Se puede perrear hasta abajo y entrenar varios días a la semana, pero el declive biológico es contundente.
Los primeros síntomas aparecieron de manera leve. Un sutil enojo porque los paquetes de yerba dejaron el papel para ser plástico. No se notó, podía pasar por cuidado del ambiente. También podían ser mañas, pero estas crecen. Luego me empecé a preocupar cuando personas conocidas abandonaron las rastas para pedir el certificado de buena conducta. No me preocupé, era un cambio estético en el fondo. No recuerdo cuándo fue la última vez que pateé una pelota. Cierta incomodidad sentí cuando, al mirar fútbol por televisión, noté que debutaban en primera hijos de jugadores que había visto hace mucho tiempo y hoy son técnicos. Ni hablar cuando un oficial me detiene mientras deja de jugar al Fortnite en su celular.
El paso del tiempo nos propone nuevas rutinas y diálogos que no tardan en llegar. Cuando en una charla improvisada, sea con un mate, un porrón u ocupando el aire enrarecido por el humo y nos damos cuenta que casi la totalidad del coloquio se concentra en palabras tales como: turnos médicos, diagnóstico y costo de medicamentos… Entramos en la fase de asumir que estamos más viejos que antes. Sí, nuestro cuerpo puede estar completamente tatuado e incluso ser tendencia en Twitch, se puede perrear hasta abajo papi e incluso entrenar varias veces a la semana, pero, entre nosotros, el declive biológico es contundente.
Ya sabemos que viejos son los trapos, la actitud es lo que importa y que la juventud es un estado, pero si un mes tenés agendados varios turnos al médico no sería prudente tres noches de caravana carnavalesca. Bueno, también debemos agradecer a la industria farmacéutica que permite desatinos biológicamente atemporales.
Si en un corso, ante el recurrente episodio de tirar las vallas, un grupo de jóvenes hace honor al ritual para acceder al recital de “El brujo” Ezequiel (en vez de saltarlas) y casi en un acto reflejo nos disponemos a evitar ese momento al grito de "Aguantá maestro que se cae todo", no hay retorno. Es un dato inexorable del paso del tiempo. Más aún si luego rematamos diciendo hay momentos y vallas que sí deben ser tumbadas. No voy a detallar la elección de marcas y tipo de cerveza para evitar o disminuir la resaca no del lunes sino de los próximos días. Sí: lamentablemente el tiempo de recuperación y funcionamiento de nuestro hígado es directamente proporcional a las décadas. De lo que se perdió Arjona por no hacer una canción sobre los viejos.
Disculpen, los abandono. Tengo turno para hacerme una tomografía. ¡Qué caros son los líquidos de contraste!