Desde el año pasado, un sector de la oposición repite la frase "Ah pero Macri" como toda respuesta ante el discurso del gobierno cuando contextualiza la crisis en la "pesada herencia" (¿también suena?). Qué implica esa frase y por qué a veces es mejor reírse.
Entonces, uno decía "Yo aguanto la respiración un minuto abajo del agua" y no faltaba otro que decía "Yo aguando dos minutos" y venía un tercero que decía "Mi papá la aguanta cinco minutos" hasta que uno tiraba "Mi abuelo la aguantaba todo lo que quería, la aguantaba infinito punto rojo". Otra variante era "¡No seas morfón, pasá la pelota!" y del otro lado "¡Espejito rebotín, espejito rebotín!". La conversación en los recreos escolares tiene muchas de estas variantes, que dan ternura vistas desde lo lejos, en ese abismo en el vivimos cuando dejamos de ser niños. Vista desde adentro, esa instancia de discusión exhibía tanto al párvulo que giraba al descubierto en sus argumentos como al infante que se ponía incómodo y fastidioso ante esas fórmulas irrebatibles. Algo así como Martín Tetaz y Carlos Heller en el debate en A Dos Voces, el lunes por la noche, o buena parte de la oposición que repite sin cesar "¡Ah pero Macri!" y el oficialismo que al escuchar esa frase refunfuña como si le hubieran sacado la pelota.
Cada "Ah pero Macri" es festejado por la tropa propia de redes del macrismo como un gol de media cancha y está bien. Para el caso, el kichnerismo de televisor festeja los firuletes de Aníbal Fernández como si tuvieran algún efecto más que reafirmar las propias creencias y alejar despavoridos a los votos blandos. Creo que hasta alguna vez Macri usó el "Ah pero Macri". No sería de extrañar.
El "Ah pero Macri" es una frase que se puede comprender en muchos niveles, tomaremos dos: cómo actúa la frase en su contexto y qué significados implica.
Semántica y pragmática
"Ah pero Macri" aparece en los mismos contextos en los que el actual oficialismo discutía qué era la "pesada herencia": el gobierno argumentando que la situación presente se debe a los males del pasado. Lo que está en juego en esa discusión es la definición de la situación presente (qué tan mal está todo), la del pasado (qué tan mal estuvo todo) y la de cómo se relacionan presente y pasado (¿ese pasado es la causa de este presente o el presente se explica por sí mismo?).
Sin embargo, "Ah pero Macri" no aporta nada a esa discusión. Su única función es la de impugnar al que enuncia. En ese sentido, es similar a la campaña "Bu", de 2015, cuando se querían desmentir todas las predicciones que se hacían sobre el futuro gobierno de Macri. Esas predicciones se atacaban no en su significado, sino en cómo impactaban en su contexto: se las acusaba de exageración y listo. Es lo que corrientemente se conoce como un problema de forma: no importa lo que se dice sino que está mal dicho. Es una exageración, sólo busca asustar, luego no es real, no importa qué se diga y luego no importa qué dice esa persona que anda diciendo exageraciones todo el tiempo. "Ah pero Macri" funciona igual: en este caso se impugna la cantidad de información y su relevancia. Con menos exquisiteces de la pragmática: si te dice "pero", entonces no vale, no es honesto. La versión excelsa de este forma de debatir fue el "Daniel, parecés un panelista de 6, 7, 8", durante el debate presidencial de 2015. Macri ahí nunca discutió en el nivel del significado aquello que decía Scioli, directamente lo invalidó por cómo actuaba su discurso en el contexto en que se daba el debate, por cómo sonaba parecido al de un panelista del programa de la TV Pública.
También "Ah pero Macri" impugna a quien argumenta, más allá de lo que diga, porque invalida la acción comunicativa. Sirve para decir: toda tu justificación de la actual crisis se sostiene en un "pero" y, por lo tanto, no es verdadera, honesta, real, no te hacés cargo, no asumís tu cuota en la crisis. Se ataca a quien enuncia y a la enunciación, pero no al enunciado.
Pero a diferencia de la campaña "Bu" y del destello de Macri en aquel viejo debate, el "Ah pero Macri" produce un extraño efecto, porque sí hay un significado con espesor histórico en el debate. Sí que existe ese pasado macrista, no es un susto exagerado ni una predicción de panelista. En consecuencia, lo que termina produciendo el "Ah pero Macri" es la reafirmación estructural de que Macri sí fue peor a todo lo que pueda anteceder al "pero". Porque eso es lo que esa frase nunca discute.
Cuando se discutía la "pesada herencia" sí se disputaba un significado. El kirchnerismo había dejado mucha o poca pobreza, mucha o poca desocupación, mucha o poca deuda externa y así. En el "Ah pero Macri" no se disputa el nunca el significado de "Macri", se lo deja todo en boca de la crítica que hace el actual gobierno. Lo que sí discute "Ah pero Macri" es que el vocero del oficialismo recaiga en esa estructura argumentativa, no lo que esté en el significado del argumento. Peor todavía: "Ah pero Macri" deja que Macri se infle sin parar con todo lo malo que le cabe.
En ese punto se emparentan "Infinito punto rojo", "Espejito rebotín" y "Ah pero Macri". Muestran el límite. El macrismo no puede hablar del macrismo –cuando la intenta se embarra defendiendo los créditos UVA o el crédito del FMI– y sólo le queda impugnar al otro y a la discusión misma, repitiendo una frase todas las veces que sea necesario. Ya lo aprendimos en el recreo: el problema no está en el infante que apenas llega a ese nivel de debate, el problema está en quien replica a un berrinche con gruñidos de fastidio en lugar de una buena, compresiva y sobradora risa.