El dúo formado por Pablo Ayala y Diego Núñez lanzó “Calor”, un disco que amalgama guitarra, saxo y ritmos populares.
El dúo conformado por Pablo Ayala en guitarras y Diego Núñez al saxofón publicó el 13 de agosto Calor, su primer álbum, a poco tiempo de cumplir diez años en el ruedo. Son 45 minutos de paseo por distintas paradas de la música popular argentina, recorriendo muchos sonidos de los largos andes y del ancho norte. Tango, vals, zambas y chayas adquieren un color litoraleño gracias a la sensibilidad interpretativa de los músicos.
Esos ritmos y esas canciones históricas están impresas de alguna manera en el ADN de cualquier argentine, si nos prestamos, la conexión es casi inmediata. Silbamos, tarareamos y tiramos un pasito entre mate y mate. Las cuerdas de la guitarra de Pablo hacen chillar el aire y el silbido del saxofón de Diego lo engalana, le da gracia y lo doma como un fakir a una serpiente. En su amalgama, el dúo consigue sonar orgánico, natural, su toque es impecable técnicamente pero también arrojado y apasionado, el balance se explica entre la formación de ambos y la espontaneidad propia de la grabación en simultáneo, todos juntos.
La orquestación es 50/50, mitad de los temas interpretados por el dúo y mitad con invitados: “Que aportaron muchísimo musical, artística y humanamente. Tavo (cantante de Sig Ragga) volcó su sensibilidad en la zamba ‘El Libro Viejo’ (letra y música: Pablo José Ayala), que es el único tema cantado del disco. Danilo con su fuelle, ese instrumento que respira (¡con eso te digo todo!); mi hermano José Ayala llenó el aire con el grave sonido a madera de su contrabajo checoslovaco de cien años de edad; Pichu (Piccioni) aportó los cueros, los parches y su mano, la esencia folklórica en sonidos ancestrales”.
Pero hay también otro secreto. Pablo y Diego tienen además un vínculo familiar, son cuñados, y, tal como cuentan ellos: “La música nació en un patio de una casa familiar entre ‘¿cuál te sabés?’ y ‘tomá, te traje un gato (escrito) a ver qué pasa’... Y lo que pasó fue que comenzó un camino que desafía el prejuicio del cruce entre una guitarra de sólida raigambre en nuestra música folklórica y ciudadana, y un saxofón, timbre foráneo, venido de la música clásica y con un fuerte deseo de transitar sonoridades de la tradición”.
Charlando con Pausa un domingo al mediodía, el dúo confirma que un entendimiento a nivel interpersonal facilita muchísimo el trabajo, sea cual sea el escenario: “Pablo pudo tocar en París de la misma forma que lo hacía acá al lado del limonero de mis viejos. Ese desenvolvimiento de tu compañero te da una confianza tal que podés tocar con los ojos cerrados”, cuenta Diego, acostumbrado a las interpretaciones con la vista fijada en la partitura y fascinado con las posibilidades que habilita el “tocar de memoria”.
En cambio, Pablo llegó haciendo el camino inverso, partiendo desde una relación más de oficio que de estudio: “Así como Diego empezó a tocar de memoria yo empecé a escribir y componer cada vez más, así que nos enriquecemos mutuamente en ese sentido, es una suerte habernos encontrado en este punto”. Del cofre de compositores retomados, el dúo eligió algunos entre los que están Ángel Villondo (“El choclo”), Remo Pignoni (la huella “Por el sur”) y Gardel y Le Pera, un par que se destaca bajo el título de “Volver”, que vuelve con un humor cálido y litoraleño entre la dulzura nostálgica del saxo y del eco que resuena desde la panza de la guitarra.
Pero entre tanta vuelta a la tradición, no faltó tiempo para la experimentación digital con programaciones y pistas pre-grabadas. Tal es el caso de “Colca”: “En enero de 2018 fuimos a tocar a Perú y aprovechamos para visitar el Cañón del Colca (el más profundo del mundo). Allí, en la vía pública y esperando que arrancara nuestra combi, grabé una conversación sobre el consumo de carne de cuy, roedor utilizado en la gastronomía andina. Más adelante utilicé ese audio en una programación con una base rítmica electrónica. Diego la escuchó y me propuso que le escribiera una parte para saxofón”.
En este sentido, el dúo coincide en la importancia de prestar el oído a todas las posibilidades y todas las expresiones (“sea cual sea el estilo, siempre hay alguien intentando decir algo”). En la época de Cazzu, L-Gante y Bizarrap, que juntan visualizaciones por millones, Pablo celebra el éxito de artistas jóvenes dándole un sentido de justicia social: “No hay nada más inclusivo que la posibilidad que da la rima, que no te exige inversión en un instrumento, solamente algo para anotar y ni siquiera eso, con memoria ya se puede componer. En ese sentido está buenísimo porque es super democrático y no deja a nadie afuera”.