En el marco de la peor crisis imaginable, el gobierno enfrenta su propio sistema de decisiones como una restricción fundamental. Las adhesiones que no aparecen y un clase dominante que renunció a ser dirigente.
Al desgaste producto de una gestión que se enfrenta con dos pandemias superpuestas y una oposición sin límites racionales ni humanos, se suman dos factores que potencian el esmeril: la moderación de Alberto Fernández en circunstancias extremas y la dudosa eficacia de las advertencias de Cristina. ¿Cómo se toman las decisiones y cómo se comunican? Tercera ola, rebote en crisis, inflación pulverizando paritarias y lawfare intacto: ésta es la encrucijada del gobierno de todes, menos de los que quieren otro gobierno.
Una frase para tatuarse de Carlos García Moreno, lejos de ninguna revolución y con el Piano Bar resistiendo el cierre con protocolos decía: “y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después”, verificable casi en cualquier ámbito de las experiencias individuales y colectivas, pero imaginad si no es igual sino peor.
Y vale también para la tercera ola, que es casi otra pandemia considerando la multitud de nuevas cepas y la magnitud de los contagios y que nos encuentra en condiciones más precarias que la primera: con la misma cantidad personal de salud, vacunado pero desgastado; con 48% más de camas UTI y un 60% más de respiradores disponibles en el país pero un nivel de ocupación promedio de más del 69% y expectativas epidemiológicas del entorno presidencial que hablan de hasta 35.000 contagios diarios; con la economía rebotando pero sin margen para más quebrantos; con una inflación promedio del 4% mensual y con más del 40% de pobreza; con una oposición que boicoteó la vacunación y se opone a toda restricción sin importar el costo en vidas y por sobre todo, con un presidente cuyo ascendiente sobre la población se ha desgastado, que en palabras y hechos admite sus limitaciones para imponer restricciones y e imponer condiciones sobre los factores de poder que saben que los gobiernos y las pandemias pasan, pero ellos quedan.
A esta altura bien podría citarse una nota de Pausa en la que aseverábamos lo que hoy es un hecho. En abril de 2020 la imagen del presidente en la gestión de la pandemia volaba, sus palabras tenían una fuerza performativa enorme, lo que ordenaba y pedía se cumplía, pero advertíamos el costo de calificar de “irresponsables”, “locos” o directamente “miserables” a quienes lo desafiaban:
...sin una acción ejemplar y consecuente con esas calificaciones, puede redundar en la demostración pública de que los que pueden hacen siempre lo que quieren y el principal activo (la autoridad presidencial) que sostiene la angustia, los miedos y el esfuerzo de millones de argentines, puede comenzar a perder fuerza centrífuga.
Si le agregamos que el presidente desjerarquiza y debilita su discurso “quemando” su palabra y su imagen en decenas de notas y declaraciones públicas –algo que ha procurado corregir por consejo de dos de sus asesores más cercanos–, que advirtió y retrocedió luego temas sensibles donde mejor que prometer es realizar como Vicentín, la cajoneada y moderadísima reforma judicial y la suba de retenciones o cupos de exportaciones, y que su sistema de escuchar a todes, reconsiderar y modificar decisiones sobre la marcha deja en offside a sus propios ministros. Puede funcionar como un llamado de autoridad excepcional, pero ya pasó con Meoni, Moroni, Cafiero, Ginés y recientemente con Trotta por la famosa presencialidad cuidada. Estamos entonces ante un problema anterior y superior al arreglo con el FMI, la imposibilidad de poner freno a los precios de los alimentos y servicios o las restricciones para conseguir dólares prestados o propios: es el mismísimo sistema de definición de objetivos, toma de decisiones y aplicación efectiva la principal restricción del Frente de Todos, un problema que por supuesto incluye a Cristina, que suele aparecer para señalar olvidos o quedos y señalar funcionarios disfuncionales.
La vicepresidenta entiende perfectamente su lugar en la fórmula y el gobierno, pero su influencia concreta –más allá de la operación doble comando que la corpo mediática agita desde mayo de 2020– parece escasa, no alcanza para poner al FDT en franca sintonía con su compromiso electoral y lo deja a merced de la agenda que fijan los medios para la oposición política y social. Más allá de las estadísticas de contagios por sector y los consejos de profesionales en pedagogía y salud mental, la vuelta a la presencialidad en las escuelas no es un baluarte del Frente ni del ministro Trotta, sino de Juntos por el Cambio, de Larreta desde mediados del año pasado y es el eje que eligió Macri para reaparecer en enero de este año con el hit “Abran las escuelas”. No es cierto que muches votantes del Frente piden razones para defenderlo, la sombra de Macri y Vidal llegando desde el espacio montados en libros de ciencia ficción y el acierto de muchas medidas a favor de sostener un país que se desmaya con la pandemia siguen operativos, pero el desconcierto y el escepticismo –con o sin PASO– requieren correcciones urgentes y de fondo.
No me toques el dinero
Lo hemos escrito y sostenido con datos en muchas ocasiones: los 50 empresarios más ricos del país, los que forman cuadros capaces de heredarlos y planifican en función de sus planes de negocios a 10 o 20 años, los que han extranjerizado sus operaciones incorporando complejas estructuras offshore para defraudar al Estado, muchos de los cuales fueron incluso cómplices de la dictadura cívico-militar (lo que revela que no tienen escrúpulos sino plata), hace mucho rato que no tienen un proyecto de país sino uno corporativo y de negocios, desdeñan la ingenuidad del “nadie se salva solo” o “nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”, porque la suerte de sus conglomerados está completamente desvinculada de la suerte de cualquier gobierno y del destino de lo que nosotros y ellos denominamos patria.
Esa cúpula empresarial –resumida en ocho millonarios dialoguistas entre los que se encuentra Marcelo Mindlin– es la que Sergio Massa acercó a Wado de Pedro y Máximo Kirchner, porque “sin ellos no se puede”. La que se opuso cerrilmente al aporte “solidario” y excepcional para las grandes fortunas y le dijo al hijo de Cristina que con ideas como ésas nunca va a llegar a presidente. La misma que ya sueña –en realidad operan, soñar es para incautos– con un recambio que surja de un enfrentamiento entre amigos personales, que garantice la continuidad de un modelo a tono con sus caprichos y reparta algo sin quitárselos a ellos: Larreta y Massa. Que un desgastado Alberto repita no le convendría al FDT, pero a ellos les resulta indiferente. Y por distintas razones abominan dos candidaturas potenciales, la de Macri –ya se lo hicieron saber personalmente– y la de Axel Kiciloff, a quien consideran el único liderazgo con votos del kirchnerismo y heredero natural de Cristina. Uno de los vicepresidentes de UIA hacía éstas cuentas ante este escriba y empezando por Macri: “no importa lo que él quiera ni los libros que escriba, Larreta retiene a su electorado y suma por afuera y el gobierno no tiene a nadie que le garantice una victoria en la provincia que define la elección, Axel tiene que revalidar en Buenos Aires, no les queda otra”.
A tono con la convocatoria mil veces renovada de Alberto a la gesta patriótica nacional para enfrentar al enemigo invisible seduciendo al adversario visible, desde el gobierno se hicieron toda clase de gestos con el aporte.
"Sería valiosísimo que un día se pusiera esos 9.000 nombres en una placa recordatoria que diga que esos hombres en la pandemia ayudaron al país a salir adelante", dijo el mandatario. pic.twitter.com/r53FuDhOkD
— Agencia Télam (@AgenciaTelam) November 19, 2020
Se anunció con siete meses de anticipación durante los cuales se habilitaron toda clase de lobbys y revisiones para recaudar lo máximo con la menor resistencia posible. Se lo definió como “solidario” extendiendo ese calificativo a milmillonarios que si no es forzosamente no hubiesen pagado absolutamente nada y “extraordinario” en vez de regular. El mismísimo presidente declaró –antes de que paguen– que los 9000 que alcanzados deberían figurar en una placa recordatoria por ayudar al país a salir adelante. Y el más importante de todos fue el decreto 42/21, que reglamentó el aporte y en sus artículos 4,5 y 7 logran que los que deban pagar paguen menos, que los plazos de repatriación se computen en días hábiles y no corridos y que queden exceptuados como “activos financieros” las ganancias y créditos obtenidos por operaciones caras a nuestro empresariado: el montaje de estructuras offshore para evadir impuestos, fugar capitales o acceder a divisas mediante operaciones de triangulación.
Cuando leyes como ésta o la de teletrabajo demoran meses en reglamentarse, las razones quedan escritas en los decretos reglamentarios, donde se manifiestan en letra concreta las correlaciones de fuerza asumidas por el poder electivo y los poderes que nadie vota. Macri lo hizo con la llamada Ley de Tierras, con la Ley de Emergencia Social y la de Blanqueo de Capitales entre muchas otras, violando el artículo 99 del capítulo tercero de la Constitución Nacional. Por convicción o limitaciones para resistir presiones corporativas, reglamentar una ley alterando su espíritu original es inconstitucional siempre.
Pero aquí no terminan los pases a la red, los que no hayan judicializado el pago y estén dispuestos a efectuarlo, podrán hacerlo en cinco cuotas luego de aportar el 20%. ¿El resultado? Hoy vencía el plazo ya prorrogado para suscribir convenios de pago y la titular de la AFIP le confirma a Pausa una recaudación provisoria de alrededor de 90.000 millones de pesos, un 30% de lo que se esperaba recaudar según los niveles de ingresos y alícuotas alcanzados. Además amplía el plazo para cumplir con el aporte hasta el 28 del corriente y hace lo que debe: anuncia que denunciará penalmente por evasión agravada a los que recurran a la justicia para incumplirlo. Pero Mercedes Marcó del Pont sabe que hasta ahí llega su poder de fuego. Las fortunas más importantes de este país –sin ánimo de incomodar a empresarios y millonarios con sentido patriótico o de la oportunidad– contratan a los mejores estudios de abogados y tienen, a falta de vergüenza, juzgados federales acólitos que les aseguran grandes posibilidades de evadirlo. "Tenemos todos los recursos y herramientas de la AFIP para litigar, sabemos que no es inconstitucional y no hay doble imposición, son chicanas para no pagar".
¿Y para qué queríamos recaudar el pleno de las contribuciones del aporte? Si consideramos que el Estado gastó –en transferencias a provincias, empresas y familias– entre el 29 de marzo y el 2 de noviembre pasados unos 723.461 millones de pesos, se sabrá que recaudando el ideal previsto del aporte, sólo se podría cubrir un 41%. Con lo recaudado al cierre de esta nota, apenas un 12%. En el punto más alto de su popularidad, Alberto calificaba de “miserables” a los que desafiaban el Decreto 891/20 y despedían trabajadores, con poco más de mil infectados y 27 fallecidos. A más de un año, con dos millones y medio de infectados y casi 60.000 fallecidos, con vacunas en trabajoso despliegue y batiendo récords diarios que superan al primer pico, ¿cómo debería calificarse a los evasores del aporte?
Una catástrofe moral
La OMS declaró que el hecho de que siete países acaparen el 75% de las vacunas (y testeos e instrumental médico) disponibles nos ponía al borde catástrofe moral de escala planetaria. Sumado al hecho de que los laboratorios desestiman el famoso COVAX conque esa misma organización benéfica internacional quería igualar la distribución de vacunas, se derrumba el mito de la humanidad potenciando sus cualidades y valores altruistas, porque incorpora (aunque no lo dice) el dato esencial de que el sistema global imperante es el capitalismo –no el que promueve el Papa sino el que existe– y que los gobiernos económicamente más poderosos, con modelos militarizados de control social o que han realizado y sostienen sus estados de bienestar (EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Israel, Emiratos Árabes; Corea del Norte o la mismísima China), se salvan primero y solos. Cierto capitalismo estatal o socialismo retórico con economía de mercado, nos entrega excepciones geopolítica e históricamente situadas como Rusia y su Sputnik, pero es largo y para otra nota.
La tradicional mezquindad de los poderosos, expuesta en condiciones excepcionales, califica como catástrofe moral de hecho y le pone los puntos a la política que ejercen los gobiernos elegidos por voto popular y que pretenden un capitalismo de inclusión y reparto, que remedie las desigualdades brutales que ese mismo sistema genera. Las citas al Papa, la ONU o la OMS son meramente retóricas, de autoridad discursiva, en la práctica no tienen efecto alguno.
Alberto cerró el día con una escueta cadena nacional anunciando medidas necesarias, pero que habían descartado Carla Vizotti por la mañana y Nicolás Trotta por la tarde. Larreta ya hizo su presentación judicial y propios como Perotti o Schiaretti (tercera y cuarta provincias con mayor cantidad de contagios) se despegan de las medidas porque sus números aún son mejores que los del AMBA, como si pudiese cavarse una fosa alrededor de los estados infectos. Pero no iba por ese lado, el presidente les pidió adhesión por razones políticas, algo no se entendió definitivamente.