En la previa de su show en el Anfiteatro municipal, entrevistamos al músico sobre su nuevo material, sobre su retiro y le preguntamos si baila cumbia.
Raly es una de esas personas que se llaman más por su apodo que por su nombre de pila. Por la sencillez en su trato, su perfil bajo y hasta su aspecto de buen tipo, resulta más adecuado dirigirse a Raúl Eduardo Barrionuevo Druetta en una forma un poco más amigable que las posibilidades inscriptas en el registro civil. De ahí la preferencia por este diminutivo con el que lo conocemos. Si bien su nombre pesa tanto como para coronar cualquier festival, él se siente un renegado de pretensiones de fama, guita o cualquier tipo de vanagloria. Por eso se decidió por ponerle pausa a la rutina del artista en gira: “Había pensado en parar dos años y después ver qué hacer. Venía muy cansado… Fueron muchos años de andar por todos lados, arrancando desde abajo con mi guitarra y mi puñadito de canciones hasta este último tiempo donde coseché algo de reconocimiento por eso. Pero quería descansar de la cuestión de la exposición y de estar permanentemente en el escenario. Todo el tema de la fama y eso es algo que no me tienta mucho, por ahí viene con el trabajo pero no es algo con lo que me lleve muy bien. La fama es muy difícil”.
Solo en su casa “tirando a campo”, cerquita de Unquillo, se dedicó a trabajar un poco la tierra, a su gallinero y empezó a investigar el oficio de carpintero. Pero el Raly es músico, y cuando revisaba qué cosas tenía ganas de hacer en la tranquilidad de su casa, no dejaba de tener ganas de terminar ese disco que hacía algunos años venía amasando. En su mente, seguían más vívidos que nunca esos domingos de guitarras sonando desde la radio, a fines de los ‘70 en su tierra natal, en la santiagueña ciudad de Frías: “En la música que hago yo encuentro a mis abuelos, mis tíos, mi padre y mi madre, realmente es algo muy fuerte lo que me pasa, así como imagino que otros músicos que hayan hecho música fusión, ponele, Jack White se habrá criado también con cosas recontra folklóricas o rurales como Robert Johnson. Después claro que uno escribe sus canciones y se va armando con todos los sonidos de su tiempo pero siempre volver a las fuentes es pisar el cimiento de donde uno viene. Aparte también siento que a través de la música puedo sanar algunas cosas duras que me tocaron pasar, eso también está.” La banda sonora de esos recuerdos, enlista Raly, tienen como protagonistas a “Nelly Omar, a los Quilla Huasi, los Trovadores de Cuyo, a los hermanos Ábalos… Mis primeros recuerdos musicales tienen que ver con esas escenas y hasta con el bombo legüero como mi juguete preferido”, le cuenta Raly a Pausa.
Con esas imágenes como disparadoras fueron creciendo en su sentimiento las ganas de terminar 1972, un disco de canciones que lo devuelven a ese momento tan feliz de la vida que, se supone, es (o debiera ser) la infancia. Julio Jaramillo (“Amémosnos”), Ariel Ramírez (“Alfonsina y el mar”) y Horacio Guarany (“Zamba de la añoranza”) aparecen entre los compositores retomados en este álbum en el que empatan la guitarra (Luis Chazarreta) y el piano (Marina Ábalos Gordillo). No hay que olvidar a Daniel Barrionuevo en bombos. Entre los motivos principales que movieron a Raly a terminar este trabajo (que le llevó casi siete años) estuvo el de no dejar en banda a su staff, que forzosamente tuvo que abandonar el trabajo en 2020 y también empujado por la necesidad de compartir e intercambiar con otros artistas, uno de los mayores sentidos que él le encuentra a la vida como músico.
—¿Qué más te motivó para romper esta suerte de “retiro”?
—Yo lo veo un poco como hacerme cargo de una responsabilidad artística. Cuando saqué Radio AM (disco inspirado en su madre) no planeaba salir a presentarlo y sin embargo el público pedía que lo toque, en los festivales y todo, fue muy inesperado. Ahora pasó un poco lo mismo, yo tenía en mente salir a tocar solo con la guitarra pero se presentó la posibilidad de presentar esto con toda la banda, así que ahí vamos.
Todavía más allá de estos trabajos que nombramos, es sabido, la discografía de Raly desarrolla fusiones de estilos propias de un changuito que se crió en un ambiente de música de raigambre local y que más tarde fue un pibe viviendo en una metrópoli como Córdoba, a la que se mudó cuando tenía 18: “Empecé a encontrar puntos de conexión entre los folklores del mundo y el nuestro, me enganché con Chico Buarque, con Caetano (Veloso). Me gustaron mucho cantantes como Johnny Cash, fui entendiendo de a poco otras cosas por ahí más complejas, como Pink Floyd, también me pasó con el punk a través de Los Ramones por ejemplo o con el grunge de Seattle”.
—¿Sos de escuchar artistas emergentes?
—Me gusta aprender de los músicos nuevos, estoy muy abierto a lo que los artistas jóvenes tienen para decir. Del folklore te podría nombrar a Milena Salamanca, Micaela Chauque, José Luis Aguirre… de otros géneros me gustan canciones de Paulo Londra, sigo mucho a Kings of Leon, soy muy de estar atento a lo que se hace en el lugar de origen. A mí no me interesaría escuchar una chacarera hecha en Alemania.
—¿Y con la música de Santa Fe, cómo te llevás?
—Bueno, amén del cariño por el público de allá tengo excelente relación con varios músicos. Hace algunos años grabamos junto con Martín Sosa y Los Replicantes. Eso por un lado. Cuando hacemos fiestas me gusta mucho bailar la cumbia, me gustan mucho Los del Fuego, que hasta hacen canciones de Víctor Heredia (“Sobreviviendo”).
La fecha
La presentación de 1972 será el viernes 15 de octubre, a las 20 en el Anfiteatro Juan de Garay (Av. Presidente Illia 1100) para dar a conocer su nuevo disco, descubierto con un programa radial libre de alcance nacional, sudamericano y europeo. El show, con capacidad limitada, respetará el formato burbuja. Las entradas están a la venta a través de Ticketway.