La música del Gigante Asiático es uno de los recursos más usados por imperios y gobiernos para mantener al pueblo a raya.
De un bambú clavado en la tierra nació, según la leyenda, la música china gracias al ingenio del filósofo Ling-Lun que cortó la caña y la hizo sonar, más o menos, en el año 2.500 A.C. La primera nota que consiguió fue un Fa sostenido que no lo conformó y que lo motivó a seguir tallando la caña hasta poder interpretar la escala pentatónica (Do, Re, Fa, Sol, La) que desde entonces y hasta hoy es el pilar de la música china. La misión de Ling-Lun, encargada por Huang-di, el Emperador Amarillo, era la de encontrar un sonido “auténtico”. Y lo había conseguido.
Menos romántica y un poco más práctica fue la historia de las canciones nacidas de la entraña de Asia Oriental. Históricamente la música china fue una cuestión de Estado, también de los imperios: casi todos los emperadores tuvieron siempre muy en cuenta el folclore de su pueblo y eran comunes las delegaciones oficiales enviadas a averiguar qué escuchaba la gente. En cualquier lista de Spotify se pueden encontrar estas piezas viejísimas que parecen una canción infinita que va cambiando de colores para que respiremos un rico sahumerio o llenemos una planilla de Excel con una sensación de paz mental no del todo genuina, pero sí reconfortante.
Durante la década de 1920, como a todos lados, el jazz llegó para cambiarlo todo y estas instrumentaciones orientales que estuvieron dentro de sus márgenes durante milenios de pronto incorporaron violines, xilófonos y saxofones. Li Minghui y Li Jinhui, hija y padre, constituyeron la primera gran dupla que de cierta manera inauguró el C-POP. Ella cantante y él compositor, hicieron la punta durante un período muy corto y en un contexto que rápidamente encontró a Jinhui como preso político hasta su muerte, cuya fecha es incierta.
El C-POP (o sea, la música popular) era vista por los maoístas como un declinar de la cultura, por eso se la perseguía e intentaba reemplazar por canciones revolucionarias, con un fin propagandístico pensado especialmente para analfabetos. A partir de 1966, durante la Gran Revolución Cultural Proletaria (el famoso regreso de Mao), la cosa cambió un poco pero no tanto, solamente con un poco más de cabida hacia lo popular pero con techos bajos para lo emergente, como el rock.
Una de las grandes irrupciones de las décadas de 1970 y 1980 fue Teresa Tang, que logró romper algunas barreras culturales definidas por la diferencia entre los dos grandes subgéneros del C-POP: el Cantopop que se interpreta en cantonés y el Mandopop, que suena en mandarín. Tang empezó con baladas y boleros en Mando pero también incursionó en cantonés, japonés, indonés, italiano e inglés. Además de cantante, Teresa fue baterista, actriz, conductora de TV y filántropa.
Al igual que pasó históricamente en Rusia, toda la música china editada oficialmente es lanzada por el Estado. Recién en 1984 un artista empieza a destacarse por hacer rock: Cui Jian o “el viejo Cui” es uno de los pioneros en esta materia, una suerte de León Gieco de ellos, cuya trayectoria está hecha de grabaciones clandestinas y de algunas canciones icónicas como Nada a mi nombre, que fue levantada por estudiantes chinos durante una serie de protestas a fines de los ‘80 para pedir por mayores libertades civiles y democráticas. Eternamente transeúnte del under chino, el Viejo Cui caló hondo internacionalmente gracias a su militancia. Tanto fue así, que hasta tocó de invitado de unos pibes llamados los Rolling Stones.
Si bien estas expresiones fueron ganando terreno a través de los años, nunca lograron consolidarse fundamentalmente a causa del desaliento del gobierno, que encuentra altamente reprimibles las influencias de la cultura occidental. Esto, sabemos, se extiende incluso hasta en el uso de redes sociales y en muchísimos otros aspectos de la vida. Pero justamente gracias a internet las generaciones de artistas más jóvenes tuvieron cada vez mayores posibilidades de divulgar su trabajo.
La censura y el caer en cana por ser músico siguen muy vigentes como gajes del oficio en China. Uno de los casos más salientes es el de los raperos de IN3, que pasaron por todo eso después de haber protestado contra la corrupción, el sistema educativo, el precio de los medicamentos, la contaminación sonora y vehicular en algunos de sus temas.
El rap y el hip hop constituyen una de las dos ramas fuertes de la música actual china, la otra pertenece a los grupos de idols como SNH48, TFBoys y Boy Story. Estos grupos atienden a una lógica mucho más industrializada y menos tradicional: cuentan con la promoción de marcas y son ejes de campañas publicitarias, mantienen una imagen pública predefinida, así como su actividad en redes con un cuidado muy riguroso. De nuevo, el marco normativo y regulatorio, así como te apoya, te frena. La genealogía de estos grupos, por caso el de SNH48, es fascinante y complejísima, al nivel de que sus formaciones se van cortando en "generaciones", tienen cantidad de "grupos hermanos" y también "grupos rivales". Más info por acá.
Como parte del decorado, como elemento revolucionario o mercancía, siempre se intentó que la música sea sierva del poder. Así y todo, siempre los poderosos tuvieron que tomarle el pulso a la gente para ver cómo venía la mano, porque se podrá manipular el arte, pero lo que conmueve lo decidimos acá abajo.