La bajante histórica del gran río se explica en la feroz sequía que vive Brasil, causada tanto por La Niña como por las quemas en la sabana tropical de El Cerrado, el ecosistema donde nace el Paraná. Hay tan poca agua que no alcanza ni para las represas.
La deforestación de Brasil volvió, en forma de sequía. El impacto del desastre ambiental se está haciendo sentir en Argentina que observa cómo su gran río tiene varios tramos donde los hidrómetros están secos mientras discute el futuro del transporte fluvial. Un mapa producido por la Nasa muestra la dimensión de la catástrofe: la vegetación de Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso do Sul, Sao Paulo y Paraná, entre otros estados clave de la producción agrícola y la biodiversidad vegetal de Brasil está secándose por falta de agua. Es la peor sequía en Brasil (podría decirse, Sudamérica) en 91 años.
La falta de agua es tal que el gobierno de Brasil usó la cadena nacional de radio y televisión para pedirle a la población que ahorre energía eléctrica y agua potable para evitar aumentos de tarifas y enfrentar la sequía en las principales cuencas hidrográficas. El ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, dio el mensaje en la noche de este lunes en el marco de medidas de emergencia. Literalmente: las represas se están quedando sin agua.
"El uso consciente y responsable de agua y energía reducirá considerablemente la presión sobre el sistema eléctrico, disminuyendo también el costo de la energía generada", afirmó el ministro. Según la Nasa, los bajos niveles de agua son evidentes en diferentes lagos de la cuenca del río Paraná, que alberga diversas presas hidroeléctricas y embalses que contribuyen al suministro de energía de la región. Siete de las 14 reservas principales cercanas estaban a su nivel más bajo desde 1999.
La deforestación en el Cerrado, el mayor ecosistema del país después de la Amazonía, agrava la escasez en los embalses de Paraná, responsables de la mayor capacidad de generación de energía hidroeléctrica del país. Además, Brasil registró precipitaciones por debajo del promedio desde al menos octubre de 2019. El menor volumen de precipitaciones está relacionado con el fenómeno de La Niña, pero, en entrevista con BBC Brasil, el geógrafo Yuri Salmona, doctorado en Ciencias Forestales por la Universidad de Brasilia, consideró que "Es una argumentación simplona atribuir la variación en los embalses simplemente a El Niño o La Niña".
En los últimos años, diversos especialistas han vinculado la deforestación en la Amazonía con la caída de precipitaciones en otras partes de Brasil. Según estas fuentes, la tala de árboles provoca que los bosques dejen de inyectar una inmensa cantidad de agua en la atmósfera que luego se convierte en lluvia, parte del fenómeno de los "ríos voladores".