La superficie del suelo ártico se ha reducido hasta 1,98 millones de kilómetros cuadrados, alcanzando mínimos históricos. Desde Greenpeace alertan que al menos el 30% de los océanos deben estar protegidos con una red de santuarios para que los ecosistemas marinos resistan los cambios climáticos.
El hielo marino antártico alcanza la extensión más baja registrada por un satélite en su historia. El Centro Nacional de Datos del Hielo de Estados Unidos apunta a que la extensión se ha reducido hasta 1,98 millones de kilómetros cuadrados, superando el récord de los 2,1 millones de kilómetros cuadrados registrados en marzo del 2017.
La responsable de Océanos de Greenpeace a bordo del Arctic Sunrise desde la Antártida, Laura Meller, se muestra crítica ante esta crisis climática: "Es aterrador presenciar cómo se derrite este océano. Las consecuencias de estos cambios se extienden a todo el planeta, afectando las redes alimentarias marinas de todo el mundo. A la vez, en 2020, vimos que el Ártico alcanzaba su segunda extensión de hielo marino más baja registrada".
Greenpeace señala que la Península Antártica Occidental es uno de los puntos que más se calienta de la Tierra. La organización ecologista recuerda que durante las últimas dos décadas la Antártida ha sufrido cambios extremos como consecuencia del calentamiento global. Incluso, algunas de las zonas árticas han experimentado subidas por encima de los 3°C. En febrero de 2020, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se alcanzaba un nuevo récord de temperatura máxima puntual de más de 18,3°C.
El impacto del cambio climático está siendo devastador en el ecosistema de la Antártida. Las poblaciones de pingüinos se están viendo afectadas, algunas de ellas han disminuido en número "hasta un 77% en los últimos 50 años". La subida de las temperatura y el aumento del nivel del mar ha provocado que especies de pingüinos hayan emigrado más al sur del Continente, tal como ha podido observar la expedición de Greenpeace en la Antártida.
Unos océanos sanos son clave para reducir los impactos de la emergencia climática. Por ello, la organización está trabajando en la campaña para un Tratado Global de los Océanos, que podría acordarse este marzo en la ONU, para proteger a los mares de la actividad humana dañina. Al menos el 30% de los océanos deben estar protegidos con una red de santuarios para que los ecosistemas marinos desarrollen resistencias capaces de soportar los golpes climáticos.
Laura Meller ha señalado la importancia de este tratado: "Ahora necesitamos una red global de santuarios oceánicos viendo la crisis que está ocurriendo en ambos polos. Cada ser humano en la Tierra depende de unos océanos saludables para sobrevivir; esta es una clara advertencia de que debemos protegerlos para siempre". En la página oficial de Greenpeace puede encontrarse una petición de firmas para proteger los océanos.
Con información de www.publico.es