La posibilidad de que los smartphones “dialoguen” entre ellos y el ser humano quede afuera, puede ser muy útil para sobrevivir a la proliferación de grupos de guasap que crecen con la misma velocidad que el costo de los alimentos.
Los teléfonos inteligentes comienzan a tener la posibilidad de dar respuestas pre-configuradas para “acelerar” las respuestas entre usuarios. Es decir que la información recabada por el algoritmo ayudaría a mejorar la comunicación entre seres humanos. Dale contate otra, Mark. No pasará mucho tiempo para que esa respuesta se convierta en una conversación determinada. Sí, es re fatalista, pero si no qué sentido tiene. Alarma, alarma… y más alarma. Del diccionario que completa la palabra cercana a la conversación entre bots llega la conversación automatizada. Sí, esto sin dudas puede derivar en que los Smart “dialoguen” entre ellos y el ser humano quede afuera del diálogo. En principio, esto puede ser muy útil para sobrevivir a la proliferación de grupos de guasap que crecen con la misma velocidad que el costo de los alimentos. La pandemia no logró bajar el alza de ninguno de los dos. Es más fácil que baje la carne antes que dejen de sumarlo a un nuevo grupo. Sí, ud. podrá decirme con risa burlona al estilo Nelson Muntz (no Castro): Ha! Ha! No tengo guasap. Y alguién más atrás dirá y yo no tengo teléfono. Mientras otra persona intenta pagar con una billetera electrónica. Sí y Jeff Bezos es el pelado más rico del mundo por cuarto año consecutivo y tiene un bolsón de López con 177.000 millones de dólares. Todos esos morlacos aumentados en la pandemia. ¿Dónde comenzó el problema? No tengo la menor idea. Quizás en la cueva de Altamira y los primeros artistas o cuando Messi en la final no pudo embocarla contra Alemania.
Aby Warburg que nunca jugó al futbol, en el ritual de la serpiente, escribe: “El telégrafo y el teléfono destruyen el cosmos. El pensamiento mítico y el pensamiento simbólico, en lucha para darle una dimensión espiritual a la relación del hombre con su medio ambiente, han hecho del espacio una zona de contemplación o de pensamiento, espacio que la comunicación eléctrica aniquila de modo instantáneo”. Y si el problema nace con la energía eléctrica y los menonitas tienen razón. La luz del día nos corre de la relación con el tiempo solar y la luz artificial vino a hacernos más productivos para poder dormir menos y estar conectados a Netflix. Ya lo dijo Reed Hastings, CEO de Netflix: “En Amazon están haciendo una gran programación y seguirán haciéndola, pero no estoy seguro de que eso nos afecte a nosotros porque el mercado es muy grande. Cuando ves una serie de Netflix y te enganchas, te quedas hasta tarde viéndola. Realmente, y al final, estamos compitiendo con el sueño”.
Ya es tarde, muy tarde. Quizás el problema comenzó cuando alguien le dio un papel a otro que aseguraba que era propietario.