Volvió para ser mejor y metió al Sabalero en la final de la Copa de la Liga. Podrá salir campeón o no, pero ya nadie podrá olvidar al Colón del “Barba” Domínguez.
Acá está Colón, nuevamente en una final, un año y siete meses después del mítico éxodo sabalero a Paraguay. Si nos ponemos finos y le quitamos los meses (seis) donde la pelota estuvo parada en 2020, los días “hábiles de fútbol” llegan al año. O sea, un año de fútbol posterior a la definición de la Copa Sudamericana el club del barrio Centenario se planta ante otra final, la primera en su historia por un certamen nacional.
¿Llega de casualidad? No. Un plantel no puede llegar de pura suerte a dos finales en un período tan corto. Y en este caso hay que destacar la palabra plantel porque a esta final del 4 de junio de 2021 llega la misma base que arribó a Paraguay en noviembre de 2019. Burián, Escobar, Lértora, Aliendro, Bernardi, “Pulga” Rodríguez, Morelo, Leguizamón, Sandoval, Pierotti, Chicco y Acevedo son los 12 jugadores que estuvieron en Asunción y hoy están en San Juan.
La columna sabalera sigue intacta, el “Cachorro” en el arco, la gran dupla Lértora-Aliendro en la mitad de la cancha y el talentoso potrero de Simoca para darle brillo al equipo. A esta columna que se repite de un año a otro solamente le faltaba un marcador central: Paolo Goltz, pieza clave del Colón versión 2021. Pero ese eje, con todas las piezas importantes que hace girar, lo puso en buen funcionamiento su entrenador: Eduardo Domínguez.
De aquel Colón que llegó a la final de la Sudamericana ante Independiente del Valle de Ecuador a este que enfrentará a Racing en San Juan hay diferencias de juego; esas diferencias aparecen en el entrenador. Ese equipo de Pablo Lavallén no convencía, no jugaba bien, no era confiable, pero tuvo el gran mérito de llegar a una final (no llega cualquiera). A ese plantel, con el agregado de Goltz, Piovi, los destellos futbolísticos de Castro y la explosión de “Facu” Farías, lo tomó Domínguez y lo hizo competitivo. El Colón del “Barba” es un equipo que sabe lo que quiere, que interpreta el plan del DT en cada uno de sus cambios tácticos para provocarle problemas al rival.
Domínguez, conocedor del club y de su presidente José Vignatti, volvió para ser mejor. La directiva aceptó darle “superpoderes” en su regreso y el entrenador los usó para demostrar que este plantel, el que perdió en Paraguay y que poco después se iba al descenso, lo podía rescatar desde el plano emocional y futbolístico.
No es casual que Colón esté en otra final. Al armado de plantel en 2019 y al ascenso de algunos jugadores de inferiores a Primera la dirigencia le sumó al técnico que necesitaba. La relación entre ambas partes evolucionó y en el presente están los frutos.
El secreto es la confianza que los jugadores tienen en su entrenador y viceversa, el trabajo táctico para planear cada partido, saber salir de situaciones de riesgo cuando parece que peor está jugando y poder mostrar todas las caras en un mismo partido, ya que Colón puede jugar un partido siendo absolutamente defensivo y ferozmente ofensivo en los 90 minutos.
Podrá salir campeón o no, pero ya nadie podrá olvidar al Colón del “Barba” Domínguez.