El historiador Alejandro Jasinski describe la huelga en la que un centenar de obreros fueron masacrados por la firma inglesa en connivencia con el Estado: la sobreexplotación de los trabajadores y los recursos naturales bajo el eslogan de “empresa benefactora”.
Por Paulo Menotti (*)
Hace cien años, en enero de 1921, los diarios informaban que había una revuelta obrera en el norte santafesino con más de 500 trabajadores armados. Se trataba de las huelgas en el territorio de la empresa La Forestal, que se habían iniciado como reclamos salariales. La firma de origen inglés dominaba gran parte del territorio provincial, decidía sobre los pueblos Villa Ana, Tartagal, Villa Guillermina y otros tantos, y tenía ferrocarril y puertos propios. También, los hombres y mujeres que vivían en sus dominios sufrían las disposiciones empresariales con sueldos bajos, cobrando con vales de La Forestal que debían ser cambiados en sus almacenes donde los productos costaban más que en otros lugares. Incluso, si alguien se enfermaba, debía esperar la predisposición de las autoridades empresarias para ir hacia otro lugar a curarse. En 1918 se iniciaron las huelgas cuyos reclamos fueron aceptados por La Forestal, los que luego no cumplió. En 1920 se inició otra ola de huelgas que derivó en hechos violentos. Por último, la empresa respondió de la peor manera: con su gendarmería volante produjo una cacería de obreros y es difícil calcular la cantidad de trabajadores asesinados, aunque algunos historiadores afirman que fueron más de mil.
A cien años de esos trágicos sucesos, los habitantes y comunas de los pueblos forestales se preparan para recordarlos, muchos de ellos y ellas reunidos en el Encuentro por la Memoria, la Identidad y la Reivindicación de los Pueblos Forestales. Por ejemplo, este viernes 29 de enero se realizará el primer acto en Villa Guillermina: se situará un monumento a Teófilo Lafuente, primer secretario general del sindicato taninero. También, en el viejo predio de la fábrica de tanino se construirá un parque de la memoria forestal, donde se ubicará el monumento a la lucha. A continuación, se realizarán mesas de debate hasta la conmemoración del 25 de Mayo, considerado por ellos y ellas como el primer acto de desobediencia de la Argentina.
En una entrevista con El Ciudadano, el historiador Alejandro Jasinski, autor de “Revuelta obrera y masacre en La Forestal”, expresa su opinión sobre la conmemoración de las históricas huelgas.
—¿En qué forma se conmemorará el centenario de las huelgas en La Forestal?
—En 2020 se cumplieron 50 años del Tucumanazo y los diputados tucumanos presentaron al Congreso Nacional un proyecto de ley de desagravio al pueblo tucumano, para instalar un día nacional de la memoria. A cien años de la revuelta obrera en dominios de La Forestal, en el norte de Santa Fe, la oportunidad no podía ser mejor. ¿Y qué recordamos? Aquel proceso histórico resultó de más de una década de un régimen productivo represivo y una fenomenal sobreexplotación. Vinieron dos años de organización y protesta de los de abajo. Se ganó una gran huelga donde se reclamaban una mejor vida y mejores condiciones para trabajar, pero además más respeto de parte de las jerarquías. La empresa primero dijo sí, pero luego respondió con la peor represión, junto con el Estado santafesino, y cerró las fábricas, creando el caos social. El pueblo se levantó, provocó una revuelta, que terminó con una aún más feroz represión.
Acá no se conmemora la violencia, que no te permite proyectar en una sociedad. Pero del conjunto de los sucesos nos parece pertinente rescatar el derecho a desobedecer en aquellas circunstancias tan oprobiosas, que iba tan unido con el valor de la dignidad de los de abajo. Por eso, se instalará en Villa Guillermina un monumento a Teófilo Lafuente, primer secretario general del sindicato taninero. El rescate de su figura, representativa de aquellas luchas, es central. Y no es sólo el monumento. Es muy significativo que las propias comunas se hayan involucrado en estos actos y la de Villa Guillermina aporta entre otras cosas con otro acto histórico: por primera vez logrará ingresar al viejo predio de la fábrica de tanino de La Forestal, para construir un parque de la memoria forestal, donde se ubicará el monumento a la lucha. Pero además de lo monumental, la conmemoración se extiende a un acto de reflexión sobre la historia y la realidad actual. Por eso el Encuentro por la Memoria, la Identidad y la Reivindicación de los Pueblos Forestales, en el que participan personas de los pueblos y de las distintas comunas, involucrará a numerosos actores locales, provinciales y nacionales para debatir en mesas a lo largo de cuatro meses sobre las lecciones que dejó La Forestal y su modelo de desarrollo, sobre la realidad actual del norte de Santa Fe y del país. El primer acto es el próximo 29 en Villa Guillermina, y después le seguirán mesas-debate cada una semana o quince días organizadas en distintas comunas, atravesando el Día Internacional de la Mujer, el 24 de Marzo, para concluir el 25 de Mayo, que es el acto de desobediencia fundacional de nuestro país.
—¿Por qué es importante recordar esos sucesos históricos?
—Justamente por esto último, porque hurgar en el pasado no es un ejercicio decorativo. Pone en juego la posibilidad de cuestionar memorias fosilizadas, que son cómplices del olvido y la negación. Hay una memoria en este sentido que plantea la existencia de una empresa benefactora. Bueno, discutamos eso. ¿Qué es una empresa benefactora? ¿Existe realmente? ¿Qué tiene que dejar y qué puede llevarse a cambio? ¿Qué valoración podemos hacer de una experiencia social como la de La Forestal si no somos capaces de entender un conjunto histórico más profundo y complejo, que explica que una determinada empresa se presentara a sí misma ante la sociedad y los trabajadores como la portadora de los valores de la civilización y el progreso? Conmemorar la revuelta obrera de hace cien años es en este sentido un mensaje, un proyecto.
—En otras entrevistas vos hablaste de una grieta centenaria. A pesar de que la empresa se retiró, ¿esa grieta cayó en el olvido?
—Bueno, justamente, hablar de grieta no es más que un juego de palabras en un punto. Pero sí es cierto que sobre la empresa se creó un mito, que en realidad ella construyó, y que luego de su retirada definitiva, en la década de 1960, se fue apagando. En la primera mitad del siglo, La Forestal estaba en boca de la prensa de forma permanente, y luego ganó el olvido y la negación de un sector de la población que justificaba el retiro de la empresa, sin hurgar en las características extractivas y temporarias de un proyecto muy particular de un determinado capital para el cual la “ecuación social” era sólo parte del estado contable. Así como se negó y olvidó la masacre, se hacía lo mismo con el proyecto empresarial de conjunto.
—¿Qué proyectos tienen pensado a futuro?
—Hay mucho trabajo a futuro. Hay que seguir investigando, estudiando y conectando con las realidades actuales. Se ha venido formando en el último tiempo un encuentro de distintas voluntades que apunta en este sentido. Lo que acá se hace no nace del aire, sino que es el crecimiento y visibilización de un esfuerzo que en los pueblos ha venido haciéndose hace rato. Ahora necesitamos profundizar este camino.
(*) Fuente: El Ciudadano