Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, en inglés) cerca de la mitad de la población mundial está en situación muy vulnerable a la crisis climática y las medidas políticas para enfrentar la situación se quedan en planes o diagnósticos.
Hoy se publicó la segunda parte del sexto reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, en inglés), cuya primera parte ya había establecido que la suba de la temperatura global en 1,5ºC durante los próximos 20 años es irreversible y catastrófica. Este segundo reporte muestra cómo ese incremento se está acelerando y, además, cómo las gestiones públicas están babia.
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Entre otros puntos sobresalientes, en el resumen ejecutivo se señala que, no importa en qué lugar del planeta sea, quienes más afectados se ven por la crisis climática son los más pobres. El calentamiento global profundiza la desigualdad.
Ya se observan efectos de la crisis climática: “incrementos en la frecuencia y la intensidad del clima extremo, incluyendo calor extremo en la tierra y el océano, eventos de lluvia intensa, sequía y clima incendiario”.
Un indicador de tintes cinematográficos: “Aproximadamente la mitad de la especies se están desplazando hacia los polos o bien hacia alturas mayores”. Los bichos –aquellos que no se están extinguiendo– huyen del calor.
Otra serie de efectos del calentamiento global producido por el hombre: muerte de corales, muerte de forestación por el incremento de las sequías, incremento de áreas quemadas por incendios, acidificación oceánica e incremento del nivel del mar. Ya está pasando.
¿Cómo te trató la EPE en enero? Los calores extremos, incluyendo las olas de calor, se intensificaron en las ciudades, donde se agravaron los eventos de polución del aire y se afectó el funcionamiento de infraestructura clave.
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La mitad de la humanidad
El reporte, producido por un grupo de 270 científicos de 67 países que han revisado para la ONU más de 34.000 artículos, señala que “Entre 3300 y 3600 millones de personas viven en contextos que son muy vulnerables al cambio climático”. Es la mitad de la humanidad que está en eventual riesgo de migrar o sufrir en los próximos 20 años.
Antes de 2040, los riesgos más probables son la pérdida de biodiversidad en ecosistemas marinos, costeros, de agua dulce y terrestres, en bosques, en bosques de algas y pasturas y, sobre todo, en el Ártico y los corales. El ascenso del nivel del mar afectará antes de 2040 a las infraestructuras costeras, al punto que habrá algunas que quedarán sumergidas.
Sigan nomás con lo del ambientalismo bobo…
El reporte del IPCC dedica especial atención a lo que los gobiernos están haciendo en materia de “adaptación” a la crisis climática: tomar medidas para afrontar el desafío más grande que tenemos como especie.
El resultado es lamentable. Si bien se celebra que 170 países y muchas ciudades hayan incluido la perspectiva climática, las políticas tomadas “son fragmentarias, de menor escala, incrementales, específicas para ciertos sectores, diseñadas para afrontar impactos existentes o riesgos de muy corto plazo y enfocadas más en la planificación que en la implementación”.
Incluso, el IPCC utiliza el término “maladaptation” o “maladaptación”: acciones que pueden llevar a un riesgo de resultados adversos en lo climático “que suelen resultar como consecuencia involuntaria”.
Para sacar urticaria a quienes hablan del “ambientalismo bobo” en nombre de un supuesto saber superior, poniendo en duda incluso los mecanismos democráticos de consulta a las poblaciones afectadas por eventuales riesgos ambientales, el IPCC explícitamente recomienda la incorporación de saberes locales e indígenas al planeamiento ambiental y, además, explica que la “maladaptación” se puede evitar “con un planeamiento e implementación de acciones flexible, multisectorial, inclusivo y de largo plazo”.
Pero, más en lo profundo, el IPCC realiza una comparación que tiene un solo resultado: en materia ambiental no se trata tanto de regular, sino que ya estamos obligados a prohibir.
Después de mostrar que menos del 15% de la tierra, el 21% del agua dulce y el 8% de los océanos son áreas protegidas, el organismo científico señala: “Salvaguardar biodiversidad y ecosistemas es fundamental para el desarrollo de la resiliencia climática, a la luz de las amenazas que el cambio climático produce y de sus roles de adaptación y mitigación”. “Mantener la resiliencia de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en una escala global depende de una efectiva y equitativa conservación de aproximadamente 30% al 50% de la superficie terrestre, del agua dulce y de los océanos”.
Basta de “uso sustentable”, “responsabilidad social empresaria”. Áreas sustraídas al capitalismo humano, no todo puede convertirse en una mercancía.