Reseña de "Reinas de pueblo grande", el segundo libro de cuentos de Carina Radilov Chirov.
Por Susana Ibáñez
Carina Radilov Chirov nació en Sunchales en 1972 y ha publicado Flor del llano (poesía, Nunca tengo razón, 2007, Espiral Calipso, 2011) y Donde empieza a moverse el mundo (cuentos, Editorial Nudista, 2014). Reinas de pueblo grande es su segundo libro de relatos, también por Editorial Nudista, y contiene nueve cuentos con protagonistas femeninas que viven en comunidades pequeñas y enfrentan los desafíos de la muerte, los nacimientos, las rupturas, el deseo de escapar a otra vida que imaginan mejor, las relaciones truncas, los silencios inexplicables, los rumores que se van hilando de ventana en ventana, el llamado de la libertad y del goce.
La mayoría de los cuentos se ambienta en los años ochenta y noventa, previos a desarrollos tecnológicos que cambiaron la manera de comunicarnos. Son cuentos de conversaciones largas cara a cara, de pueblos horizontales en la siesta de provincia y ciudades pequeñas con brotes de vanidad.
Algunas de las historias tienen respiración de novela por el arco amplio de tiempo que cubren o por lo episódico de la estructura. “Vajilla” está construido con ritmo de crónica, en presente, y registra momentos en la vida de cuatro hermanas atravesados por la manera en que se lavan los platos en la casa. Se muestra el avance de las comodidades y el deterioro de los padres al ritmo de casamientos, amores desgraciados y la creciente soledad de la protagonista y narradora. El tono contenido y el detalle con que se cuenta el proceso de lavado actúa como una punta de iceberg bajo la cual bulle un mar de dolor silenciado. “Reinas de pueblo grande” trata lo que ocurre a lo largo de varios años en la relación entre dos amigas de infancia. Se recurre aquí nuevamente a una narrativa que acompaña el crecimiento de la protagonista en una muy bien llevada segunda persona. Cuento de iniciación y de desencuentro, explora las experiencias que van haciendo, de estas dos amigas niñas, dos mujeres y más tarde dos extrañas: las escapadas nocturnas, el viaje de egresados, el sexo, el inicio en las drogas, y el súbito distanciamiento que no se comprende y que alimenta un resentimiento difícil de superar.
Otros cuentos se ocupan de un episodio más breve que descalabra la vida de la protagonista. “Gotitas de romero” muestra cómo una mujer sometida casi a servidumbre por un patrón abusador decide vengarse de él por querer apartarla de la mujer que viene cuidando hace años con extrema devoción. El amor por la mujer postrada hace que el sexo irrumpa aquí violento y descarnado, artificio del castigo y no del disfrute. “Dos camionadas de tierra” cuenta el rellenado de una pileta de natación que le trae a la protagonista demasiados recuerdos: allí se ahogó su perro, allí se desangró su padre, allí tuvo sexo por primera vez. Su compañero demuestra no entender lo que ella transita en ese proceso, que incluye el entierro de las cenizas de su padre en la tierra pegajosa, rojiza, en la que sus pies se hunden.
“Un abrigo elegante” narra algunas semanas en la vida de una mujer de pueblo que trabaja en un comedor escolar y que un buen día decide irse a la ciudad a acompañar a una prima que debe operarse. Su marido y su hija embarazada ven esto como una acción irresponsable, pero para ella ese viaje acaso sea un primer paso hacia la consumación de un deseo de libertad y de una vida menos sacrificada, un momento de decisión que le da batalla a los mandatos de sujeción que durante siglos modelaron la vida de las mujeres. “El color de las ciruelas maduras” también narra un momento crucial en la vida de la protagonista: a través de un monólogo en segunda persona, una mujer que acaba de dar a luz le cuenta a su pequeña hija la experiencia del parto y el puerperio.
Uno de los recursos interesantes en los cuentos de Radilov Chirov es el uso de un objeto como motivo o como símbolo. En casi todas las historias aparece un elemento que se carga de sentido y que en algunas ocasiones sirve además para darle cierre al cuento: las copas que hacen música, la pileta convertida en tumba, las máscaras como único vestido para la desnudez, un CD que se descarta con desprecio. En “Colonia Crandall”, el olor persistente que un inquilino deja en la casita que desocupa persigue a la propietaria con la misma insistencia que el recuerdo del hombre que injustamente desalojó y el del novio que la ha dejado; el vínculo entre ellos se narra siempre en relación a los arreglos de esa casa, a la posibilidad de que el novio la habite, al sexo compartido en el piso de mosaicos y, finalmente, al olor que impregna la última manta que usaron juntos.
La narrativa de Radilov Chirov se ocupa de la pareja, la familia y el pueblo, y lo hace con un tono alejado del sentimentalismo y del costumbrismo. Uno de los rasgos más originales de la autora radica en su acertada construcción de situaciones que bordean el grotesco y a la vez resultan conmovedoras. En “Sandoval”, un cruce fortuito con un ex amante ya padre de familia va seguido de un accidente que bordea el ridículo y que da inicio a una relación ambigua entre la protagonista y un hombre con enanismo; la trama avanza entre insinuaciones, favores pedidos y devueltos, en un sube y baja de emociones fuertes y búsquedas de equilibrio. Aparecen aquí personajes masculinos amorosos, necesitados de sostener vínculos, que contrastan con los abandónicos o insensibles de otros cuentos. “Deseada” narra un velorio muy inusual: una vecina ya mayor se ocupa de acompañar a deudos que quedan solos por la noche en la sala de velatorios. En una de estas visitas se encuentra con una sobrina que vela a su tía y que ha quedado ahora sola en el mundo. El alcohol y los boleros con los que pasan la noche llevan a un desenlace que cierra el libro con un broche de humor negro.
El volumen contiene una diversidad de formas: cuentos narrados en segunda persona (“Reinas de pueblo grande”, “El color de las ciruelas maduras”), conversacionales (“Deseada”), atravesados por la crónica (“Vajilla”, “Reinas de pueblo grande”) o por el grotesco (“Sandoval”, “Deseada”), inscriptos en la tradición feminista (“Un abrigo elegante”), con finales sorpresivos (“Gotitas de romero”) o suspendidos en el aire (“Dos camionadas de tierra”, “Colonia Crandall”), de peripecia (“Gotitas de romero”) o de atmósfera (“El color de las ciruelas maduras”). La autora no escatima elementos descriptivos, demuestra un manejo preciso de los diálogos, para los que tiene un singular oído, hace un despliegue de profunda sensualidad y, en ocasiones, de toques estrafalarios. Cuida la estructura narrativa sin obsesionarse y construye un lenguaje sostenido no solo por el talento de la poeta, sino además por un agudo poder de observación.
Sobre la manera en que la vida puede entenderse a partir de la literatura, dice: “La acongojan las vacaciones por su carácter ficticio: si se va de viaje, es un cuento; si se queda en casa, una nouvelle, una de ritmo moroso donde el narrador se ensaña en detallar cómo la luz se desplaza sobre una pared pintada de rojo bermellón, hora tras hora”. Así como la vida puede comprenderse a partir de categorías literarias, la literatura de Radilov Chirov se empapa de una experiencia vital intensa: Reinas de pueblo grande visita todos los tonos del rojo, el de la pasión y el de la sangre, el del odio, el sexo y el amor, el de las ciruelas y la piel del recién nacido, el de las bocas abiertas a un deseo que reclama vivir un poco más.