Alicia Kaufmanas participó de los Juegos Olímpicos de Tokio 64 y México 68. A pocos meses de la gran cita atlética de 2021, dialogamos con una protagonista histórica del deporte santafesino.
Por estos días, luego de la reprogramación que confirmara el inicio de los Juegos Olímpicos a partir del 23 de julio, la información más destacada es que se les negará la entrada a Japón a los espectadores extranjeros que deseen asistir a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Un año después de lo estipulado, el mundo del deporte vuelve a llenarse de expectativas por la llegada de un nuevo Juego. Como hace 57 años, Tokio será la sede para establecer las nuevas marcas.
Volver a Tokio
Las dos bombas atómicas, la recuperación de la derrota de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Estados Unidos entre 1945 y 1952 en tierras niponas ya eran parte de un pasado reciente. En el año 1964 Japón estaba en un desarrollo pleno y con un crecimiento económico que era mirado con asombro desde Occidente. Dentro del gran plan de recuperación el pueblo del emperador Hirohito le demostró al mundo que era capaz de organizar los Juegos Olímpicos en la ciudad capital, Tokio. Además, se convertía en el primer país asiático en organizar la máxima cita deportiva.
Se calcula que la inversión total de aquella época rondó los 3.000 millones de dólares, suficientes para transformar la arquitectura y urbanística de una ciudad arrasada en una de las más avanzadas capitales del mundo. Fueron tan importantes estos Juegos Olímpicos, que se convirtieron en los primeros en ser televisados en color y transmitidos en directo, vía satélite para los Estados Unidos y gran parte de Europa. Además, fue la primera vez en utilizarse la “cámara lenta” y las computadoras para registrar los tiempos en las competiciones.
En nuestra Argentina estábamos muy lejos de ver en directo alguna competencia y mucho más de la televisión a color. La radio y el diario eran los medios dominantes, los que, por ejemplo, le contaban a todo el país que una atleta santafesina, Alicia Kaufmanas, iba a representar a la Argentina en la disciplina atlética de “posta 4 x 100 llanos”. La joven de Velocidad y Resistencia era una de las seis mujeres que integraban una delegación compuesta por 102 atletas.
Historia presente
Alicia Kaufmanas, la hija de una madre y un padre lituano que huyeron de la guerra, forjada por una enorme voluntad y un gran sacrificio es una mujer íntegramente deportista. Ya con 80 años y contenta porque el 16 de marzo recibió la primera dosis de la vacuna para contrarrestar el Covid-19, le cuenta a Pausa que el primer recuerdo que tiene de Japón es que “todavía no era pista sintética, era de ladrillo, pero lo que más me llamó la atención era la organización que tenían los japoneses, eran exactos en todo, cada competencia no se demoraba ni un minuto, la Villa Olímpica era excelente y también recuerdo que nos llevaban a diferentes casas para mostrarnos la ceremonia del té, nos hacían arrodillar en la alfombra y participábamos activamente de esas ceremonias, era hermoso”. Toma aire y expresa: “¡La primera experiencia como olímpica fue una barbaridad!”.
En lo estrictamente deportivo a la santafesina le explota en su boca un nombre: “En ese momento tenía el récord Tatiana Schelkánova, una rusa, y para mí fue una satisfacción muy grande verla competir en Tokio y encontrarme con semejante ídola”. La soviética llegaba a los JJOO de 1964 con una marca de salto en largo de 6,70m, que la había conseguido en Moscú el 4 de julio de ese mismo año.
Alicia, en diálogo telefónico, subraya: “Siempre participé en 100 metros y salto en largo, pero allá también hicimos la posta 4x100, y nos fue bastante bien”.
La web oficial de la Confederación Argentina de Atletismo analiza la competencia de aquellas mujeres que participaron en diversas disciplinas con gratos recuerdos. “Tal vez, el desempeño más lúcido de ese equipo argentino le correspondió a la posta femenina 4x100. Si bien no accedió a la final (quedó quinta en su serie con 46s.76), el equipo integrado por Margarita Formeiro, Susana Ritchie, Mabel Farina y Alicia Kaufmanas estableció el récord sudamericano, que recién pudo ser mejorado por otro equipo argentino con 44s90, once años después en los Panamericanos de México (y que todavía hoy, a 46 años, se mantiene como tope nacional)”. Kaufmanas recuerda que le tocó participar en el segundo tramo de la posta, “la primera fue Formeiro y después salí yo”. Además menciona que también compitió en salto en largo. “Antes de ir a Japón tuve que hacer récord argentino y sudamericano para poder llegar a los Juegos. En octubre del 63 hice una marca de 5,94, pero para clasificar pedían superar los 6 metros, así que me entrené todas las vacaciones para llegar a esa marca y llegué a los 6,15”. Con orgullo cuenta que esa marca a nivel provincial todavía no la pudieron romper, “hace 58 años que tengo ese récord en Santa Fe”.
En la disciplina de salto en largo la argentina no logró clasificar a la ronda final y la rusa que tanto admiraba se quedó con la medalla de bronce.
La historia de la atleta de la capital santafesina tiene otro capítulo más por descubrir, y ese capítulo se llama “México 1968”.
Sello latino
Norma Enriqueta Basilio Sotelo, también conocida como Queta Basilio, fue la atleta mexicana que quedó en la historia, ya que llevó la antorcha olímpica y encendió el pebetero, de esa manera por primera vez una mujer cumplía con el acto más simbólico de un Juego Olímpico. El acontecimiento tuvo lugar el 12 de octubre de 1968. Vale recordar que 10 días antes se produjo la Masacre de Tlatelolco, donde policías y militares dispararon a una multitud pacífica, compuesta en su mayoría por jóvenes estudiantes que se manifestaban en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México. 1968 se caracterizó por un año con mucha intensidad en las calles mexicanas, ya que gran parte del pueblo azteca se manifestaba en contra de un gobierno autoritario y violento, comandado por Gustavo Díaz Ordaz, del PRI (Partido Revolucionario Institucional, que gobernó México durante toda la segunda mitad del siglo XX).
También fueron los JJOO del “Black Power”. El 16 de octubre, durante la ceremonia de premiación de los 200 metros, los medallistas Tommie Smith (oro) y John Carlos (bronce) realizaron el saludo del poder negro en protesta por la segregación racial en los Estados Unidos. El ganador de la plata, Peter Norman (australiano), los apoyó al portar la insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos.
En ese contexto llegó a México la delegación argentina, que presentaba a 89 deportistas, de los cuales sólo cinco eran mujeres, entre ellas estaba Alicia Kaufmanas, era el segundo certamen olímpico para la atleta santafesina.
Piso, control y nulo apoyo
Previo a recordar los JJOO de 1968 destaca que un año antes participó de los Panamericanos que se llevaron a cabo en Canadá (Winnipeg 1967). “En esos Panamericanos se usó la pista sintética, que era toda una novedad, y recién en México se usaron todas las pistas sintéticas. Al principio muchos atletas se lesionaban, era algo nuevo, recuerdo que hubo muchas lesiones en el tendón de Aquiles”. La memoria de Alicia la llevó a otro tema muy importante para la historia del deporte olímpico: “En México aparecieron las pruebas de antidopaje”. Se oficializó que a partir de ese Juego Olímpico se realizarían los exámenes de orina, aleatorios a los atletas, en la búsqueda de sustancias que serían consideradas prohibidas, como los estimulantes, narcóticos, antidepresivos y tranquilizantes.
En México la compatriota participó de los 100 y 200 metros llanos y de salto en largo, en ninguna de las disciplinas pudo pasar a las rondas finales.
A la hora de hablar del apoyo estatal para competir en la competencia máxima que puede aspirar una atleta, la representante del Club Velocidad y Resistencia de Santa Fe asegura “que no había nada de apoyo, yo ya tenía la marca para ir y en lugar de concentrarme para entrenar solamente en las pruebas tenía que hacer, tenía que trabajar mucho más como profesora de educación física, salía muy temprano, también me iba a dar clases a Gálvez, volvía como a las siete de la tarde, me bajaba en el Parque del Sur y me estaba esperando mi entrenador para poder entrenarme. Todo era muy sacrificado, nada que ver con las competidoras de los otros países, donde casi todas se dedicaban solamente a entrenar. Hasta los trámites del pasaporte tuve que hacer”.
Naturalmente deportista
“En toda mi juventud me dediqué al deporte, me recibí de profesora de educación física, en 1970 me casé y después me dediqué al vóley, más grande jugué al pádel y luego terminé haciendo tenis criollo. Hasta el año pasado jugaba con las veteranas en Banco Provincial, hasta que nos llegó la pandemia. Me mantengo físicamente, por suerte en el edificio donde vivo hay un gimnasio arriba, pero lo que me mató es que no pude seguir con el tenis criollo”.
En un nuevo año olímpico le colgamos la medalla de oro a nuestra Alicia Kaufmanas, una atleta excepcional que agrandó al deporte santafesino.