Aumento de la pobreza: entrevista a Rubén Sala, referente de Santa Rosa de Lima y del MTL.
—¿Cómo llegamos a la actual situación?
—El aumento de la pobreza en Santa Fe acompaña lo que pasa en el país. Veníamos de cuatro años de baja del poder adquisitivo, con el gobierno de Macri, con paritarias todos los años por debajo de la inflación, salvo dos o tres gremios, con fuertes aumentos de precios en alimentos y a todo esto se suma la pandemia que obligó a parar todas las actividades productivas y económicas, con una clase media que, al no saber qué va a pasar con la economía, reduce su actividad y deja de contratar servicios como hace en tiempos normales. Deja de cortar los yuyos, de llamar al electricista, al plomero. Todo eso se paró y los más castigados son los trabajadores informales, los que no tienen ningún tipo de paracaídas cuando pasan estas situaciones. Y eso sumado a la suba de precios que fue imparable durante la pandemia. Estas son las principales causas del aumento de la pobreza.
El 40,6% de los argentinos es pobre, cifra que sube al 50,5% en Santa Fe
—¿Qué faltó en la pandemia?
—En la pandemia creo que los gobiernos tuvieron un buen desempeño, en general, en lo que fue el manejo de la crisis sanitaria. En un primer momento repartieron mercadería casa por casa en los barrios con más necesidades y se hicieron los testeos. Lo que faltó fue tomar medidas económicas fuertes. Esa era el momento para cerrar paritarias por encima de la inflación y donde los trabajadores precarizados, que se quedaron sin nada, debían tener un ingreso importante en lugar de salir a comer a los comedores populares o esperar que les lleven una bolsa de mercadería. Eso hubiera hecho que los más empobrecidos soportaran el aislamiento en condiciones más dignas. Eso no se hizo y las organizaciones tuvimos que salir en auxilio de nuestros vecinos en cuarentena, improvisando cocinas comunitarias, repartiendo alimentos. En toda la pandemia las cocinas escolares, que tienen todas las condiciones necesarias, estuvieron cerradas y todavía están cerradas. Las cocinas, no los comedores. Está bien que no se hayan usado los comedores para que los chicos no se amontonen y hagan crecer el virus. Pero sí se podrían haber elaborado alimentos para repartir como viandas, como hacen los comedores populares, que en algunos casos cocinan con leña y a la intemperie mientras hay una capacidad ociosa en todas las escuelas que no se ocupa.
—¿Cuáles son las medidas más urgentes en este momento?
—Es necesario en forma urgente mover la rueda de la economía, que va a demorar, todos los sabemos. Ya no da más salir a repartir comida ni que la gente vaya a hacer cola a los comedores. Hay que promover medidas ágiles porque esta degradación social hace que pasen otras cosas, que crezca la violencia; es necesario promover la organización de lugares comunitarios, llevar obras a los barrios más abandonados, acelerar la inserción rápida en actividades laborales de emergencia como la construcción de veredas o el arreglo de plazas, a cargo de los mismos vecinos. Porque no todos los sectores salimos igual de la crisis: hay sectores que pueden salir más intactos, por los aumentos de sueldos o lo que venden en sus negocios, pero hay otros sectores desprotegidos que si no va el Estado al auxilio, no pueden salir. Es necesario generar actividad económica y que los vecinos trabajen porque todos los ingresos generados son consumidos en los mismos negocios de los barrios.