ANUARIO 2020 | Islas, humedales y bosques: el año en el que todo ardió.
Fue un infierno. Los incendios intencionales durante el 2020 arrasaron con miles de hectáreas de humedales y bosques nativos, en especial en el Litoral y en las regiones centro y norte del país. Las principales causas son el agronegocio y los desarrollos inmobiliarios a gran escala. Individuos o empresas que queman en forma ilegal para ampliar áreas de pastizales para el ganado o para construir barrios privados.
2020 fue un año de sequía extraordinaria y de bajante histórica del río Paraná. En este escenario, las quemas en las islas de Santa Fe y Entre Ríos -que ocurren todos los años- se descontrolaron más de lo habitual, con impactos devastadores. Asambleas de vecinos, organizaciones sociales y científicos alertaron sobre las consecuencias. Los incendios acaban con la vida de animales y plantas en un grave contexto de pérdida de biodiversidad, afectan las reservas y la calidad del agua, arruinan los suelos, destruyen casas y afectan la calidad de vida y la salud de las personas, entre otros impactos.
Algo de todo esto podría haberse evitado si Argentina contara con una ley de humedales que proteja a estos ecosistemas. El proyecto fue dos veces aprobado en el Senado de la Nación, en 2013 y 2016, pero nunca avanzó en Diputados. Gracias a la presión de diversos sectores, en 2020 avanzó un nuevo proyecto en el Congreso Nacional. Pero otra vez quedó trunco: el gobierno decidió dejarlo afuera de las sesiones extraordinarias de este año.
Lo que sí se aprobó en diciembre fue una modificación a la Ley Nacional del Manejo del fuego para prohibir por 60 años el cambio de uso de suelo, venta o explotación de áreas protegidas que hayan sido afectadas por los incendios. Lo cual no mejoró la ley, sino que la empeoró, porque el cambio de destino de las áreas incendiadas ya estaba prohibido por el artículo 22 bis sin límite de tiempo.
Córdoba fue otra de las provincias azotadas por los incendios intencionales, donde murieron al menos dos personas intentando combatirlos. Las sierras ardieron ante la desidia del gobierno provincial, que en los últimos años recortó políticas destinadas a prevenir estos desastres.
Pese a todo, el 2020 también dejó esperanza. Ante la voracidad del fuego y de sus responsables, miles de personas se organizaron. En solidarias cadenas humanas, trasladaron agua, alimentos y los insumos básicos que necesitaban bomberos y familias que se quedaron sin nada tras el paso de las llamas. También se movilizaron, cortaron rutas y puentes, juntaron firmas y se concentraron frente a legislaturas y casas de gobierno para exigir el alto al fuego.