ANUARIO 2020 | En lo peor de la pandemia, con paritarias suspendidas y aumentos no remunerativos, la docencia santafesina nunca abandonó su rol social.
En los momentos más difíciles las escuelas abren sus puertas. Cuando la pandemia dificultó el acceso a las changas, 131 escuelas de gestión estatal del departamento La Capital (y 98 de gestión privada), se organizaron para el reparto de los alimentos que provee el Estado.
“Nos comunicamos con todos los mecanismos que podemos: desde señales de humo para arriba porque no tenemos conectividad, no hay familias que paguen Internet”, decía en junio a Pausa Fabián Baigorria, director de la Escuela N° 18 Falucho.
“Cada vez que vengo a la escuela hago una recorrida por el barrio para ver a las familias: no solo por lo pedagógico, en estos momentos es muy importante la contención humana”, contaba Julia Gutiérrez, directora de la Escuela 1081 Almafuerte de La Boca.
“La familia tiene un contacto muy estrecho con la escuela, no solo desde lo alimentario. Nos cuentan cómo están, los problemas de conectividad, económicos, familiares”, comentaba a su vez Julia Miassi, de la Escuela Secundaria Alfonso Grilli.
Mientras se debate el regreso a la presencialidad, solo algo queda claro: aún con las paritarias suspendidas y con aumentos no remunerativos, la docencia santafesina nunca abandonó su rol social. En lo peor de la pandemia, las maestras y maestros dieron clases de solidaridad.
“Los docentes están trabajando sin aumento y sin ninguna ayuda”