El especialista en recuperación y preservación del patrimonio cinematográfico vendrá a Santa Fe para la Semana del Cine y brindará un Seminario de Conservación de Películas. “Desestimar la importancia de la memoria es un efecto dictatorial”, afirma.
Reconocido como uno de los especialistas argentinos más conocidos en la recuperación y preservación de material fílmico, Fernando Martín Peña viene trabajando en un rescate del patrimonio fílmico del Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). “Lo que estamos haciendo es localizar copias de las películas del Instituto, dispersas en casas particulares, el Instituto o colecciones privadas. Luego, se hace la digitalización en 4K, el máximo estándar actual en el país para pasar del fílmico a lo digital. Tercero, se ponen los materiales a disposición del público, en general de manera gratuita”, explica sobre el trabajo, en convenio junto a la casa de altos estudios. En ese marco, el investigador, coleccionista y docente brindará en Santa Fe un Seminario de Conservación de Películas.
El encuentro será el sábado 25 de septiembre a las 10 en el Foro Cultura UNL (9 de julio 2150) con entrada gratuita, sujeta al aforo de la sala y dentro de la programación de la Semana del Cine, organizada por la Municipalidad junto a la UNL, BAFICI, Ciudad de Buenos Aires y Cine Club Santa Fe. No hay inscripción previa y se convoca a participar de manera especial a quienes poseen copias 16 mm. de algún film producido en el Instituto de Cinematografía UNL, o tenga información sobre la existencia de copias 16 mm. de dichos films. La programación completa de la Semana, que incluye proyecciones de BAFICI itinerante y de cortos del ISCAA, puede consultarse en la página de noticias de la Municipalidad.
Los cortos con los que viene trabajando Peña pertenecen a la etapa del Instituto dirigida por Adelqui Camusso, quien sucedió a Fernando Birri –fundador del Instituto en 1956- cuando partió a Brasil en 1962. “Birri marca una línea pedagógica de una influencia extraordinaria, trae la experiencia neorrealista de Italia y la transforma para el caso santafesino. Lo interesante es que muchos de los materiales que estamos encontrando son posteriores a su partida, la escuela siguió produciendo y es bastante iluminador encontrar y difundir materiales que hablan de eso”, cuenta el especialista. “Estamos encontrando copias en buen estado y algunas copias únicas, de las cuales necesitaríamos sacar un internegativo y una copia para garantizar su preservación, cosa que no podemos hacer porque no hay más laboratorios fílmicos en el país. Digitalizar no es garantía de preservación”, aclara.
Sobre las diferencias entre conservar, digitalizar, remasterizar, preservar o restaurar, entre otras cuestiones en torno a cómo abordar institucionalmente la preservación de un patrimonio fílmico como el del Instituto, va a tratar el seminario. Peña lo sintetiza en “sobre qué es lo que podemos hacer con lo que tenemos y qué es lo que deberíamos poder hacer con lo que todavía no tenemos, con la intención realista de orientarnos cuando nos encontramos con una lata”.
Memorias en latas
“El valor del material que estamos encontrando es incalculable, porque toda la producción del Instituto fue de corte documental, en cada corto aparece un pedacito de lo que fue Santa Fe en esos años, de lo que muy probablemente no haya otro testimonio audiovisual”, afirma Peña. Los films que se están rescatando no son solo los producidos directamente por el Instituto sino toda la producción periférica. En general, son películas que no tuvieron gran circulación, a excepción de Tire Dié (1960) de Birri, que tuvo mayor difusión y generó un gran impacto.
En la Biblioteca Virtual de la Universidad Nacional del Litoral ya están disponibles cuatro cortos, entre los que se encuentra López Claro, su pintura mural americana (1960) de Juan Fernando Oliva, en el que se puede ver al artista trabajando en su taller, en un momento histórico en el que se comenzó a reivindicar lo americano ya no como un tema en la pintura, sino como en reencuentro con la cultura continental ancestral. “El corto es bastante raro porque conserva el color original, cosa que muchas copias de esos años no conservan, y se puede tener una definición precisa de las tonalidades de su pintura”, precisa Peña. Otro de los cortos es Hachero nomás (1966) dirigido por Jorge Goldenberg, Patricio Coll, Luis Zanger y Hugo Bonomo, estudiantes del Instituto, en donde “las entrevistas alternan el testimonio del obrero con el de alguien que está acostumbrado a ser patrón y el relato se complejiza, no hay un locutor que te guie por una serie de cifras y datos”, describe.
“Hay una proporción bastante alta de material de Santa Fe que se han conservado, pensando en la época muda por ejemplo, hay más cortos y largos santafesinos conservados que porteños. Puedo estar exagerando un poquito pero no tanto”, señala Peña. Cuando se le pregunta a qué razones se debe esa presencia santafesina, responde que, básicamente, al azar: “Por suerte hay instituciones y personas que se encuentran unas latas y las guardan en vez de tirarlas, pero al no haber una entidad que se ocupe especialmente, no hay ningún factor que permita decir otra cosa”. “El fílmico es bastante noble, no es lo ideal y nada lo garantiza pero, muchas veces, puede resistir en malas condiciones, todavía se la banca y gracias a eso siguen apareciendo cosas, a diferencia de lo digital, que es mucho más volátil”, afirma.
En el caso particular del acervo de la Universidad, precisa el cinéfilo, “el problema ha sido la dictadura, que dispersó todo los materiales, y por alguna razón esa situación se mantuvo, aún en democracia se perdieron muchas cosas”. “Desestimar la importancia de la memoria es un efecto dictatorial”, concluye.
Falta la Cinemateca Nacional
La ausencia de una política pública federal de preservación y difusión del patrimonio fílmico nacional es un reclamo en el que Peña insiste desde hace años. En los papeles, existe la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (CINAIN), un organismo autónomo y autárquico dependiente del Ministerio de Cultura y del INCAA. Nació en 1999 por una ley, la 25.119, redactada por Pino Solanas en colaboración con Julio Raffo, que fue vetada por Carlos Menem, lo que le valió una paliza legislativa de Pino. En 2010, Cristina Fernández de Kirchner reglamentó la ley por decreto y recién en 2017 se anunció la puesta en funcionamiento de la Cinemateca.
Si bien no existen cifras oficiales, en aquel momento desde el organismo se estimaba que se había perdido el 90% de los materiales del cine sonoro y la mitad de los registros de la etapa sonora. Lo cierto es que la última delegada organizadora de la CINAIN, Carolina Konstantinovsky, renunció en febrero de 2021 y la conformación de la Cinemateca sigue pendiente, así como la puesta en marcha de un convenio para la creación del laboratorio de preservación fílmica firmado en 2019 entre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el INCAA. Pino Solanas falleció en 2020, sin poder ver grandes avances en la lucha que sostuvo por años por la defensa del patrimonio del cine nacional.
Peña repite que lo que falta es “una institución con el presupuesto suficiente para generar políticas nacionales de preservaciones, que asista a las entidades pequeñas, sobre todo a las públicas, para que puedan cuidar los materiales lo mejor posible”. Agrega que hay iniciativas similares a las del Instituto de la UNL en toda la Argentina, “pero son relativamente pocas y son voluntaristas, con pocos o ningún recurso”. “Nos falta la entidad madre, una cinemateca nacional, que todos los países tienen, incluso los que no tienen una tradición cinematográfica importante”, resalta.
“A mí me parece que la Argentina tiene un problema grave con su memoria en general, entonces estas cosas nunca están en las prioridades de nadie, ni de los políticos que tienen autoridad sobre los organismos responsables ni de la comunidad cinematográfica que pide plata para producir pero no para perseverar lo que el Estado ayuda a producir, es una paradoja que no se resuelve”, concluye Peña.