ANUARIO 2020 | Tras el acuerdo con los bonistas, el gobierno nacional enfrenta el desafío de renegociar la deuda con el FMI heredada de la gestión macrista.
A poco de iniciada la pandemia, el 6 de abril el presidente Alberto Fernández firmó un decreto por el cual se oficializó la postergación de los pagos de capital e intereses de la deuda pública emitida en dólares, una medida que fue contextualizada a partir de las necesidades del país por la emergencia sanitaria.
La decisión implicó la postergación, hasta 2021, de los pagos de la deuda pública en dólares correspondientes a 2020. “Está decisión constituye un paso que estaba contemplado en el proceso de restauración de la sostenibilidad de la deuda pública”, precisó en ese momento el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien a la vez subrayó la necesidad de “un tratamiento equitativo para la deuda pública en dólares bajo la ley argentina y las leyes extranjeras”.
Cuatro meses después, el gobierno nacional logró un ventajoso acuerdo con los bonistas por el cual la Argentina pagará 54,8 dólares por cada 100 dólares de deuda que dejó el macrismo con los acreedores privados. Ese acuerdo le permitirá al país un ahorro de casi 30 mil millones de dólares.
El gobierno logra una fuerte quita de la deuda externa privada
El acuerdo con los representantes del Grupo Ad Hoc de Bonistas Argentinos, el Comité de Acreedores de Argentina y el Grupo de Bonistas del Canje y otros tenedores “les permitirá a los miembros de los tres grupos de acreedores apoyar la propuesta de reestructuración de deuda de Argentina y otorgarle a la República un alivio de deuda significativo”, señaló en aquel momento el ministro Guzmán.
Cuando el gobierno nacional cerró el acuerdo con los bonistas hubo cuestionamientos de todo tipo. Por izquierda, criticaron que no se investigó el origen de esa deuda que solo sirvió para financiar la fuga durante el gobierno de Mauricio Macri. Por derecha, reprocharon que el gobierno tardó casi nueve meses en llegar a un acuerdo y que su oferta escaló de 38 dólares al comienzo a 54,8.
Diluidas esas discusiones, lo cierto es que Guzmán consiguió que la Argentina siga dentro del sistema financiero mundial, cumpla con las obligaciones internacionales contraídas durante el gobierno anterior y reduzca en un 45,2% el volumen de la deuda que llega a los 66.300 millones de dólares.
El acuerdo logrado por la actual gestión es un desahogo para las arcas del Estado. La deuda contraída por el macrismo fue pautada con vencimientos muy próximos: en 2020 se debían pagar unos 33 mil millones de dólares de capital e intereses (de los cuales sólo 8500 correspondían a deuda tomada antes de 2015); en 2021 había que pagar más de 32 mil millones.
Esas cifras comprenden al volumen total de deuda, incluida la pesada mochila del FMI. El acuerdo de agosto sólo alcanza a los bonistas privados e incluye, entre otras ventajas, la postergación de los vencimientos, ya que los mayores pagos comienzan recién en el año 2024.
En lo inmediato, el desafío principal de Argentina es la renegociación de la deuda con el FMI que Macri aumentó en nada más y nada menos que 50 mil millones de dólares.
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