Lo expresó Magdalena Galli Fiant, directora del Ruaga, sobre las historias de vida de las infancias: “No se buscan hijos” sino “familias para los chicos que las necesitan”.
Por fuera de la idealización que ronda en torno a la adopción como un encuentro que se sella con una sonrisa, el Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (Ruaga) sostiene su misión sobre la base de un pilar primordial: “La finalidad no es darle hijos a quienes los desean, sino darle una familia a los niños y adolescentes que la necesitan”. Así lo manifestó de forma taxativa Magdalena Galli Fiant, directora del organismo (dependiente del Ministerio de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe), académica y abogada especializada en derecho de familia. En diálogo con Pausa, detalló los cambios puestos en marcha desde el inicio de su gestión, aseveró que solo el 1% de los y las aspirantes manifiesta disponibilidad adoptiva para adolescentes y que, hasta el momento, son 480 las personas admitidas en el Registro, entre otras cuestiones.
–¿Qué cambios se han implementado en el proceso de inscripción al Ruaga?
–Apuntamos a un sistema que permita una llegada de aquellas personas que desean adoptar con una previa información. Veíamos que eso era un déficit. Se notaba, fundamentalmente, en las entrevistas de evaluación. Es decir, cuando las personas ya estaban inscriptas en el registro, gran parte de la primera o segunda entrevista se ocupaba informando sobre los aspectos básicos de la adopción.
De esta manera, se suceden cuatro etapas que se inicia con la presentación de un formulario. Luego, se prevé un encuentro informativo “en el cual, los profesionales del Registro y el personal administrativo interactúa con los que van a inscribirse. Ellos, entre sí, también se conocen. Son grupos de no más de 30 personas. Ahí se puede explicar lo básico del sistema de protección de niños y adolescentes para que los aspirantes sepan cuáles son los recorridos de estos niños y comentarles cómo es el proceso de adopción”.
El tercer momento supone “concretar una decisión de parte de la pareja o de la persona”, teniendo en cuenta que “desde el encuentro informativo” media un año “para presentar la solicitud de registración”. “Esto implica que haya distintos momentos para madurar la decisión”, subrayó la funcionaria. Posteriormente, llega el momento de la evaluación. Vale decir, “encuentros con el equipo profesional formado por un trabajador social y un psicólogo”. De ese modo, “se consideran las aptitudes para adoptar; a partir de esto, se elabora un informe y se define la admisión o la no admisión”. En relación con esta fase, Galli Fiant hizo hincapié en el carácter “trascendente” de la “decisión personal o de pareja de ser madres o padres adoptivos”. Por ese motivo, “tiene que estar acompañada e informada debidamente”.
–Desde que rige la nueva modalidad, ¿cuáles han sido los resultados?
–Ya no se nota, en las entrevistas de evaluación, el desconocimiento. Nos sirve, también, para conocer las expectativas de la gente y es un insumo para saber qué aspectos reforzar, qué cuestiones son recurrentes.
–¿Cuáles son las mayores inquietudes de los y las aspirantes? ¿Se vinculan a factores materiales o más bien personales?
–Lo que evaluamos son proyectos adoptivos. No se evalúan personas, no se hacen psicodiagnósticos. No se hacen informes ambientales sueltos. Se consideran a los aspirantes y sus aptitudes para recibir un niño o un adolescente, que incluyen su predisposición subjetiva, sus posibilidades reales, hasta la disponibilidad de tiempo. Tiene que haber una posibilidad real de ser madre o padre por adopción y esa posibilidad está integrada por aspectos materiales, pero no porque haya un requerimiento de nivel de vida.
–¿Qué cantidad de postulantes hay en la actualidad?
–Con este nuevo sistema tenemos cuatro llamados (convocatorias de inscripción) al año: en marzo, junio, septiembre y diciembre. Tenemos, hoy, admitidos en condiciones de ser convocados alrededor de 480 en toda la provincia. Se pueden dividir por circunscripciones judiciales: Rosario es la más numerosa, siguen Santa Fe, Rafaela, Venado Tuerto y Reconquista, en ese orden. Realizamos las búsquedas de aspirantes en toda la provincia cuando tenemos el oficio de un juez. Salvo que el juez diga que la búsqueda se tiene que dar en determinada región.
–¿Persiste la tendencia de inscripciones para niños y niñas muy pequeños?
–Sigue siendo una constante. El 1% manifiesta disponibilidad adoptiva para adolescentes, a partir de los 13 años. Igualmente, por encima de los 10 años, las búsquedas son más complicadas. Si hoy recibimos pedidos para buscar aspirantes para un niño de cuatro años sin ninguna situación especial de salud, se puede realizar rápidamente. Pero la mayoría de los oficios son para niños con discapacidades, niños de ocho, nueve, diez años, grupos de hermanitos, muchos adolescentes. Cuando se dice “nunca me llamaron", la respuesta es: si tu disponibilidad adoptiva es para niños pequeños, sin ninguna situación especial de salud y te inscribiste hace tres o cuatro años, tenés que ser consciente que hay otras tantas personas que están inscriptas de la misma manera que vos y que los niños en esas condiciones son muy poquitos.
–¿Qué alternativas se pueden aplicar ante esas situaciones?
–Implementamos las Búsquedas Abiertas Internas. Es decir, cuando dentro de nuestra nómina de inscriptos, no tenemos ninguno con disponibilidad para esas edades, hacemos la búsqueda interna: les comunicamos a todos los inscriptos que buscamos aspirantes para dos adolescentes de 13 y 15 años, por ejemplo. Los que deseen se pueden postular, aunque estén inscriptos para otras edades.
–Se trata de modificar las expectativas de adultos y adultas.
–Se escucha a referentes de agrupaciones que ponen el acento en que los derechos de los adoptantes están avasallados. La respuesta es que estamos convocando todas las semanas. Lo que pasa es que el niño deseado por muchos adoptantes no es el niño que está esperando familia. Lo importante es mantenerse en el paradigma de que la adopción no tiene por finalidad darle hijos a quienes los desean, sino darle una familia a los niños y adolescentes que la necesitan. Por supuesto, las personas que quieren adoptar tienen derecho a postularse, a tener una justa evaluación, pero no tienen derecho a recibir a un niño o adolescente como hijo. Ese no es un derecho, es una posibilidad. En torno a la adopción suele haber una mirada idealizada, como si fuese un encuentro casi sobrehumano, en el que fuerzas del bien unen adoptantes y adoptados y con una mirada, todo se sella. No es así.
–Sobre el programa Familias Solidarias (bajo la órbita de Desarrollo Social), ¿cuál es su parecer?
–Es fundamental saber que un niño separado de su familia de origen, por una medida de protección excepcional, necesita alojarse en un lugar alternativo. Los caminos son estar con alguien de su familia extensa, estar bajo la protección del Estado en una institución o en una familia solidaria, que es un espacio transitorio. Sabemos que los tiempos se prolongan demasiado, pero la familia solidaria no debe tener la expectativa ni abierta ni velada de adoptar. Tiene que tener la debida preparación para saber que tiene que soltar.
–¿Por qué se prolongan los tiempos?
–Porque el proceso administrativo judicial, que empezó con la medida de protección excepcional por el cual se separó al niño de la familia de origen, tiene muchas instancias. Muchas veces la familia de origen controvierte esa medida y eso genera procesos administrativos y judiciales que pueden llevar mucho tiempo. En otros casos, hay intentos para volver a la familia de origen y luego vuelven a la institución. Son meses y años en la vida de los chicos, hasta que se define su situación de adoptabilidad.
–¿Las historias de vida de los chicos y chicas repercuten en las posturas de los aspirantes?
–Si un niño fue separado de su familia de origen, significa que hubo alguna vulneración de derechos. No necesariamente violencia. Puede haber otro contexto de vulneración de derechos. Puede ser por su orfandad. Los futuros adoptantes tienen que saber que estos niños atravesaron una situación de vulneración de derechos, que tienen una historia de vida y que la adopción también es una alternativa reparadora de derechos. Una familia adoptiva es un nuevo ámbito y no significa cortar todo recuerdo.