Los principales frentes políticos amplían sus bases para capturar el voto blando. Los realineamientos en la provincia de Santa Fe, a pocos días del cierre de listas.
Con cambios respecto de las elecciones anteriores, se puso en marcha en la provincia de Santa Fe el proceso que desembocará, el 12 de septiembre, en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) en las que se definirán las listas para las generales del 14 de noviembre. Ese día, Santa Fe renovará sus tres bancas en el Senado de la Nación y elegirá también nueve diputados nacionales. En simultáneo, en las mismas fechas se realizarán los comicios locales de concejales, comisiones comunales e intendente en 14 ciudades de la provincia.
Para las primarias de legisladores nacionales se anotaron ocho espacios políticos. Las novedades más importantes: el sector NEO de la UCR santafesina ratificó su doble pertenencia (irá dentro de Juntos por el Cambio en las nacionales y seguirá en el Frente Progresista en el plano local), el diputado socialista Rubén Giustiniani volvió a lo que ahora se llama Frente Amplio Progresista (como en 2011) y habrá al menos cuatro propuestas en Juntos por el Cambio, tres de ellas lideradas por precandidatos la UCR. El Frente de Todos mantiene su esquema de unidad, como en 2019.
Cuando faltan aún algunas horas para la presentación de las listas nacionales –el plazo vence el 24 de julio a la medianoche–, está claro que a medida que se instala un escenario de polarización cada vez más marcado, los diferentes partidos y frentes de Santa Fe vienen ensayando desplazamientos hacia el centro del espectro político. Nadie quiere quedarse en las márgenes; intuyen que en tiempos de Covid, con la incertidumbre que conlleva la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas, la ciudadanía se volcará hacia opciones moderadas y previsibles. Las alianzas que se conformaron para las elecciones primarias de diputados y senadores nacionales ratifican esa hipótesis.
El Frente de Todos y Juntos por el Cambio apuestan a condensar el grueso del electorado. En esos espacios observan cierto hartazgo de la ciudadanía respecto de la política tradicional, uno de los motivos que los llevó a convocar figuras extrapartidarias para encabezar las listas de precandidatos, sobre todo por el lado del macrismo, en una estrategia que se repite a lo largo y a lo ancho del país. En un año con poco clima electoral, buscan la forma de renovar sus propuestas y aumentar su base de sustentación.
La polarización entre los dos grandes frentes nacionales, inmutable desde 2015, dificulta la construcción de una tercera vía. Se retroalimentan entre sí: el gobierno de Alberto Fernández buscará imponerse ante lo que consideran “el pasado” –el macrismo y sus variaciones–, mientras que, en los distintos campamentos de Juntos por el Cambio, ahora sin jefaturas excluyentes, apuestan a un triunfo en las elecciones de medio término que genere expectativas de cara a 2023. En ese esquema, no hay lugar para terceros.
Aunque se trate de una elección nacional para renovar las dos cámaras del Congreso, lo cierto es que serán 24 elecciones distintas que se realizarán en simultáneo en la misma fecha. Cada provincia tiene sus tradiciones y su propia dinámica. En el caso de Santa Fe hay algunas particularidades que la diferencian de los otros distritos: el Frente Progresista pretende sostener en las urnas el escenario de tres tercios que, aún con algunas anomalías, caracteriza a la política provincial desde 2011. La gran incógnita es si podrán construir ese tercer espacio o, como ocurrió en 2015 y 2017, el progresismo santafesino terminará deglutido por la grieta nacional.
Para competir en las primarias del 12 de septiembre, los principales frentes políticos santafesinos ensancharon sus respectivas composiciones y todos los movimientos registrados durante las últimas semanas apuntan a lo mismo: construir un espacio potente, de centro, capaz de representar a los propios y también a todos aquellos que están desencantados con la política tradicional.
Dilemas sobre el cierre
En su primer testeo desde que recuperó el poder en la provincia, el peronismo debate puertas adentro cuál es la mejor estrategia para afrontar las primarias. El presidente del PJ provincial, Ricardo Olivera entiende que, para las elecciones nacionales, lo mejor es lograr una lista de unidad que contenga a todos los sectores partidarios. A diferencia de los comicios locales, donde habrá internas en las principales ciudades y comunas de la provincia, la cúpula del PJ se inclina por la idea de un acuerdo amplio que exprese cohesión y unidad.
El ministro de Gobierno de Santa Fe Roberto Sukerman, dejó en claro que la Casa Rosada incidirá en las definiciones de las listas. Se trata, en síntesis, de una elección de legisladores nacionales y el gobierno de Alberto Fernández necesita sumar bancas en el Congreso para encarar la segunda mitad del mandato.
Perotti sabe que Alberto y Cristina buscarán incidir en la estrategia electoral porque Santa Fe es la única de las provincias centrales en las que el peronismo tiene alguna chance de ganar, según los sondeos y las encuestas que circulan por estos días. Córdoba, Mendoza, Entre Ríos y la cuidad de Buenos Aires aparecen como causas perdidas para el actual oficialismo, que apuntará sus cañones a la provincia de Buenos Aires. Pero, ¿con qué nombres, con qué propuestas y con qué mensaje encarará el peronismo la campaña en tierras santafesinas? El 25 de julio se conocerán las respuestas.
En el campo opositor hubo movimientos frenéticos. Ya nada es como hasta 2019. El cambio de signo político en la provincia aceleró los desplazamientos y este año, tras la muerte de Miguel Lifschitz, los radicales del NEO capitaneados por Maximiliano Pullaro hicieron las valijas y se mudaron a Juntos por el Cambio. El macrismo pretende recuperarse de la derrota de 2019 y para ello abrió el libro de pases: en Santa Fe, además del sector de la UCR-NEO, quieren sumar a la mediática diputada Amalia Granata. Con la misma lógica, el radical Mario Barletta fichó a la periodista rosarina Carolina Losada.
La tan mentada “ampliación” del Frente Progresista se canalizó con el regreso de Rubén Giustiniani y su partido Igualdad. Para ese sector, seguir al margen de las principales coaliciones significaba un aporte meramente testimonial, sin ninguna chance real de acercarse a la disputa por el poder.
Más política
En tiempos de incertidumbre como los que vivimos, es fácil caer en la tentación del canto de sirena de la anti política. La pandemia está arrasando con el mundo que conocíamos. Bajo esa anomalía se desarrollarán este año las primeras elecciones post (o con) coronavirus. Más de 100 mil muertos y casi cinco millones de personas contagiadas es la foto actual de la Argentina. En ese contexto, las distintas fuerzas políticas presentarán sus propuestas, en medio de un clima de apatía y desinterés: el ecosistema ideal para que salgan a la superficie los discursos anti política, un nuevo “que se vayan todos”, esta vez sin saqueos y con un mayor colchón de seguridad social, pero con temores fundados por parte de la ciudadanía que se basan en lo que pasa en los hospitales y en el feroz golpe al bolsillo que significa esta emergencia. Pero, a no confundirse: de las crisis se sale con más y mejor política. Los que dicen lo contrario y además se postulan a cargos electivos, mienten por partida doble.