América Latina y el Caribe reanudaron el crecimiento económico en 2021 aunque la reactivación de los mercados laborales fue limitada. En general creció el trabajo informal, que ya venía aumentando desde 2015, y las mujeres y jóvenes son los sectores más afectados. De acuerdo a las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo el desempleo disminuirá a 9,3% en 2022 y 8,8% en 2023.
La agencia laboral mundial prevé una recuperación lenta e incierta de los mercados laborales globales dada la persistencia de la crisis del Covid 19. El déficit alcanzaría 52 millones de puestos de trabajo de tiempo completo con respecto a 2019.
La región de América Latina y el Caribe reanudó el crecimiento económico en 2021, pero la reactivación de los mercados laborales fue limitada y se basó en gran medida en el trabajo informal, dando como resultado un desempleo del 10%, que disminuiría a 9,3% en 2022 y a 8,8% en 2023, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ambos niveles siguen estando por debajo de la tasa de 7,9% registrada en 2019, antes del inicio de la pandemia, señala el informe Perspectivas sociales y del desempleo en el mundo 2022, publicado este lunes.
Esos porcentajes se traducen en 28,8 millones de desempleados en América Latina y el Caribe en 2022 y 27,6 millones en 2023. En 2019, el número se ubicaba en 24,3 millones.
El estudio explica que la región fue la más gravemente azotada por el coronavirus en 2020, con altos niveles de contagio y mortalidad, una caída del 7,5% del Producto Interno Bruto, y un descenso de la ocupación equivalente a 36 millones de empleos de tiempo completo.
Alta informalidad
El informe también da cuenta de que la afectación de todos los sectores económicos en conjunto con las medidas de contención y las restricciones de movilidad implementadas para contener la pandemia, impidieron la reasignación de la mano de obra desocupada al empleo informal, una fórmula tradicional de ajuste del mercado laboral.
Según la OIT, en esta ocasión, en vez de quedar desempleados o pasar a la informalidad como en crisis anteriores, los trabajadores despedidos o los que operaban de manera independiente abandonaron la fuerza laboral. Los trabajadores informales, por su parte, también sufrieron un golpe desproporcionado en el peor momento de la crisis de 2020.
Entre las razones del gran impacto al empleo informal destacan su arraigo en sectores desmovilizados por las medidas de confinamiento y las bajas posibilidades de teletrabajo del rubro, así como la falta de protección laboral y las pequeñas empresas como fuentes de empleo ya que éstas tuvieron, en general, menos acceso a los apoyos de emergencia implementados por los gobiernos.
La publicación advierte que el cierre y la desaparición de millones de PYMES en la región auguran una recuperación del mercado laboral más lenta que el repunte económico, al igual que un deterioro en la calidad del empleo.
La agencia de la ONU también subraya que las mujeres, los jóvenes, los trabajadores menos calificados y los migrantes han padecido la crisis del empleo con mayor intensidad.
Con respecto a la transición de la ocupación informal al terreno formal que se impulsó en la región desde 2000, la OIT señala que a partir de 2015 se había ralentizado, interrumpido o incluso revertido en países como Argentina o Brasil, y que muy pocas economías habían podido sostener el proceso.
El trabajo en el mundo
En el panorama mundial, la Organización Internacional del Trabajo estima que la recuperación del mercado laboral será lenta e incierta dada la persistencia de la crisis del Covid 19 y calcula que el déficit de empleos en 2022 equivaldrá a 52 millones de puestos de trabajo de tiempo completo con respecto a 2019. Hasta mayo de 2021, la proyección era de 26 millones, es decir, la mitad del número proyectado ahora.
El director general de la OIT, Guy Ryder, dijo en una entrevista con Noticias ONU que la revisión a la baja “tiene que ver principalmente con el impacto continuo de la pandemia, en particular, con la aparición de la variante ómicron y todo lo que ha implicado”.
“Muestra que nuestro proceso de recuperación es incompleto, claramente incompleto. Es incierto porque aparecen muchos riesgos a la baja y es muy desigual. Éste es un punto importante. A algunos países les está yendo relativamente bien, a otros no tanto, y eso tiene repercusiones importantes para los problemas de desigualdad y la recuperación global correctamente entendida”, apuntó.
No obstante esta cifra negativa, el escenario supone una mejora comparado con el de 2021, que sigue casi un 2% por debajo de las horas trabajadas antes de la pandemia. La OIT ubica en 207 millones la cantidad de personas sin trabajo en 2022, frente a 186 millones en 2019.
Las desigualdades se agudizan
El estudio recalca las marcadas diferencias de los efectos de la crisis entre grupos de trabajadores y entre países, y afirma que esas diferencias agudizan las desigualdades tanto dentro de los países como entre ellos, además de que debilitan el entramado económico, financiero y social de casi todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo.
Añade que reparar este daño podría tomar años y tendría consecuencias de largo plazo sobre la participación en la fuerza de trabajo, los ingresos de los hogares y la cohesión social y, posiblemente, la cohesión política.
Aunque el golpe se siente en los mercados laborales de todas las regiones del mundo, los patrones de recuperación entre ellas son muy divergentes. En Europa y América del Norte se observan los indicios de recuperación más alentadores, y el panorama más negativo corresponde a Asia Sudoriental y América Latina y el Caribe. A nivel nacional, la recuperación del mercado de trabajo más fuerte se registra en los países de ingreso alto, mientras que las economías de renta media baja son las peor paradas.
Guy Ryder atribuyó los diferentes grados de impacto de la crisis en los países a dos razones “muy claras”: “El primero es el despliegue desigual de los programas de vacunación. Los países más ricos, por razones que todos conocemos, lo están haciendo bastante bien. A algunos les va muy bien vacunando a su población, y ésta es una especie de condición previa para abrir la actividad económica en condiciones casi normales. Mientras que el mundo en desarrollo, lamentablemente no está en esa posición favorable”.
Sumado a esto, acotó, “las naciones más ricas, casi por definición, han podido invertir recursos muy sustanciales para estimular su economía, proteger a los trabajadores, apoyar empresas, atraer demanda a sus economías. Y, por supuesto, el mundo en desarrollo no ha podido hacer eso”.
El responsable de la OIT aseveró que esos dos factores son preocupantes porque si bien ya antes de la pandemia la desigualdad era grave, actualmente es mucho más acuciante “y nos puede conducir a una situación peor”.
En este sentido, Ryder aseguró que para que haya una verdadera recuperación económica, el mercado de trabajo debe recuperarse ampliamente. “Y para ser sostenible, esta recuperación debe basarse en los principios del trabajo decente, con inclusión de salud y seguridad, igualdad, protección y diálogo social”, enfatizó.