Sufren ocho robos por día promedio. Cansados de la inseguridad, los cadetes de las apps de delivery piden respuestas al Estado y a las empresas que los mantienen precarizados. El caso de Lucio Belfiori los conmovió.
Desde hace meses se los ve en la calle, y no solo circulando: los cadetes de apps de delivery están hartos y sus reclamos se escuchan con fuerza en marchas y concentraciones contra la inseguridad. En la ciudad son unos 4000 y, dicen, sufren ocho robos por día. Como al resto de los vecinos, el Estado no les da respuestas. Y las condiciones en las que trabajan tampoco colaboran.
De esos 4000, aproximadamente la mitad pertenece a Pedidos Ya. Los demás son, en su mayoría, de Rappi, E Drop y Rapiboy.
Los repartidores no están encuadrados en ningún convenio laboral ni tienen ley que los proteja. Cuanto menos en la primera de las apps mencionadas, se los obliga a ser monotributistas. “Trabajás las horas que vos querés. Ese es el truco”, ironiza Bruno, de PY. La idea es que son cuentapropistas a los que se les da la posibilidad de “elegir sus horarios”, según consta en la web donde se los recluta. Cuentapropistas a los que hacerte llegar tu hamburguesa a tiempo y calentita les puede llegar a costar la vida.
Alta simple, ingresos bajos
Comenzar a ser cadete de Pedidos Ya es bastante simple. En la misma aplicación, hay que seguir unos pocos pasos hasta ser remitido al sitio www.repartosya.com.ar. En este sitio se debe crear un perfil con algunos datos iniciales. Los requisitos son tres: ser mayor de 18 años, tener monotributo y poseer cuenta bancaria. Con respecto al monotributo y la bancarización, la plataforma aclara: “Si no tienes, no te preocupes, lo puedes sacar durante el proceso de alta”. Luego viene otro formulario pidiendo mayores detalles (por ejemplo, del vehículo que se utilizará y la licencia de conducir), hasta ser aceptado. Una vez que esto suceda, se informará al solicitante el lugar en el que buscar su mochila y ropa de trabajo. Las cuales, por cierto, deberá pagar de su bolsillo.
Según contó a Pausa una repartidora con experiencia, hasta la llegada de la pandemia el retiro de esos elementos se hacía en un domicilio particular, donde se firmaba además una suerte de contrato. En la actualidad, aseveran sus colegas más nuevos, esto último ya no ocurre. Pero es dable pensar que eso se reconfiguró en un formato digital. En cualquier caso, se trata básicamente de un papel en el que la empresa enumeraba lo que los trabajadores no podían hacer, tal como revelar el funcionamiento interno de la app o hablar públicamente de sus condiciones laborales. Las bellezas de la precarización.
Lo que sí se mantiene con certeza es la obligatoriedad de usar la ropa (esa por la que les cobraron). La compañía considera eso publicidad, y por ello les paga un plus de entre 10 y 15 pesos por hora. En cuanto a sus honorarios, los perciben semanalmente, también según las horas trabajadas.
Rankear, esa es la cuestión
Acumular horas no es lo más importante, porque no es lo que hace la diferencia. Rankear alto: esa debe ser la principal meta de los cadetes, además de uno de los requerimientos más perversos del sistema. Bruno —a quien no referenciamos por su verdadero nombre para evitar represalias de la firma internacional— lo explica certeramente. “Es por computadora. Tenés tres formas de rankear: no rechazar ningún pedido, sin importar la zona a la que te manden; no llegar tarde ni faltar aunque llueva, truene o caigan piedras; y laburar en las horas especiales: desde las 8 de la noche hasta la 1 de la mañana, o hasta que no entren más pedidos”. Entonces, por ejemplo, “si se te pincha la moto, sonaste; si faltás, automáticamente bajás de ranking”.
—Bruno, ¿ustedes tienen ART?
—¿Qué cosa?
—ART. Aseguradora de Riesgos de Trabajo.
Suelta una carcajada sincera:
—No sé ni qué es eso.
Y no, claro. Son monotributistas. La empresa no está obligada a pagarles una ART: si quisiera, podría hacerlo, pero implicaría reconocerlos como empleados. Y no es la idea. “Ese es el truco”. Lo que les provee Pedidos Ya es un seguro que asumiría los gastos médicos, hospitalarios o por incapacidad si es que tienen un accidente.
Mientras tanto, tampoco el Ministerio de Seguridad provincial se hace cargo del promedio de ocho asaltos diarios que sufren. La última vez que funcionarios de esa cartera recibieron a representantes de las aplicaciones de delivery fue en febrero pasado. Ninguno de los cadetes que asistió al encuentro puede esbozar un atisbo de respuesta concreta resultante. Les hicieron alguna que otra promesa tímida, en el mejor de los casos. Así que el resultado es claro: “Si vos perdiste la moto, dejaste de trabajar. Y te jodés vos solo”. Como siempre, reflexiona Bruno, “el hilo se corta por lo más fino”.
Todos somos Lucio
El jueves 3 de febrero de 2022, Lucio Belfiori iba a encontrarse con amigos cuando fue abordado por motochorros en inmediaciones de 7 Jefes y Chacabuco. Para robarle la moto, lo balearon en el cuello y lo dejaron agonizando en la calle.
El caso conmocionó fundamentalmente porque se dio en plena Costanera Oeste y en un momento en que el lugar estaba lleno de gente, como en tantas jornadas de verano en Santa Fe. Fueron varias las movilizaciones en nombre del joven de 25 años, enriquecidas por las consignas de vecinalistas, Familiares de Víctimas de la Inseguridad y ciudadanos comunes cansados de los delincuentes y su violencia en Santa Fe. Las últimas informaciones del hospital Cullen indican que Belfiori evoluciona favorablemente, y que pronto podría continuar con su recuperación en una clínica especializada en rehabilitación.
En un principio, en medio de la confusión y el estupor, se creyó que Lucio era repartidor de una aplicación de delivery. Luego se supo que no lo era: se desempeña como profesor de básquet infantil en el club Regatas. Pero la confusión no va a cuento. El tema es que iba en moto, que lo bajaron de un balazo y que lo dejaron tirado, apostando a su muerte. Suficiente para despertar la solidaridad de los cadetes.
“Siempre nos quieren robar, somos punta. Porque tenemos moto, plata y celular. Donde paramos nos sentimos perseguidos”, cuenta Bruno, y sintetiza el pensamiento de todos sus colegas: “Lucio podría haber sido cualquiera de nosotros”.
Vos también podés ayudar
Por iniciativa de un grupo de vecinalistas, comenzaron a difundirse las siguientes recomendaciones para evitar robos a repartidores:
• Seguí la ruta del pedido en todo momento.
• Tené siempre la plata lista.
• Está atento a las llamadas.
• Prendé las luces de la vivienda.
• Brindá a la app todos los detalles necesarios. Por ejemplo: el timbre no funciona.