Dora Barrancos presentó su libro “Los feminismos en América Latina” en el marco de los 10 años de la Cátedra José Martí de la UNL. Un repaso por insubordinaciones, derechos, movimientos políticos de época, diferencias dentro del continente y el quiebre con los límites sexogenéricos.
“Una constancia de lo que se podría llamar la dignidad humana”. La frase pertenece a Dora Barrancos en alusión a una lucha de carácter emancipatorio que se identifica a lo largo de los siglos. De manera más específica, la reconocida académica comenzó así su exposición sobre el libro “Los feminismos en América Latina” (2020), que integra la colección Historia Mínima editada por El Colegio de México. Fue en el marco del 10° aniversario de la Cátedra José Martí de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) el pasado 5 de mayo, bajo la modalidad virtual.
Al dar cuenta de su obra, la investigadora mencionó “el tiempo y la dificultad de la indagación”. “He recorrido país por país. Me propuse hacer algo absolutamente situado porque hay una suerte de dialéctica entre las ‘agencias’ por derechos. A veces las insubordinaciones no dan lugar a los movimientos, sino a una agencia, siempre colectiva”, explicó. Dicho de otra forma, el concepto supone “una lucha determinada”. Esta pauta teórica responde, a su vez, a que “es muy difícil encontrar, sobre todo hasta los años ’30, lo que podrían ser organizaciones de masividad, muy diferentes de lo que ocurre hoy día”.
El cometido de Barrancos se extiende a lo largo del siglo XX y las dos décadas que lleva el siglo XXI. Así fue destacado en la presentación realizada, primero por Pedro Sánchez Izquierdo, secretario de Desarrollo Institucional e Internacionalización de la UNL, y luego por las docentes e investigadoras Ana Copes y Teresa Suárez y su par Emmanuel Theumer. Los estudios de género, “la historia propia” de mujeres y disidencias, los nombres de las principales activistas, las nuevas generaciones, el “monopolio de la heterosexualidad”, “la discriminación en todos los planos”, los “recientes tintes populares de los feminismos” y un enfoque necesario para “no caer en visiones homogeneizantes de los feminismos” fueron algunos de los tópicos resaltados sobre la publicación al momento de introducir la alocución de quien se desempeña actualmente como asesora presidencial ad-honórem.
“Claramente, podemos distinguir movimientos feministas más integrales, agencias relativas a determinados derechos y, por ejemplo, el corte que siempre ha significado en América Latina el sufragismo. Había agencias sufragistas. A veces no se compadece la participación de esas mujeres con lo que podría ser el programa integral emancipatorio”, distinguió la historiadora. Este tal sentido y “en todos los países, se pueden percibir circunstancias de ruptura”, recalcó en virtud de lo trascendente y pertinente que resulta focalizar los “localismos”. ¿Por qué? “Porque son los contextos sociales y políticos los que van teniendo influencia sobre la oportunidad en que emerge, más o menos, la disputa por algún derecho”, subrayó.
Siguiendo la línea de trabajo emprendida por la socióloga, se pone en crisis la idea de que “un movimiento feminista siempre ha sido políticamente correcto en todo, que es impoluto”. Por el contrario, “hay muestras de ciertas correspondencias de costo y oportunidad”. Tal es el caso de “una de las corrientes feministas cubanas, muy vinculada a la estrategia por el sufragio, que estaba muy ligada a la dictadura de Gerardo Machado”. Las dificultades –que también hablan de tensiones y desencuentros– se inscriben, entonces, en “encontrar en un mismo sujeto humano una completa traducción de todos los sentidos emancipatorios”. Vale decir, “muchísimas mujeres eran muy conservadoras y, sin embargo, estuvieron muy vinculadas a las luchas sufragistas”.
A la par, Barrancos identificó “surgimientos de movimientos feministas al calor de luchas contextuales; por ejemplo, la Revolución Mexicana”. A propósito, la investigadora enfatizó lo acontecido en Chile, “donde en los años ‘20 se pueden recoger hasta tres iniciativas de partidos feministas”.
Una investigación de tantos años y tres veranos dedicados a la redacción hicieron que fuera posible “Los feminismos en América Latina”, una obra –en palabras de su autora– que incentiva “volver a preguntarse algunas cuestiones”. “Me hice la obligación de poner nombres porque lo que más ocurre a la condición femenina es no nombrar, una no visibilidad. Fue una heterodoxia tremenda. No podía de dejar figuras que rompieron certezas que teníamos respecto de feministas de la primera ola, clase blanca, familias de clase media y letradas. Pero también hubo otras mujeres”, esgrimió al mencionar decisiones que debió adoptar al momento de repasar acontecimientos y, fundamentalmente, exponer realidades que rompen con preconceptos que, por ejemplo, unen y desunen al feminismo con la izquierda.
Con relación a Argentina, Barrancos hizo hincapié en la oportunidad que se perdió en 1932 por alcanzar el sufragio de la mujer y el divorcio vincular. “Se abre una relación muy compacta de esas agencias feministas respecto de algo que les parece más importante que es oponerse al nazifascismo”, señaló. Del mismo modo, señaló los feminismos que en el continente que surgieron a la luz “de movimientos sociales muy intensos” y, en paralelo, “el resurgimiento del feminismo en un acoplamiento con las luchas por retomar las democracias, sobre todo en América del Sur”, observó.
Un hito sobre el que hizo hincapié la estudiosa fue la Conferencia Panamericana de Mujeres realizada en Baltimore, en 1922; la cual guarda un interés con Estados Unidos. No obstante ello, se alza “una posibilidad de que haya una propuesta feminista para la Unión Panamericana”. En ese momento surgió la “primera emergencia de una liga propia de la condición femenina en América Latina y España”.
Si bien esta “historia mínima” debía finalizar en el siglo XX y con el acuerdo del director de la colección, Pablo Yankelevich, Barrancos se propuso seleccionar algunos hechos del XXI al compás de las “insurgencias de mujeres y las otredades”. Así fue como se manifiestan situaciones de “derrame feminista”, tal es el caso de México. Circunstancias que motivan a hablar ya de una cuarta ola debido a que “se acabaron las lógicas normativas de cómo ser feministas”.
Dados los acontecimientos de los últimos años y finalmente, Barrancos puso el acento en la “amenaza” de la “agencia antiderechos”. “Es más amenazante cuando avanza sobre los sectores populares de manera política. Las nuevas derechas se ocupan, de manera notable, de ser antiderechos”, remarcó cual dura advertencia. Y como contracara: “Nuestros feminismos latinoamericanos son abrazadores con los movimientos de la diversidad sexual”, con lo cual Barancos cuestionó los posicionamientos radicalizados feministas y exaltó la identidad de género que, en nuestro país, reconoce a las personas trans en materia de ciudadanía. En definitiva, “feminista no se nace, mujer tampoco se nace, varón tampoco se nace. Estamos en un condicionante abierto. Esta es una contribución a la historia de tantas acciones por la condición humana más digna empeñada por tantas mujeres a propósito de sus propios derechos. Se abre hacia un cometido más amplio que es la liberación humana más completa, con experiencias en las que el tono de la dignidad nada tenga que ver con la situación sexogenérica”, definió al culminar la referente y activista argentina.
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