Según el Indec, en enero los salarios privados registrados le ganaron a la inflación, no sucedió lo mismo con los públicos y los no registrados. ¿Cómo va la evolución del poder adquisitivo durante este gobierno? ¿Cuánto llevamos perdido desde 2015?
Más allá del crecimiento del empleo y la caída de la desocupación, el crecimiento del país en 2021 y la caída de casi cinco puntos de la pobreza, el poder adquisitivo viene perdiendo fiero o apenas empatando, según qué punto de referencia se tome y de qué salario estemos hablando. Desde que llegó Macri al poder, los trabajadores privados registrados llevan perdido el 18,3% de su poder adquisitivo y los públicos el 25,2%. Es como si, a valores de 2015, a los privados le hubieran sacado el aguinaldo, el sueldo de diciembre y parte del de noviembre y a los públicos el aguinaldo, diciembre, noviembre y parte de octubre.
La caída no es pareja. Durante el macrismo el poder adquisitivo se recuperó notablemente en las proximidades de la elección de 2017, que el oficialismo ganó, aunque nunca llegó a los niveles de 2015 (su "mayor" logro fue que los salarios privados quedaran 2,7% abajo de 2015). La mayor pérdida del poder adquisitivo se produce entre 2017 y 2019. La caída es abrupta.
La gestión de Macri terminó con una caída del 20,8% del poder adquisitivo de los privados registrados y de 23,6% de los públicos. Actualmente, los privados han recuperado algunos puntitos de poder adquisitivo, pero los públicos han perdido más.
Actualmente, la mayor pérdida de poder adquisitivo durante la gestión de Fernández se observa en quienes tienen salarios no registrados, que acusaron el impacto de la segunda ola. Pero son los trabajadores públicos los que más poder adquisitivo perdieron durante más tiempo, sobre todo desde junio de 2020. Los privados registrados son la excepción: desde julio de 2021 que su poder adquisitivo es superior al de diciembre de 2019.
Una cosa es perder poder adquisitivo con ingresos en blanco por arriba de los cien mil pesos y otra cosa es perder poder adquisitivo con ingresos irregulares por facturación que en promedio no superan los cincuenta mil pesos por mes. En un caso, se deja de comprar fiambre caro, en el otro se cae en la pobreza. Un gobierno que llegó al poder prometiendo mayor consumo al menos debería terminar con un evidente porcentaje positivo de crecimiento del salario real. Sobre todo en el sector público, que es donde parece que se aplicó el mayor ajuste.
Durante la gestión de Alberto Fernández el poder adquisitivo no cayó con la misma brutalidad que durante la gestión de Mauricio Macri, pero tampoco se recuperó en general. Sólo los privados exhiben una mejora imperceptible, pero parece imposible que en los años que faltan se pueda reparar el daño, en comparación con 2015.