ANUARIO 2020 | A través de las pantallas horadaron toda política de prevención y fogonearon el clima para el colapso.
“Infectadura”, primero, “uso ilegal del terror sanitario”, después. Los términos de las cartas en contra del cuidado durante la pandemia, con la firma de un caduco Juan José Sebreli al frente, sintetizaron un movimiento que terminó triunfando en el tratamiento de la pandemia. Para ese entonces, ya se habían realizado innumerables marchas en contra de la cuarentena, sostenidas en consignas que fueron tan disparatadas como convocantes de un creciente sector de la población. De a poco se fueron sumando los medios opositores y la innecesaria amplificación de los medios oficialistas, luego ya las voces políticas como la del ex presidente Mauricio Macri, quien celebró la “libertad y responsabilidad” de una Francia que luego cayó bajo una segunda ola de casos.
Como sucedió con el ex presidente en sus vacaciones, la constante comparación con países que luego entraron en colapsos sanitarios y el goce siniestro ante la disparada de casos en Argentina –que ellos mismos propiciaron– fueron de la mano de la invocación de todo tipo de medidas sanitarias a la bartola, con tal de desacreditar y disolver los primeros meses de manejo unificado de la pandemia, cuya eficacia fue tal que permitió que nunca estallara el sistema sanitario (acaso el único logro oficial en el tema). Demandaron cantidades masivas de testeos pero al mismo tiempo repudiaron todo tipo de retén de control para efectuarlos, exhibieron como ejemplo el seguimiento digital hipervigilante de los países del sudeste asiático y gritaron espantados cuando el gobierno lanzó la app Cuidar, tomaron dióxido de cloro en vivo pero dudaron de la vacuna Sputnik V, defendieron las aperturas masivas de actividad y los cierres localizados para resguardar grupos de riesgo y, luego, nunca enhebraron los efectos de esas aperturas con los estallidos de casos. Jujuy y Mendoza siguieron esa lógica propia y, después, tuvieron que salir a pedir con desesperación apoyo para impedir el desmoronamiento de sus sistemas de atención.
Empeñados en juntar un caudal político perdido en las urnas, bombardearon la unidad colectiva ante la pandemia hasta destrozarla. Nunca se harán cargo de mancharse una vez más las manos de muerte.