Es el primer recreo en la escuela nueva, una escuela a la que entro por recomendación, porque estoy para más. Me siento algo perdida, estoy explorando. Miro los árboles en los canteros y esquivo varones que corren y juegan fuerte a la tocada.
Veo una tapita anaranjada de gaseosa en el piso. Me encanta ese sabor, mi papá me compra cuando nos busca a mi hermano y a mí los fines de semana y vamos a pasear por la plaza de las palomas y el estanque de los peces. Me agacho a agarrar esa tapita, es hermosa, mi mano se alarga sobre ese brillo plateado y anaranjado.
Agarro la tapita, toco su borde y alguien que corre me pisa los dedos. Mi dedo índice queda atrapado entre el peso del pie y el piso. Grito y lloro mucho, la tapita está pegada en el dedo, se va cayendo mientras levanto la mano, me queda una marca, dos o tres olas moradas y rojas que empiezan a sangrar.
La tapita se despega, aparece una nena que la saca de mi dedo y la tira al piso. Me agarra la mano, me sopla, yo me soplo, sigo llorando. Me pregunta si me duele mucho, le digo que sí. Me dice vos sos la chica nueva, me dice su nombre, me lleva hacia algún lugar, con la señorita. El resto sigue jugando, nadie observa ni se acerca.
Los patios de las escuelas son la geografía libre para los cuerpos y las alianzas, no están dirimidos por la seño o el maestro, aunque pongan monitores que los revisen. El poder de esta escena está en cómo los individuos miran y entienden el mundo que los rodea. Hace poco hablábamos con amigas acerca de lo salvajes y solas que éramos en estos aprendizajes. Nuestros adultos, en general amorosos pero un poco ausentes, no tenían tiempo, no querían o no podían interesarse en cómo el mundo nos afectaba. El mundo era mundo, ellos eran así y nosotros también. Eran los 70, borroneados y violentos.
Para mí esta escena funda una idea de la amistad y de la solidaridad. En el patio, la que luego sería una de mis mejores amigas hasta hoy, me da cobijo y, sobre todo, me ve. ¿Un compañero funda una idea de solidaridad o la destruye? ¿Funda un aprendizaje? ¿Funda un modo de ser en relación con el otro? Sí. Y para siempre.