Joana Carrizo, jugadora de Colón y enfermera del Cullen, contó cómo pasó la noche del 4 de junio en la trinchera más difícil: “La guardia había sido terrible; sentí una alegría enorme, no sé cómo explicarlo”.
Entre tantas historias que se pueden contar en más de un año de pandemia, también hay lugar para una trabajadora que une el fútbol, la emoción de Colón campeón y la Terapia Intensiva Covid en el Hospital Cullen. Se llama Joana Carrizo, tiene 30 años, es enfermera y capitana de Colón en el equipo de Primera División de fútbol femenino.
“Soy enfermera desde el 2018 y desde el año pasado (2020) estoy trabajando en el Cullen”, se presenta Joana en diálogo con Pausa.
—¿Cómo es trabajar en la Unidad de Terapia Intensiva de Covid y con qué sensaciones te vas cuando terminas tu día laboral?
—Trabajar en terapia es aprender algo nuevo cada día, se viven muchas cosas a diario, sobre todo por la manera en la que ves sufrir a la gente, y después morir. Y vos estás ahí, tratando de hacer todo, de dar y brindar lo mejor para que esa persona pueda salir adelante. Lamentablemente no es lindo, pero te deja muchas lecciones, te hace pensar mucho, en la vida y en lo que podés valorar todas esas cosas que muchas veces no lo hacías. No es fácil trabajar en Terapia Covid, saber que todo lo que pasa deja a familias sin padres, madres, abuelos, abuelas, amigos, amigas. Y te vas siempre de la guardia con más tristezas que alegrías, y querés evitar transmitir todo lo que te duele, lo que vivís a tu pareja, pero es la única persona que sinceramente me apoya en todo y es ese sostén que me mantiene en pie, donde puedo descargar todo lo malo.
—¿Qué te provoca cuando escuchás o leés tantas mentiras con respecto al virus?
—Saber que hay gente que no cree, que no entiende, que no se cuida, o el solo hecho de no creer es muy frustrante, porque una lo vive en carne propia. Ojalá pudieran uno por uno estar una hora nada más, y ver, sentir, vivir lo que se vive dentro de una sala cuando ves una persona pedir que la ayuden para respirar, que terminan entubados el día de su cumpleaños, sin dar un último adiós al hijo, mamá o papá, sin un te amo, sin saber que no los van a volver a ver en muchos casos. Una hora de ver lo que duele y el sacrificio que se hace, desde todo el personal de salud, ya sea desde enfermeros y enfermeras, médicos y médicas, personal de servicio. Pero hasta que uno no lo viva desde cerca jamás sabrá lo que es y la dimensión que tiene lo que estamos viviendo.
—¿Cómo es tu día?
—Mi día depende mis guardias. A la mañana me levanto temprano, preparo el desayuno, tengo un tiempo para hablar con mi pareja, pasar un rato e irme a las 8 a la guardia. Vuelvo a comer, trato de no hablar sobre lo que pasa en el Hospital para no seguir con el estrés. Luego descanso un poco y a seguir así cada día. Algunos días van rotando mis guardias y estoy poco en casa. Hoy estoy volviendo a entrenar después de un tiempo de no poder hacerlo, y son esas horas de práctica las que me sacan todo el estrés y me hacen olvidar de todo. Ni hablar cuando se podía jugar, el sábado era el día libre de todo, día de olvidar, de disfrutar y de compartir. Pero más allá de todo me siento feliz por el lugar donde estoy, por esta oportunidad, de poder ayudar, aprender y tratar de ser una gran profesional. Soy feliz porque tengo una persona que es mi cable a tierra y es la que está siempre para alentarme.
—¿Cómo viviste el campeonato de Colón?
—Justo en la final, como en todos los partidos que jugó este año, no lo pude ver. Ese día fue tan diferente que va a quedar para siempre en la historia, me tocó estar de guardia y justo en el segundo gol, lamentablemente, estábamos en una urgencia y entre toda esa ropa que llevábamos puesta, donde sólo con los colegas médicos sabíamos quienes éramos, las lágrimas se hicieron presentes. Nos enterábamos del resultado por las bombas y gritos que escuchábamos de afuera. En el tercer gol, aunque la guardia había sido terrible, sentí una alegría enorme y mucho más, no sé explicarlo, fue increíble.
—¿Qué sensaciones tuviste cuando terminó el partido y las horas y días posteriores?
—Sensaciones jamás vividas, porque pensé en todo, en la pandemia, en no poder festejar y saber que la gente en ese momento, y obviamente, no le podías sacar la alegría de salir campeón y no salir. Eso fue lo que más me preocupaba, pero era inevitable. Caí recién cuando llegué a mi casa (00:30) y prendí el televisor para ver los goles y todo lo demás. Ahí es cuando las lágrimas siguieron por un largo rato, pero tranquila, disfrutando y sabiendo que era un gran regalo para todos los que tanto lo esperamos.
—¿Qué sentís al poder defender la camiseta de la cual sos hincha y además capitana?
—Pude haber ido años antes a Colón, siempre fue la idea, pero siempre fui por otro lado porque no sé si estaba preparada para pelear por esos colores como hoy lo hago, desde el día cero. Hoy defiendo con el alma esta camiseta y deseo en un corto tiempo también poder darle una estrellita al femenino, sé que no es fácil, pero es un gran grupo, confío en el cuerpo técnico que depositó la confianza en mí desde el primer día y lo agradezco de corazón. Ojalá Dios quiera que pronto podamos tener una alegría de poder ser campeón, como lo fui con La Perla cuando jugaba en el equipo de Recreo, o como cuando jugaba los torneos con los equipos donde me tocó estar. Ser capitana me llena porque si bien jamás lo pedí, sí lo trabajé día a día, le metí esfuerzo, sacrificio y humildad para defender lo que amo. En eso nunca dejaré de agradecer a todas las personas que confían en mí para que sea la capitana.
—¿Qué tan cerca o lejos está el fútbol femenino de Colón de lograr un campeonato?
—El trabajo de este nuevo cuerpo técnico tiene muchas esperanzas y trabaja desde las inferiores, para el futuro. Lo viene haciendo muy bien y falta tiempo para que la semilla que plantamos crezca y nos de sus frutos. No sé si falta mucho o poco, no lo sabría decir, pero cada día se trabaja para que al menos estemos más cerca. La Liga Santafesina tiene muy buenos equipos y los torneos son difíciles, pero tenemos que seguir y dar lo mejor de cada una para lograr lo que nos propongamos. Hoy hay que apoyar más a las Escuelitas y Reserva, porque son el futuro y vienen con mucho material. Primera tiene buenas jugadoras, pero todavía le falta terminar de armarse. La idea del técnico es bárbara, pero no siempre se lo termina de acompañar y por ese motivo nunca se puede terminar de formar esa base que quiere.
—¿Cómo juega Joana Carrizo?
—Juego a dar lo mejor que tengo, a que si no tengo fuerzas hay que dar un poco más, pero siempre por el equipo. Juego a defender siempre la camiseta, en el club donde me toque estar. Pero además defiendo a mis compañeras y a los que están ayudando en todo momento. Juego a ganar, aunque perdí muchas veces. Pero tantas caí que no me costó levantarme, juego a la humildad con el rival porque no me olvido que es un deporte y todas vamos por lo mismo. Juego a jugar, pienso que si gano llevo todo eso a casa y si pierdo quiero quedarme con que di todo, eso me tiene que bastar para no sentirme tan mal. Y si juego mal y no me alcanzó juego a mejorar y remendar los errores. Pero sobre todo juego a disfrutar de lo que amo y a transmitirlo de la mejor manera.
—¿Con qué soñás en el fútbol y en la vida?
—Sueño que un día, como jugadora del club más grande de Santa Fe, podamos jugar un partido en el estadio de Colón, pero con público, así sea con cien personas en las tribunas. Quiero sentir ese logro, por una misma y por las compañeras. Sueño que el fútbol crezca, que un día no tenga que trabajar y pagarnos todo para jugar y hacer lo que amamos, o que por lo menos reconozcan que nosotras también podemos. Quizás yo no, pero que las pibas del norte tengan una posibilidad de jugar en clubes grandes y por qué no en la Selección. ¿Quién no lo quisiera? Ojalá falte poco para ser profesionales en todos lados. Hoy la vida la llevo día a día y aunque tengo una pelea por ganar, que es contra un tal Covid que no nos deja avanzar y dio tantas piñas que duelen, en mi vida soy feliz, con lo poco o mucho que tenga o gane es mucho haber llegado al lugar donde hoy estoy, y todo desde mi propio esfuerzo. Hoy no puedo pensar en un futuro y decir qué sueño, porque de a poco se me va dando todo y voy construyendo sueños que desde chica soñé y los logré. Otros sueños no se dieron, pero si pudiera soñar fuerte, ahora solo quiero despertar un día y volver a lo que éramos, quiero volver a viajar para abrazar a la vieja, ver a mis hermanos y sobrinos que no los veo desde que empezó todo esto. Duele tanto no verlos, pero es lo correcto. Soñaré ser aún más profesional y lograr algún día ser reconocidos con mejores sueldos para todos. Sueño con que la sociedad cambie, porque siento que el virus algo cambió, pero nos hizo más diferentes, y eso duele mucho.