Así lo viene visibilizando la Red de Personas con Discapacidad junto a otras organizaciones en una campaña para reformar la Ley 26.130 y eliminar estas prácticas que van en contra del derecho de las personas con discapacidad a tener una vida libre de violencia basada en género y a mantener su fertilidad en igualdad de condiciones con las demás. En estos casos, por prejuicios y/o sobreprotección, el deseo de las mujeres con discapacidad es relegado ante la imposición de la voluntad de sus familias o terceras personas.
Para el cumplimiento de los derechos sexuales, reproductivos y el de la interrupción voluntaria del embarazo en personas con discapacidad se vuelve fundamental el acceso a la información y a entornos inclusivos. En el proyecto de IVE queda expresado que “las personas que actúan como sistema de apoyo no representan ni sustituyen a la persona con discapacidad en el ejercicio de sus derechos y, por tanto, es necesario que el diseño del sistema de apoyo incorpore salvaguardas adecuadas para que no existan abusos y las decisiones sean tomadas por la titular del derecho.” En este sentido, Suleiman indica que “debiera haber un apoyo no religioso, un apoyo laico, a cargo de una persona formada en discapacidad con perspectiva de derechos humanos para hacer de enlace entre el cuerpo médico y la persona. Tenemos que apostar a que haya salvaguarda, pero sobre todo y muy importante, a la capacitación en los centros de salud. Lo que tenemos que hacer es asegurarnos con las salvaguardas que, si la mujer realmente quiere o no quiere abortar, se respete su voluntad”.
Organización feminista
La irrupción de los feminismos en el último tiempo ha permitido visibilizar las demandas de diferentes grupos vulnerados como lo fue el colectivo de personas con discapacidad. Ese feminismo interseccional ha permitido la organización para avanzar en las luchas de los derechos de las personas con discapacidad, con toda la gran heterogeneidad que lo caracteriza. “Soy feminista antes de ser renga. A mí ser feminista me ayudó a poder ser femidisca interseccional que piensa a mi identidad disca, a mis bastones, a mi renguera como mis mayores armas de luchas ética, política y social, porque creo que los feminismos nos permitieron allanar el camino para poder pensar nuestras identidades con nuestras corporalidades, que han sido siempre relegadas a los márgenes a las disidencias, desde una posición de orgullo y poder reivindicarla. Son el camino por el que debemos andar, renguear, rodar, porque hoy si nuestra lucha tiene la potencia que tiene, si nuestro colectivo se empoderó tanto es gracias a que nos permitieron otras formas de mirar y pensar que buscan romper con esa idea de lo que es normal”, dice Daiana.
Esa organización y empoderamiento también se ve reflejada en el marco de la lucha por el aborto legal. “Cada vez que nosotros hacemos un reclamo de discapacidad –señala Varina Suleiman–, yo encuentro ese gen común que tiene con el feminismo que es esa misma idea de liberación, es una misma lucha. Por eso, cuando alguien se opone al aborto en nombre de la discapacidad, se puede demostrar la contradicción de la persona porque son dos luchas que van tan de la mano. Ha tenido en esos años una explosión que ha sido formidable, aun cuando queda mucho por hacer, pero en gran parte tiene que ver con la lucha del feminismo. Es una lucha de respeto hacia el otro, busca lo suyo sin denigrar al otro. Y en ese respeto, el feminismo ha recibido a la lucha de las personas con discapacidad y se han hermanado en la lucha”.
Con la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo se podrá, por fin en Argentina, dar respuesta a un tema de salud pública. Un avance en ampliación de derechos y justicia social y donde se respete a todas las personas y los cuerpos gestantes.