Ex presas políticas de la dictadura se reunieron para escribir juntas un libro con relatos sobre el después de la cárcel. “Quisimos mostrar que se puede resistir”, expresaron tras la presentación de la publicación en Santa Fe.
"Todas sentimos lo mismo: nunca imaginamos llegar tan lejos en la vida, vivir tantos años. A los veinte nos rodeó la muerte y la cárcel de la dictadura. Todas tenemos un ser querido -o varios- muerto o desaparecido. Pero también todas nos aferramos a la vida, es nuestra forma de resistir. Resistimos viviendo hasta el límite. Escribimos para seguir viviendo cuando no estemos más".
Así comienza el libro web Nosotras en libertad, que puede leerse en el sitio www.nosotrasenlibertad.com.ar
La publicación recoge historias y experiencias de ex presas políticas de la cárcel de Devoto, traza itinerarios de vida, relata experiencias de lucha, ronda sobre una espesura densa y común: vivir la libertad luego de haberla perdido. El cielo en franjas tras las rejas, abriéndose sobre ellas cuando los milicos o la democracia naciente definieron el fin del calabozo. El libro se presentó el sábado 27 de noviembre en nuestra ciudad. Fue en un acto multitudinario en la sede de ATE, donde se reclamó por la libertad de Milagro Sala.
Doscientas mujeres se animaron a narrar el después de la cárcel. Una de ellas fue Stella Vallejos, secuestrada en 1977 en Santa Fe. Entonces Stella era trabajadora y estudiante de Edafología, militaba en la Juventud Universitaria Peronista. Tras pasar por la Guardia de Infantería Reforzada fue trasladada a Devoto. Salió de la cárcel en 1983. En charla con Pausa, contó que la idea del libro surgió durante la pandemia. “Hemos sido objeto de estudio, de análisis y dijimos ‘vamos a escribir nosotras con nuestras propias palabras’”, explica. “Ya teníamos un libro, Nosotras presas políticas, pero de lo que vivimos dentro de la cárcel. Lo que hicimos después, estaba en la memoria de cada una de nosotras, no escrito como un registro o como un legado que le queremos dejar a las futuras generaciones”.
Tramar el texto
Una veintena de ex presas políticas participaron del armado. Stella Vallejos explica que se organizaron en diferentes grupos: algunas trabajaban en la investigación del contexto de cada relato puntual, reponían información necesaria, construían narrativas para contar a las generaciones siguientes cuál era el mundo que quisieron cambiar, en la plenitud de su juventud, allá por los años setenta. Otro equipo trabajó en la búsqueda de fotos.
El equipo que Stella integró se autodefinió “Las escribas”. “Nos repartimos los textos que llegaban y los charlábamos con cada compañera. Por ejemplo, algunas hablaban de la contraofensiva, y a eso había que explicarlo para quienes no saben”, explica, sobre la Contraofensiva de Montoneros de 1979 y 1980.
“Cada aporte de cada compañera fue trabajado con muchísima amorosidad y respetando el estilo de cada una: hay estilos coloquiales, más académicos, hay compañeras que no tenían computadora entonces mandaban audios y nosotras desgrabábamos. Respetamos también el lenguaje que cada compañera usa, por ejemplo, en relación al lenguaje de género”, abunda la entrevistada. “Cada una escribió su texto como quiso. Buscamos que el libro sea agradable y que sea una invitación a leerlo”, sintetiza.
—¿Por qué un libro web?
—Eso fue un tema de discusión. El libro web es sumamente dinámico: permite poner videos, música, esas llamadas para conocer el contexto. Decidimos hacerlo en formato web, pero eso no quita que se pueda imprimir el texto, a eso lo vamos a consensuar próximamente.
Para cada texto aportado por las 200 mujeres, hay tres formas de ingreso en el navegador: por orden alfabético de los nombres de las sobrevivientes, por eje temático y por itinerarios. Los itinerarios ofrecen una imagen de aquellas que vivieron su libertad recuperada entre las sierras, el mar o el litoral argentino. “Es el camino más lindo: muestra la magnitud de lo que somos y que estamos en distintos lugares del país y del mundo”, opina Stella.
Cada testimonio no es una biografía, es un recorte de lo que cada una eligió contar sobre lo que vivió después de la cárcel. “Cuando salimos, sentimos una gran responsabilidad por los 30 mil que ya no están. A partir de ahí organizamos ese recorte”, explicita Stella.
Después de la cárcel
"Recuperé la libertad el 23 de setiembre de 1983 desde la cárcel de Ezeiza en la que aún quedaban queridas compañeras. Lloré con desconsuelo mientras cruzaba puerta tras puerta hasta llegar a la calle.
Al arribar a Santa Fe fui recibida con una bienvenida que organizaron vecinas y vecinos, los que durante todo el tiempo que estuve detenida se habían reunido para rezarle a la Virgen manzanera y brindar aliento y ayuda a mi madre y a mi padre".
Así narra Stella, en el libro, la recuperación de su libertad.
En esta entrevista, la militante cuenta que “el después dependió mucho del momento en que cada compañera recuperó la libertad”. Y agrega: “Las libertades no dependían de nosotras sino del enemigo: la dictadura. Hubo compañeras a las que les decían ‘preparen sus cosas’, iban a un lugar y de allí al exilio, sin que pudiera decir que sí o que no”. La diferencia del tiempo histórico en que la puerta de la cárcel se cerraba a sus espaldas y se abría ante sí otra vez la calle, la vereda, un árbol, la búsqueda del compañero desaparecido o de los proyectos de vida coartados radicaba en el año: “Salir en el 79 o en el 80 era una cosa, salir en el 83 cuando la dictadura estaba en las últimas, era otra”.
Stella salió de la cárcel un mes y siete días antes de las elecciones que significaron el fin de la dictadura. Para esa época, “ya no estaba la estigmatización de que quienes estuvimos presas nos comíamos a los chicos o éramos criminales. Esa parte se había superado en gran parte. Pero tuvimos que trabajar mucho sobre la teoría de los dos demonios, por ejemplo”, recuerda.
“Siempre la libertad es linda, pero en mi caso fue más facilitador porque ya había una apertura. Al salir recibí mucho apoyo. Aun así, conseguir laburo fue difícil”, contextualiza. Stella cuenta que hizo de todo: cosió, tejió, vendió libros. “Me la rebusqué, como muchísimas compañeras. Finalmente me reintegraron a mi trabajo anterior a caer detenida, en el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio de la provincia”, señala.
La vida de Stella en libertad también estuvo signada por la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.
"Soy querellante y testiga de los juicios de Lesa Humanidad que se desarrollan en la justicia federal. Me enorgullece poder decir que aporté con mi denuncia a la incorporación de la mirada de género en la querella para que las violaciones fueran consideradas como delitos autónomos dentro de las causas", se lee en el libro.
—¿Cuál es la diferencia entre una presa política y un preso político?
—A las mujeres nos concentraron en la cárcel de Devoto, que era considerada la vidriera donde la dictadura exponía cómo estábamos. Tenía distintos regímenes: uno el de la planta baja, otro el intermedio y la planta alta donde estaban “las peligrosas”. Las de la planta baja accedían a cosas como revistas, visitas de contacto, algo que las que estábamos arriba -consideradas peligrosas- no teníamos. En cambio, los muchachos estaban repartidos en distintas cárceles, en distintos lugares del país. Las compañeras que no habían caído detenidas los iban a visitar y los guardias les decían “qué buena está tu mujer, sabés lo que le podemos llegar a hacer”. A las compañeras que eran madres, cuando sus hijos las iban a visitar las mandaban a sancionar entonces estaban imposibilitadas de recibir visitas. Había una humillación con un componente de género muy fuerte.
La libertad para vivir libres de toda violencia y dominación es una de las banderas que los feminismos levantan, con sus cantitos y pañuelos. En retrospectiva, Stella lee su propia militancia, en sus épocas de estudiante: “Nosotras, sin tener demasiada concepción de lo que era el feminismo, en lugar de quedarnos en nuestras casas quisimos arreglar el mundo. Rompimos con el estereotipo de la mujer que tiene que quedarse en su casa, casarse y tener hijos. Nosotras militamos y eso nos costó torturas y verdugueos”.
Nosotras en libertad es una invitación a recorrer las vidas de las sobrevivientes al horror y a la cárcel. “Quisimos mostrar que se puede resistir. Tanto nos dijeron en la cárcel ‘de acá van a salir locas o muertas’ y acá estamos: vivas y felices. Con el cuero curtido, con algunas arrugas, con dolores, pero acá estamos. Como dice la canción: todavía cantamos, todavía reímos”.