Con la reedición del balotaje del 2017, cuando Macron ganó con el 66,1% de los votos, el presidente francés y la líder de ultraderecha ya están en plena recorrida proselitista. En los comicios de este domingo, Macron logró el 27,85% contra el 23,15% de Le Pen.
Según los últimos sondeos, la ventaja de Macron ante Le Pen se reduciría ahora a entre 2 y 10 puntos. "Es un partido de vuelta completamente diferente", aseguró el politólogo Brice Teinturier, para quien el presidente saliente "ya no es el nuevo candidato que encarna una forma de frescura" como en 2017 y su rival ya no genera "mucho rechazo", al haber trabajado su imagen y estar "más en contacto con los franceses".
El país tampoco es el mismo. El mandato de Macron estuvo marcado por protestas sociales contra su política hacia las clases populares, una pandemia que confinó a millones de personas y, ahora, por los efectos de la guerra en Ucrania.
La ofensiva rusa en Ucrania opacó la campaña de la primera vuelta, pero sus consecuencias en los precios de la energía impulsaron la inflación y reforzaron la principal preocupación de los franceses: la pérdida de poder adquisitivo.
Reforzado por su imagen de presidente estable en tiempos de crisis, el candidato de LREM, de 44 años, busca situar el debate en el impacto que una llegada de Le Pen al poder tendría para las alianzas internacionales.
La candidata de RN, de 53 años, propone abandonar el comando integrado de la OTAN, que fija la estrategia militar de la Alianza, y su elección asestaría otro revés a la Unión Europea (UE) tras la reciente reelección del húngaro Viktor Orban.
Macron, cuyo país ejerce la presidencia semestral de la UE, rechazó así una "eventual Francia que fuera de Europa solo tenga como aliados la internacional de populistas y xenófobos".
"Me preocupa mucho esto porque veo que todos los nubarrones se acumulan y a un presidente de la República que finge no verlos" agregó.
Macron, sin embargo, aún aparece con más posibilidades de recuperar una mayoría de votos de electores, después de que algunos de sus rivales derrotados llamaron a votar por él o a impedir que la extrema derecha llegue el poder.
"¡No hay que dar ni un solo voto a Le Pen!", urgió el representante de la izquierda Mélenchon, tercer candidato con más sufragios, aunque sin llamar explícitamente a votar por el mandatario.
"Si Macron quiere convencer a nuestros electores, que trabaje", advirtió su director de campaña, Manuel Bompard. Su movimiento decidirá la consigna de voto en los próximos días.
Sin embargo, el alcance de estos llamados en la decisión de los votantes es incierto, vista la personalidad divisiva entre los votantes de izquierda del presidente, que si es reelegido busca retomar su propuesta de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años.
Subrayando esta impopular reforma y la reciente polémica sobre la contratación de consultoras privadas por el gobierno, el partido de Le Pen también busca pescar electores en la izquierda.
"Los candidatos no son propietarios de sus electores y pienso que muchos de los que votaron por Jean-Luc Mélenchon (...) votarán por Marine Le Pen en la segunda vuelta", aseguró Jordan Bardella, de RN.
En los papeles, la heredera del Frente Nacional cuenta con el 7% de los votantes de Éric Zemmour (ultraderecha), que llamó a votar por ella, y del 2% del derecha radical Nicolas Dupont-Aignan.
Otros resultados, situados por debajo del 5% de apoyos, fueron para Valérie Pécresse (Soyons libres), 4,8%, el ecologista Yannick Jadot, 4,6%, el comunista Fabien Roussel 3,3% y la socialista Anne Hidalgo, 1,75%.
Un 26,31% de los 48,7 millones de electores llamados a las urnas no votaron, el nivel de abstención más alto para una primera ronda desde la presidencial de 2002 (28,4%), según los datos del ministerio del Interior.