ANUARIO 2021 | Ante la ausencia del Estado, las mujeres se organizaron en los barrios para frenar el hambre.
“Nosotras nos preguntamos si el Estado se pregunta quién cocinó todas esas raciones de comida y quién sostuvo las ollas en los barrios populares durante toda la pandemia”, decía en octubre Georgina Mansilla, de la asamblea de La Poderosa en barrio Los Pumitas, Rosario, en un encuentro de mujeres y diversidades que la organización realizó en Santa Fe. La militante se refería a los 10 millones de argentinos y argentinas que comen en los espacios comunitarios de todo el país, y a los 45 mil platos por día que cocinan desde La Poderosa.
El hambre, pero también qué se come, fue uno de los temas de debate en el encuentro que tuvo como sede el Centro Cultural y Comunitario Marielle Franco, en Chalet. Desde todas las asambleas se planteó que la mercadería que envía el Estado para los comedores no sólo es insuficiente, sino que es muy poco saludable. “Los recursos que te baja el Estado son alimentos secos, los frescos los tuvimos que conseguir de forma autogestiva –con venta de empanadas, pastas, fideos–, así pudimos sumar la carne o las verduras para que el plato que llegue a cada familia sea nutritivo”, agregaba Mansilla. “Harina, polenta, lentejas, yerba, leche, membrillo y cacao: ¿cómo combinar tan poquitas y disímiles cosas en una olla que alimente a 400 personas? ¿De qué manera cree el Estado que nos alimentamos en los barrios populares?”, sumaban desde el comedor de Costa Azul, en Santo Tomé.
En un país con más del 40% de su población por debajo de la línea de pobreza, porcentaje que llega al 50,5% en el Gran Santa Fe, y tras un año y medio de restricciones por la pandemia, fueron miles de organizaciones sociales de todo el país las que sostuvieron a fuerza de ollas populares, nodos de conectividad para niñes, refugio para mujeres víctimas de violencia y postas de salud, a esos millones de argentinos y argentinas para que no caigan en el abandono total.
María Claudia Albornoz, santafesina y referente nacional de La Poderosa, analizaba con esta contundencia la situación: “Me parece que la deducción más clara que podemos hacer es que un gobierno que venía diciendo que la prioridad eran los sectores populares, terminó no otorgando los beneficios que tienen que ver con los derechos a la alimentación, la urbanización y el derecho a un salario digno para aquellas vecinas que, en medio de la pandemia, siguieron cocinando para todos los barrios que estaban hambreados porque no podían salir a trabajar y porque había que quedarse adentro. Y terminamos en esta situación de absoluta desesperación porque no hay qué comer y no hay trabajo, eso es un callejón sin salida”.
“¿Qué pasaría si estas mujeres, estas feminidades, no cocinaran para esos 10 millones de personas que alimentan? Yo creo que este país explota”, analizó Albornoz.