La asociación civil Centro Interdisciplinario para la Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual y Sida lleva 30 años concientizando sobre las enfermedades de transmisión sexual. Un repaso por su historia, en la voz de sus protagonistas.
La sala podría considerarse un museo del activismo. Imágenes de campañas de décadas anteriores, postales que se actualizan cada vez que se habla del tema: lazos rojos, cuadros explicativos con la diferencia entre el VIH (el virus de la inmunodeficiencia humana) y el SIDA (el síndrome de inmunodeficiencia adquirida), braguetas que se abren, manos que sostienen forros. Un folleto enmarcado llama la atención. Sobre un fondo rojo se leen frases como “Hagas lo que hagas te vas a morir”, “No toques a mi madre”, “Confiaba en tí” y en el medio –sobre fondo blanco– una reflexión: “Acabas de experimentar uno de los síntomas más dolorosos del VIH y del SIDA. Ayudanos a luchar contra el miedo, la vergüenza, la ignorancia y la injusticia en todo el mundo”.
Ese cuadro resume dos ideas importantes. La primera, que en nuestra cultura se aloja una de las principales barreras para el acceso a la salud de las personas que viven con VIH. Esas frases son la articulación de la humillación y el desprecio que en más de una ocasión son la causa de que la gente prefiera no saber su diagnóstico o, incluso, elija no seguir un tratamiento por miedo a ser señalada. La segunda idea del folleto cuenta con elocuencia el objetivo del Cipress (Centro Interdisciplinario para la Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual y Sida): sobre todo, la lucha contra la ignorancia.
La salita-museo es la sede del Cipress. La organización funciona hace 30 años con el objetivo de concientizar a la población sobre qué es el VIH. María Rosa Sotomayor es una referenta en la temática en nuestra ciudad. Cuenta que en sus comienzos, “nadie quería estar en el tema del VIH, pero yo lo trabajaba desde el hospital”. Recuerda que para ella era un tema natural y que se sentía horrorizada por la discriminación que veía por parte de sus compañeros hacia las y los pacientes.
—¿Por qué te interesaste por la temática?
—Me gustaba mucho Freddie Mercury, me encantaba Queen. Cuando empezó a conocerse esta enfermedad la gente se moría. La llamaban “la peste rosa”. Yo empecé a ver la vida de Freddie Mercury a través de esa situación. En ese momento se sabía muy poco, había muy poca información.
El cantante de Queen murió el 24 de noviembre de 1991, de una bronconeumonía complicada por el SIDA. Un día antes había contado que tenía esa enfermedad que crecía como una pandemia desde la década del 80.
María Rosa relata que la primera vez que recibió a un paciente con VIH en el hospital tuvo que usar, por protocolo, guantes, cofia y lentes especiales. “Pero yo jamás tuve miedo”, dice ella, que después del hospital iba a hacer testeos a los boliches. “Me dolía mucho cómo la gente marginalizaba a los pacientes”, se sincera. “Hoy las cosas cambiaron mucho pero se sigue marginalizando, por falta de información”, reflexiona. Cuando se le pregunta por la necesidad de una nueva ley, responde con énfasis que es necesaria una nueva normativa que –por ejemplo –no codifique a la persona que se realiza el test de VIH. Si vas a hacerte el chequeo para saber si tenés el virus, la ley actual establece que deben –en la sala de espera– deben llamarte por un código al darte el resultado. “Eso cambió en los hechos”, dice la entrevistada. Pero es necesaria otra ley que ampare el derecho de las personas a ser tratadas en igualdad de condiciones, más allá de sus diagnósticos o análisis.
Ser un puente
En 2012, Sotomayor se sumó a Cipress para realizar allí los testeos rápidos, que sirven como un primer diagnóstico para saber si se vive con el virus. Ángel Díaz explica la tarea: “Hacemos prevención y promoción”. Ángel es voluntario, como las doce personas que integran el centro. Lo hacen por militancia, por la convicción de que la pandemia del VIH se combate sobre todo con información. Hoy, además del análisis rápido de VIH, también realizan estudios de sífilis. Si los resultados son positivos, derivan al Comité de VIH que funciona en el Cemafe o al Consultorio 19 de Enfermedades de Transmisión Sexual del Hospital Cullen.
“En el caso de detectar, derivamos para que se les haga la serología y dentro de dos semanas llega el resultado final. Si el paciente no tiene obra social, el Estado se hace cargo y el paciente ya empieza con el tratamiento. Si tiene obra social, ésta debe hacerse cargo al 100%”, resume Ángel. Agrega que los insumos para los testeos los reciben a través del Programa Provincial de VIH. El espacio se sostiene gracias a una alcancía, donde el paciente deja colaboraciones. Con eso se pagan los servicios: gas, luz e internet. Son tres mil pesos por mes que salen de la alcancía.
“Nuestro propósito es que la gente venga sin ser señalada, sin ser juzgada. No nos interesa saber tu vida o quién sos, nos basamos en lo que es ITS y en decirte que uses preservativo desde el principio al fin de la relación”, avisa Ángel. “Hoy estamos en una sociedad mucho más abierta de mente, pero las ITS están. También hay mala información: solamente piensan que el preservativo sirve para prevenir el embarazo. ¿Sabrán que hay más de 30 ITS?”, se pregunta.
Ángel estudia la Licenciatura en Administración de la Salud. Cuenta que “siempre trabajó con el VIH, repartiendo preservativos en los boliches”. Para él, el objetivo de concientizar a las personas está en uno. “Hoy la gente se informa mucho por internet, les pasa algo y acuden a Google. No te podés guiar por eso, hay que ir con un profesional. Nosotros somos asesores, te orientamos pero después tenés que ir al médico”, sostiene.
A veces –cuenta el entrevistado– las personas llegan al Cipress con creencias que no son ciertas: los famosos mitos. “Por ejemplo, que el virus se contagia: el virus no se contagia, se transmite. O que se transmite por la saliva, cosa que no es así. Ahí vas reeducando”. El joven voluntario resume: “El mensaje es que se vayan de acá sabiendo que por más que tengan pareja estable, hay que cuidarse igual. Asimismo, las personas que viven con el virus y que ya no lo transmiten, que usen preservativo igual. La gente se va con el resultado y con la idea de tomar conciencia”.
Para Ángel “el VIH ya no es como antes, en la época de los 80 o 90”. Durante la entrevista con Pausa, explicita que hoy una persona que tiene VIH “puede tener una vida tranquila, solo tiene que tener una mejor nutrición y tomar una pastilla”. En ese sentido, añade: “Hoy vienen parejas heterosexuales que una tiene el virus y la otra no y sin embargo están, no porque tengas VIH significa que te exiliamos del mundo”. Sin embargo, matiza: “Es como todo: para evitarlo hay que cuidarse. Cipress es un puente para que la persona venga, se asesore, y en caso de que el virus sea detectado se derive al equipo médico que pueda tratarlo”.
La atención en Cipress se realiza los lunes de 15 a 17 y los jueves de 17 a 19. La dirección es San Lorenzo 3052.