Por Luis Moro
Colón de Santa Fe es el primer campeón del interior profundo de Argentina.
Me pregunta un amigo qué pienso del campeonato de Colón, y creo que también nos debemos una lectura que trascienda las historias familiares, lo afectivo, las simpatías personales. Dejar de limitarnos al pago chico, a lo meramente local.
En primer lugar, personalmente, como dice la canción “no somos tan importantes”... más allá del eterno juego del “yo-yo”, del insoportable, a veces, ego periodístico.
En segundo lugar, debemos trascender también la lupa porteña, que se limita, en gran medida, al Pulga Rodríguez como personaje mediático. Es entendible: difícil hablar de lo que se desconoce, de lo que no se siente.
Lo concreto es que Colón es el primer campeón nacional de primera división surgido del interior profundo de Argentina.
Con todo lo que eso implica, en un país de una clara matriz centralista, unitaria: en lo político, económico, cultural, y por supuesto en lo deportivo. Y allí radica la trascendencia del logro sabalero.
Porque a diferencia de Rosario y La Plata -más cercanos material y culturalmente a Buenos Aires, y sin que esto signifique desmerecer los logros de los clubes de esas ciudades- Santa Fe es parte de interior siempre negado.
Colón es un equipo formado centralmente por jugadores cordobeses, santafesinos, tucumanos, y en el que, por supuesto no pueden faltar uruguayos, ocasionalmente otros hermanos latinoamericanos. Y los desheredados de Buenos Aires que llegan para reinventarse, nunca estrellas. Apenas dos futbolistas nacidos en la ciudad de Buenos Aires (Piovi y Castro) y dos del Conurbano (Aliendro y Escobar).
Por eso el campeonato de Colón ha generado tanta empatía en hinchas de Paraná, Córdoba, Cuyo, Corrientes, Chaco, Tucumán, Santiago, Salta, Jujuy... y tantas provincias argentinas. Lo sienten como un triunfo propio.
La consagración de Colón ha desatado una enorme alegría en su afición, lógico. Ojalá sea, sobre todo, un trampolín para que muchos clubes del interior profundo, también se animen a disputar la hegemonía porteña.
Porque en el interior sufrido y generoso anida, a no dudarlo, una porción enorme de la historia futbolística y deportiva nacional.