La ciudad de Santa Fe fue epicentro del rodaje de “Rinoceronte”, de Arturo Castro Godoy. Se estima que dejará a la provincia una inversión de 20 millones de pesos y 250 puestos de trabajo.
“Rinoceronte” cuenta la historia de Damián, un pibe de 11 años que llega de un contexto complicado a vivir en un hogar en la ciudad de Santa Fe. La película, escrita y dirigida por Arturo Castro Godoy, sigue los primeros días de su ingreso en la institución acompañado por Leandro, un asistente social. Se trata del primer largometraje ficcional filmado en pandemia en la provincia, actualmente en rodaje, íntegramente en la ciudad de Santa Fe.
El director adelanta que uno de los temas que toca la película es “la ciudad, como objeto que podemos transitar, oler, escuchar, y a la vez como concepto, como construcción mental e imaginaria, que puede ser tan distinta para unes y para otres”. A la par de las diferencias socioeconómicas, que hacen que la ciudad sea radicalmente diferente para una persona que vive en Alto Verde y para otra que vive en el Puerto, dice Castro Godoy, “también lo es para personas en una misma cuadra, incluso entre hermanos que viven en una misma casa, porque nuestras decisiones y el azar van delimitando cuáles son los lugares de la ciudad por donde vamos”.
En ese sentido, el venezolano radicado hace varios años en Santa Fe puntualiza en que las locaciones elegidas para el rodaje configuran una ciudad tan ficcional como hiperreal: “Partiendo de mi mirada específica y la del equipo, con quienes hemos sido muy minuciosos para ser coherentes dentro del artificio, estamos filmando en determinados barrios y en instituciones del Estado, como hogares y hospitales, que claramente predefinen la versión de la ciudad que elegimos narrar”, explica.
El proyecto, que resultó ganador del concurso Largometraje de Ficción 2018 del INCAA, estaba planificado para comenzar a rodarse en 2020 y entró en pausa por la pandemia. Es una producción de Alto Cine, la empresa formada por la productora santafesina Paula Rodríguez y el cordobés Maximiliano Wendler. El equipo técnico es en su mayoría local, con la participación de profesionales de Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos.
Las jornadas de filmación se extendieron hasta el 14 de mayo con el protocolo correspondiente, que incluyó el trabajo en burbujas con hisopados regulares. A diferencia de otras áreas del trabajo cultural como las ferias y los eventos artísticos al aire libre, que reclaman por su habilitación con protocolos, la actividad no fue restringida por las últimas medidas.
Cabe destacar que se estima que la película traerá a la provincia una inversión de 20 millones de pesos, generando más de 250 puestos de trabajo y una reactivación económica en diferentes rubros. Su aporte al desarrollo de la industria cinematográfica en la ciudad ya le valió la Declaración de Interés Municipal y Provincial, entregada por la concejala Jorgelina Mudallel.
La historia
El guión, precisa Castro Godoy, narra “un cambio de paradigma, con una vida nueva que se impone, y de fondo, el aprendizaje de que hay cosas que no se superan, que nos acompañan para siempre”. Como en las películas anteriores del cineasta, el film sigue de cerca al protagonista y sus acciones frente a un conflicto y, a fin de cuentas, es esa la forma en que se construye, de a golpes y retazos, la identidad del personaje. En “El silencio” (2015), el conflicto era un rito de iniciación clásico, la búsqueda del padre; en “Aire” (2018), era un problema cotidiano -pero no por eso menos trascendental- de una madre obrera y su niño, con una condición de salud particular. Ahora, el relato hace foco en un antes y un después en la vida de Damián, el tránsito de vivir con su familia, mitad ausente, mitad violenta, a la institucionalización.
“Mis películas son sobre transformaciones, a través de eventos cotidianos o más dramáticos en este caso, así que creo que todas hablan un poco sobre la identidad. Se trata en cierta medida de cómo se transforma la identidad de Damián mientras lidia con todo lo nuevo, hay algo de aprendizaje del personaje y de la aceptación de la ayuda, de entender que la vida nos obliga a atravesarla como un laberinto de piñas, pero a veces afloja un poco”, agrega el director.
La perspectiva del relato se opone a “posturas optimistas, new age o inocentes, que dicen que uno puede superar todo lo malo con amor o buena voluntad”, afirma Castro Godoy, y reflexiona: “La película habla de que hay cosas que no se superan, incluso, que no hay nada que superar si pensamos en lo peyorativo que es decir eso, en el sentido de que hay situaciones que ni se pueden pasar por arriba ni dejarlas atrás”.
“Es una especie de elogio a la catarsis, la bronca y la rabia, porque hay cosas por las que está bien y vale la pena estar enojado”, afirma.
El casting
El elenco se compone en su mayoría por intérpretes de Santa Fe, Rosario y alrededores. Además, cuenta con las actuaciones especiales de Eva Bianco, ganadora de la Mejor Interpretación en el 63º Festival Internacional de Cine de Cannes por la película “Los Labios”; y de Diego Cremonesi, actor de “El Marginal”, “Kryptonita” y “Monzón”, entre otras. El protagonista es un niño santafesino, Vito Contini Brea, en su primer trabajo frente a la cámara.
Tanto Vito como les demás niñes que participan del film pasaron por una selección de la que participaron más de 300 personas. La directora de casting es Lucía Moller, quien destaca que el proceso fue difícil porque se encontró con mucho talento de niñas y niños de la ciudad. “Son muy jóvenes, tienen entre 4 y 12 años, hacen sus primeros pasos en las actuaciones y frente a cámara, es emocionante ver cómo a medida que avanzamos van incorporando herramientas a su propio recorrido creativo”, describe desde el rodaje.
En la composición de personajes, las chicas y los chicos que hacen su primera experiencia se apropian de los mismos elementos que los adultos, más “el componente de la mirada infantil y su capacidad de juego, que los acerca de una manera muy orgánica a la actuación”, afirma Moller. Autora, directora, docente y Licenciada en Dirección Escénica del IUNA, su trabajo con infancias dentro del rubro viene de hace años con distintos elencos, a lo que se suma un trabajo a la par en jardines de infantes y escuelas primarias. Tuvo a su cargo la dirección de actores en “Choele” (2013) de Juan Sasiaín, donde trabajó con Lautaro Murray, de 12 años, que “como Vito, hacía su primera experiencia frente a cámara, en un protagónico con muchas escenas con texto”, recuerda.
El equipo técnico completa sus cabeceras con Agustín Falco en la asistencia de dirección; Paula V. Rodríguez en la producción; Maximiliano Wendler en la dirección de fotografía; Florencia Whebe en dirección de arte; Ariel Gaspoz en sonido directo; Julia Rebottaro en vestuario; Yamila Gutiérrez en maquillaje y peinado y Marcela Pucci en foto fija.