El Instituto Nacional del Teatro junto al gobierno provincial y el de la ciudad de Santa Fe organizaron la 36° Fiesta Provincial del Teatro, que celebró el retorno a las salas tras dos años de pandemia.
Los tramos de la escalera del Teatro Municipal que lleva a la Sala Marechal están llenos de gente que espera para entrar. Afuera, en la noche de repente fría del viernes, hay fila. Dicen que el elenco cambió de sala, que iba a ser en la Sala Mayor. Si fue así, la elección fue acertada. Cuando empiece la obra y el Fausto de la versión de Gustavo Guirado se resista a la muerte, cuando su corazón se detenga por unos segundos y las palabras se sequen en su boca, parecerá que se hunde en las profundidades de la caja negra.
La obra, de Rosario, es Fausto o la pasión según Margarita, una de las obras invitadas a la Fiesta Provincial del Teatro. Cuenta con la dirección de Guirado y las actuaciones, impresionantes, de Edgardo Molinelli, Paula García Jurado y Anahí González Gras. Es difícil verla en Santa Fe y no pensar en Fernando Birri, que filmó su propia versión. Fausto aparece en camisón en una escena compuesta como una casa llena de libros y objetos cubiertos de polvo y, al contrario de las últimas imágenes que quedaron de registro de Birri, el conocimiento lo agobia. La muerte lo impacienta y lo aterroriza a la vez.
La Fiesta se hizo con la ciudad de Santa Fe como única sede con la participación de 15 elencos. María Pesacq, Sandra Franzen y Luciano Del Prato conformaron el jurado, convocado por el Instituto Nacional del Teatro (INT), que seleccionó las obras participantes entre 76 que se presentaron a la convocatoria y elegirá cuáles podrán presentarse en la Fiesta Nacional del Teatro 2022. Fuera de la competencia, hubo además obras invitadas de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, que habían sido elegidas para encuentros regionales del INT en ediciones anteriores.
Nuevas formas, nuevos mundos
En la puesta de Guirado de la obra de Goethe, una de las más versionadas de la literatura universal, será la joven Margarita la que tome una decisión sobre qué hacer con su alma. Mefistófeles será un troll andrógino de negro y gomina, con unas botitas de tacón tan preciosas como sólo el diablo podría conseguir. En un momento comparará los libros con los cadáveres de Néstor Perlongher, tirados por todas partes, y luego los recitará de memoria. "Qué tonto sos, Fausto", lo gasta todo el tiempo Mefisto, "todo esto leíste y no sabés nada: hay que firmar".
Después de acordarse de una tarde con Fernado Pessoa o Sandro Botticelli, Mefisto puede, inmediatamente, aparecer con un falo enorme desde el fondo de la casa o ponerse a chupar un crucifijo. Los diálogos cruzan textos literarios y dramatúrgicos con un humor contemporáneo, que tira de un lado para salir con un chiste por otro. La mezcla es un lenguaje popular que sabe hacer reír y llorar y se burla de lo impostado. Mientras Fausto no se decide sobre qué pedir, entre viajar al pasado, la sabiduría como en la versión de Goethe, la juventud o las mujeres; Margarita sabe bien lo que quiere. Por primera vez, la joven podrá elegir qué quiere para ella misma. Aunque su deseo no sea nada grandioso, es suyo.
El hilo azul, de Edgardo Dib, fue una de las obras de la ciudad seleccionadas por la Fiesta. Dib empezó a escribirla en pandemia, cuando necesitaba textos para trabajar por videollamada con sus estudiantes de la Escuela de Teatro. Las performances escénicas llegaban pixeladas en un registro entre lo audiovisual, lo doméstico y lo documental: el zoom de cada clase. De esos ensayos virtuales se nutrió la obra, que estrenó a fines de 2021.
¿Cómo escribir una escena cuando la escenografía del mundo está desarmada? El hilo azul empieza con un poco humor, para abrir el juego a las capas de emociones que luego la obra pone en funcionamiento: para adentro, para atrás, una y otra vez hacia la médula familiar de la identidad. El mosaico, los cuadrados de cada participante en la pantalla de las reuniones virtuales, se trasladó a la escena con el recurso de sentar al elenco en filas, en un juego de planos. La pantalla desaparece y se hace presente la potencia poética del teatro para construir, en cada plano y con los cuerpos del elenco en movimiento entre las luces, otros espacios temporales, tejidos entre el recuerdo y el más allá.
También de la ciudad participó La invocación, protagonizada por Eduardo Fessia, Gabriela Feroglio (una gran actriz que cada vez es más graciosa), Miguel Pascual y Ruy Gatti, don la dirección de María Flavia Del Rosso y Sebastián Roulet; y La luna en el aljibe, protagonizada por Yanina Bileisis, Mónica Marraffa, Antonela González, Karen Temperini y dirigida por Mariana Mosset, que hace un tiempo está de regreso en Santa Fe y lleva adelante creaciones y exploraciones personales y grupales. Ambas estrenaron el año pasado y, con distintas estéticas, ponen en escena historias de mujeres de otras épocas que buscaron su autonomía. Como sucede en todos los campos, la búsqueda por nuevas representaciones de las mujeres atraviesa la dramaturgia.
El regreso
La primera fila está llena de niñes. El más chico, sentado chinito en la silla, no llegaría con los pies al piso, y el más grande tiene un arito colgando de la oreja derecha. “¿Te gustó la obra? Mamá es la primera vez que viene al teatro”, le pregunta la madre a uno de ellos, cuando termina la función No tenemos palabras: es una obra de clown del grupo Juglarines, dirigida por Cristian Wilhjelm. Para el elenco, de Reconquista, fue la primera vez en la Fiesta Provincial.
“Durante la pandemia buscamos formas alternativas, porque había muchas necesidades de todo tipo, económicas y expresivas, pero el teatro es esto, se completa con el otro en el espacio escénico y con el público”, marca Sandra Franzen a la salida de la obra, que se presentó en la sala de teatro del Birri. Franzen destaca la importancia de espacios comunitarios para el quehacer teatral: “Quizás entre el público hubo alguien que al ver la obra se dijo esto me gusta, yo puedo hacer esto, o se pudo poner a pensar en alguna cosa. El teatro no va a cambiar el mundo, pero no tengo dudas de que puede hacer muchas cosas buenas”.
“Santa Fe tiene un teatro de excelencia, con artistas con mucho talento y una forma de actuación muy particular. En la selección están representados todos los géneros porque afortunadamente la provincia produce todo ese teatro”, celebra Franzen. Valeria Folini, directora de Diario de olvidos, obra de Teatro del Bardo que participó como invitada de Entre Ríos, comparte que “significó muchas cosas poder participar de la Fiesta, en principio sentir que se recupera un poco el espíritu de los circuitos de trabajo regionales, con intercambios que son muy valiosos”. En ese sentido, hubo dos conversatorios: Actores y actrices trabajadores, en el teatro sin patrones, con la Asociación Argentina de Actores; y un encuentro de hacedoras teatrales que convocó a mujeres y disidencias para conversar sobre la realidad de la escena provincial desde la perspectiva de género. Además, se presentó el Observatorio para la Erradicación de Violencias del INT.
El futuro
La comunidad teatral, así como la del cine, la música y las bibliotecas populares están en alerta por la posibilidad del ajuste a la cultura que podría darse de concretarse el artículo n°4 de la Ley Ley 27.432. Esta norma dispone que una serie de recursos recaudados por el Estado dejen de destinarse a organismos públicos de la cultura y la comunicación y puedan usarse a discreción. “Nos tenemos que juntar quienes formamos parte de la actividad cultural para que el apagón no suceda, porque quitarles todos esos recursos a institutos como el INT y el Inamu sería catastrófico, se desmantelaría lo construido, muchísimo trabajo social y cultural”, advierte Franzen.
El ajuste sería una nueva interrupción en la búsqueda de estrategias para una de las problemáticas que atañe al sector teatral: la necesidad de nuevos públicos. “El retorno a la presencialidad plena en las salas es una maravilla y a la vez nos enfrenta a una problemática que ya teníamos antes de la pandemia: nuevamente estamos en una meseta de cantidad de público”, puntualiza Folini en ese sentido. “Necesitamos generar públicos genuinos para nuestras obras y repensar la relación del teatro independiente con los públicos; tanto como problematizar la relación entre los eventos organizados o subsidiados por el Estado que pueden permitirse el valor de una entrada muy accesible o libre y gratuita, y el teatro independiente que necesita de las entradas para poder existir”, apunta, y concluye: “queremos que los espectadores se multipliquen y para eso tenemos que repensar las formas de llegarles, desde lo comunicacional, lo estratégico y lo económico”.
La obra que dirige Folini tiene también la mirada abierta hacia el futuro. Con la actuación de Laura Torres, parte del cuento Autobiografía de Irene de Silvina Ocampo. “Ella nos tomó a nosotras, le dio estructura a la dramaturgia y al estar en escena de Laura, que es lo que le da textura al espectáculo”, responde Folini a la pregunta de por qué tomaron el texto. “La idea hermosísima de una persona que no tiene recuerdos y sólo ve el futuro, una Cassandra pero al revés, es muy interesante y nos unió en un lenguaje y una búsqueda”, cuenta.
Por la ciudad de Santa Fe participaron además Herido de amor huido, ¿Quién está bien? y Tiburón XXL. Como obras invitadas de la provincia, además de Fausto, se presentaron Manifiesta (cuerpo en expansión) y Grotesca, suite criolla. De Rosario, participaron Concierto Clap; Mi animal. Entre el grito y el canto; Cinco. Ficción física y Dos viejos judíos. De Funes, Las Juanas, una herejía cósmica. De Rafaela, Destino insular. De Capitán Bermúdez, No apagues la luz.
Las otras obras invitadas fueron Fiebre guacha y Rtte: un pájaro, de Córdoba. Las funciones fueron en el Centro Cultural Provincial Francisco Paco Urondo; el Teatro Municipal 1° de Mayo; La Abadía; el Foro de la UNL; el Centro Cultural y Social El Birri; La treinta sesenta y ocho y el espacio MABA. Las dos obras ganadoras fueron La Invocación y Los Cielos de la Diabla.