Científicos de UNL y Conicet prueban que el uso intensivo de agroquímicos esteriliza el suelo

A partir de un estudio de suelos realizado en Santa Fe en cultivos intensivos de arroz y soja con uso masivo de agroquímicos se constató cómo los venenos afectan gravemente la fertilidad de los suelos. Además, se verificó cómo los pesticidas quedan como residuo. 

Un grupo de investigadores de Conicet, de las facultades de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) e Ingeniería Química (FIQ) de la UNL, y de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la Universidad Castilla-La Mancha, España, comprobaron que la actividad enzimática en los suelos de cultivos intensivos de arroz y soja de Santa Fe resultó ser muy inferior que en tierras no cultivadas. Las enzimas son un indicador de la fertilidad de la tierra. Los resultados fueron publicados en la revista científica Water, Air, & Soil Pollution, con la firma de Andrés Attademo, Juan Sanchez-Hernandez, Rafael Lajmanovich, Maria Rosa Repetti y Paola Peltzer.

Específicamente, detectaron que en el campo de soja, la actividad enzimática disminuyó entre un 27,5% y un 53% al inicio del ciclo de cosecha, mientras que al final de ese ciclo solo permanecieron inferiores los valores de las enzimas fosfatasa, β-glucosidasa y carboxylesterasa (en un 70,3%, 29,44% y 45,79%, respectivamente). En los cultivos de arroz, en cambio, tanto al inicio como al fin del ciclo de cultivo, los valores fueron inferiores con respecto al sitio de referencia. Además, los investigadores buscaron residuos de más de un centenar de pesticidas en el suelo, de los cuales encontraron presencia de al menos cinco de ellos. Específicamente, al inicio y al fin del ciclo de los cultivos de soja encontraron residuos de azoxistrobina, carbendacima, glilfosato y sus metabolitos AMPA; mientras que en los campos de arroz detectaron azoxistrobina, glifosato y AMPA, al inicio del ciclo de cultivo, y al final, carbendacima, carboxina y tebuconazol.

El estudio se basó en la toma de muestras de suelo de campos cultivados de manera intensiva, uno con soja y otro con arroz, en el departamento de San Javier, en Santa Fe, y cuantificaron los cambios de la actividad enzimática al inicio y al final de cada ciclo de cosecha, para medir la calidad de los suelos. Al comparar los resultados con un sitio de referencia (que en este caso fue un suelo sin cultivar), detectaron que en los campos cultivados, la denominada actividad catalítica de todas las enzimas fue inferior.

Las enzimas están presentes en el suelo a través de microorganismos y se vinculan con la fertilidad de la tierra, ya que, por ejemplo, si se aplica algún fertilizante como urea en una plantación, si no está la enzima que la desdobla los nutrientes no quedan disponibles para que las plantas vuelvan a metabolizarlos. Por eso, la actividad enzimática de los suelos suele tomarse como un indicador de contaminación. En la última década, se ha incrementado su estudio para evaluar el impacto de las aplicaciones de herbicidas y pesticidas en la actividad agrícola, ya que ayudan a conocer, por ejemplo, la actividad microbiana y el ciclo de nutrientes.

“Siempre pensé que podía haber diferencias, pero nunca tan marcadas”, dijo Andrés Attademo, investigador del Conicet en el Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB, respecto de la caída en la actividad de las enzimas. Las muestras fueron tomadas al inicio y al final de los ciclos de cultivo del período 2018/2019, justo antes de que comenzara la pandemia, e hicieron el análisis durante el 2020. Respecto de los agroquímicos, Attademo aclaró: “Que no hayamos encontrado otros no quiere decir que no se hayan aplicado. Muchos compuestos que se sabe que se utilizan, como los órganofosforados y piretroides, tipo clorpirifos o cipermetrina, es posible que no los hayamos detectado porque en los puntos que tomamos de muestreo el producto ya se había degradado”. Advirtió también que la falta de actividad enzimática puede deberse a otros factores como la quema de pastizales, la presencia de metales pesados o las inundaciones necesarias para los cultivos de arroz.

“Es claro que los suelos utilizados por la agricultura intensiva, sobre todo de cultivos transgénicos, están padeciendo un proceso de degradación y contaminación, tal vez irreversible, por las enorme cantidad de agrotóxicos que se utilizan y que año a año se van acumulando, contaminando también el agua y los alimentos, y poniendo en peligro la biodiversidad y a las poblaciones humanas”, señaló el investigador Rafael Lajmanovich, del Conicet y  FBCB.

“Si bien no se incluyó en el presente trabajo, contamos con datos de cultivos agroecológicos de la misma región, adonde no se encontraron residuos de pesticidas y los valores de actividad enzimáticas del suelo son casi normales, por el efecto de las plantaciones”, afirma Lajmanovich, y destaca que “para conservar la fertilidad de los suelos y no contaminarlos, la agroecología es el único método verdaderamente sustentable”. Al respecto, Attademo coincide y agrega que esos datos surgen de un análisis similar que hicieron sobre la actividad enzimática de los suelos de una arrocera agroecológica de la misma zona, con la cual colaboran desde hace años como parte de un proyecto orientado, de ayuda y acompañamiento a pequeños productores.

Con información de Conicet Santa Fe.

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