Ignacio Martínez Kerz y Mariano Granato reseñan las tareas que llevan adelante el gobierno provincial y el municipio para atender la pobreza. Asistencia alimentaria y contención social, las coincidencias.
La pobreza estructural es un problema de casi medio siglo que ningún gobierno logró resolver, aunque hay diferencias notorias. Se profundizó durante la última dictadura, con la híper del 89 y con el menemismo. Hubo algunos avances en la breve primavera alfonsinista y, sobre todo, en los dos primeros gobiernos kirchneristas. Con Mauricio Macri volvió a recrudecer y cuando Alberto Fernández tuvo la posibilidad de generar un cambio de raíz, apareció la pandemia del coronavirus.
El retroceso económico global de 2020 castigó fuerte a los países en desarrollo, como la Argentina, que debieron volcar sus recursos casi integralmente a reforzar el sistema de salud. No hubo margen para mucho más.
Las medidas esporádicas que se tomaron en plena pandemia no alcanzaron para mitigar las desigualdades. Hubo algunas políticas orientadas a los sectores más vulnerables, como el IFE, pero no fueron suficientes. Otros programas de apoyo a los sectores productivos, como el ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) o los créditos subsidiados, solo alcanzaron a un puñado de empresas y no alcanzaron para contener el empleo y muchos menos los salarios.
El resultado de ese coctel explosivo se observa en la tasa de desempleo (10,2%) y en el índice de pobreza, que supera el 40% a nivel nacional y alcanza niveles dramáticos en el Gran Santa Fe, donde el 50,5% de la población se encuentra en situación de pobreza y el 10,4% es indigente: ni siquiera tiene para comer.
Ante esta situación, Pausa dialogó con los responsables de las áreas sociales del gobierno provincial y de la Municipalidad de Santa Fe para conocer qué se hizo y qué no se pudo hacer para revertir la profundización de la pobreza y la indigencia.
Ignacio Martínez Kerz, secretario de Prácticas Socio Comunitarias del Ministerio de Desarrollo Social de Santa Fe, y Mariano Granato, secretario general de la Municipalidad (y ex secretario de Integración y Economía Social), respondieron las preguntas de Pausa.
—¿Por qué llegamos a esta situación?
—Ignacio Martínez Kerz: Santa Fe llega a esta situación porque no está aislada de lo que ocurre en el país, más allá de particularidades y coyunturas puntuales. Desde 2016 hasta acá tuvimos cinco años caída de los ingresos reales de la mayor parte de la población. Cinco años de seis. Claro que por motivos distintos. Este año, en el que hay una incipiente recuperación, tuvimos el fenómeno de la inflación importada. La suba de los precios internacionales de los alimentos es una bendición para el país, por lo que significa en términos de exportaciones y divisas, pero impacta sobre los precios internos. Es un problema estructural. Al acumularse a la muy mala gestión económica del gobierno de Macri y a la pandemia, el resultado está a la vista.
—Mariano Granato: La situación actual de Santa Fe es difícil de definir sin ponerla en el contexto del resto de las ciudades medianas y grandes del resto de la Argentina. El problema central es que nos encuentra un modelo de crecimiento sostenido en el tiempo que permite incidir sobre los desequilibrios que hay en la economía en general. Estamos ante un proyecto de país que no termina de consolidar un modelo de crecimiento económico. Eso explica en gran parte por qué llegamos hasta acá y explica por qué la situación de pobreza estructural no se modifica a lo largo de los años.
—¿Qué se hizo durante la pandemia?
—IMK: Se hizo muchísimo. En Santa Fe, por decisión del gobernador Perotti, pusimos en marcha un operativo inédito de distribución de alimentos y kits de limpieza casa por casa. No me atrevo a decir que fue el más grande de la historia, pero seguro que no tiene precedentes cercanos. Fue un trabajo articulado con movimientos sociales, instituciones barriales, la Municipalidad, el Ejército. Además hubo constantes refuerzos en dinero en los diferentes programas sociales de la provincia. A todo esto hay que sumarle el impacto de las políticas nacionales, como la AUH, la tarjeta Alimentar, el IFE. Siempre se puede hacer más, pero estoy seguro que el esfuerzo de organización, logística y recursos fue máximo ante una catástrofe sanitaria y económica global.
—MG: Durante la pandemia todos los gobiernos intentaron soluciones transitorias a los emergentes más drásticos de la pobreza, principalmente la asistencia alimentaria. En la ciudad de Santa Fe se estructuró un trabajo conjunto entre los tres niveles del Estado que nos permitió cubrir la asistencia alimentaria a los sectores más golpeados por la crisis que generó la pandemia. El saldo es positivo en el sentido de que pudimos atacar lo que se priorizó, lo más urgente. Posiblemente podrían haberse tomado medidas más profundas, pero es cierto que la pandemia sorprendió a todos los niveles del Estado.
—¿Cuáles son las medidas más urgentes?
—IMK: Las medidas más urgentes se están tomando. Básicamente, producción y trabajo. Crecimiento y distribución. No hay otra. La tarea de contención social está, pero la clave es la actividad económica. La provincia viene liderando la recuperación a nivel nacional. Hay más empleo industrial que en la pre-pandemia. El consumo en supermercados se reactivó en buena medida con Billetera Santa Fe. Los chicos volvieron a la escuela y ya no tienen que pagar el colectivo por el Boleto Educativo Gratuito. La obra pública está a pleno, luego del parate de la pandemia y la delicada situación en que se recibió la provincia en 2019, donde había una enorme deuda con las empresas constructoras. La expectativa es que esa mejora llegue a todo el mundo.
—MG: Las medidas más urgentes son las mismas de hace muchos años atrás: discutir el fondo. La pobreza material no se resuelve solamente con políticas sociales, sino con decisiones de la macroeconomía que orienten a generar empleo. Es importante tomar acciones integrales para atajar los efectos negativos de estos niveles de pobreza.