"Capullito de Alhelí" suma funciones: protagonizada por Alicia Galli y el Negro Trucco, se presenta los viernes de mayo en el Teatro de la Abadía.
Una mano pone play a un teléfono conectado por bluetooth a un parlante desde el que empieza a sonar un bolero. La directora guía al par de intérpretes en un ejercicio de calentamiento, “conéctense, como que se lo están diciendo entre ustedes”, les dice. Las maracas y la trompeta de la orquesta de Antonio Machín es lo único que suena en Estudio Barnó. Es miércoles a la noche.
“Si tú eres vela, yo soy viento” canta Machín mientras los cuerpos se van sincronizando en el baile. “Si eres cauce, yo soy río”, machaca Machín con su bolerazo y las miradas de Alicia Galli y el Negro Roberto Trucco, el par de intérpretes, parecen ir cobrando fuerza a medida que la canción va escalando, apenas coinciden en una fracción de segundo porque la vista se les hace cada vez más indomable hasta ser autónomas, se tocan y se pierden en un ida y vuelta salvaje fogoneado al son de maracas y trompetas. Cuando termina el bolero, toman sus posiciones: “Nos ponemos la peluca… y actuamos”, se escucha. Y empiezan.
Capullito de Alhelí es una obra de la rosarina Patricia Suárez que estrenó su versión santafesina el año pasado bajo la dirección de la dupla formada por Claudia Correa y Pablo Tibalt, quienes tras uno de los últimos ensayos antes de volver a los escenarios, charlaron con Pausa: “Si bien toda la obra transcurre en un mismo espacio, una misma habitación, el texto describe una puesta mucho más realista que la nuestra, mucho más cargada. Lo que hicimos nosotros fue algo más minimalista, para poder darle más protagonismo a los cuerpos”, explican.
La obra presenta a una pareja teatral, la actriz Reina Capodimonte y Claudio Liberto, director. Durante aproximadamente una hora, darán cuenta de los distintos planos en los que se conocen, discutiendo en voz alta, en silencio estando cara a cara y hasta durmiendo, pues la secuencia inicial los va a mostrar peleando por espacio en el lecho matrimonial. Galli y Trucco consiguen dominar los distintos climas variando las herramientas: lo logran hablando, caminando en el escenario y también haciendo silencio.
“Respetamos totalmente el texto y todo, pero además de las palabras buscamos que los cuerpos también expresen”, cuenta Alicia Galli, quien fue la que impulsó el proyecto. “Lo primero que me entusiasmó fue que estaba escrita para dos personajes y yo tenía ganas de hacer algo con el Negro (Trucco). Cuando llegó la Negra (Correa) y empezamos a trabajar más lo corporal fue buenísimo y después de unos poquitos ensayos entró Pablo (Tibalt) y así armamos el equipo”.
El teatro siempre está
El elenco habla de “despojo”, tanto en la puesta en escena como en esa alienación con la que toda actriz debe saber disfrutar. Así lo asegura, por lo menos, Alicia Galli: “Esa es la forma en la que a mí me gusta actuar, transformándome en alguien más”. Esto lo aclara ante la consulta de Pausa sobre el plano autorreferencial que propone el texto, en el que Alicia y el Negro son actriz y director, respectivamente, así como lo son Reina y Claudio Liberto en la ficción.
Uno de los aportes clave de Pablo Tibalt a esta versión de Capullito de Alhelí es la inclusión del colchón de dos plazas de la pareja, uno de los pocos elementos que componen la escenografía. Lo usan de ring, como barrera que los separa y como un mini escenario dentro de la escena misma, un metaescenario. Esa vuelta sobre sí mismo también se da en los pasajes en los que Reina y Claudio Liberto pasan letra o cuando cantan la canción que da título a la obra. Una bata turquesa brillante ayuda a Reina a meterse en uno de sus viejos personajes. Son guiños el del escenario, el de una actriz interpretando a una actriz, la canción y el capullito de Alhelí, con su perfume tan rico como un tesoro y con el jugo amargo que sangra cuando es herido. También así, dulce y amargo, es el teatro y por lo tanto este espectáculo, tan gracioso como introspectivo.
“Nos parecía adecuado limpiar de elementos la puesta porque incluso en varios pasajes del texto ellos dan cuenta de un estado de miseria. Que no tienen plata para los remedios ‘ni para pagar una sirvienta por hora’ y es como que tuvieron que ir vendiendo todo y lo único que conservan y que no van a vender es el colchón y el vestuario de los personajes que hicieron. Entonces, para eso, hicimos que trajeran la ropa de sus personajes”, comenta el co-director. Y resume: “Buscamos hacer un teatro que hable sobre nosotros… No en primera persona pero sí acerca de los temas que nos interesan, que nos preocupan. Esto del vestuario y de nombrar a personas reales de la escena de Santa Fe en los diálogos tiene que ver un poco con eso, además de que intenta ser un reconocimiento a la trayectoria de todos los involucrados”.
“En ese juego de los nombres y un poco de volver a acercarse de alguna manera a esos viejos personajes yo me termino encontrando en el personaje sin darme cuenta. En una de las obras que decimos actuó mi hijo y me salió nombrarlo” cuenta el Negro Trucco, recostado y descansando un poco en el colchón con el que actuó la hora anterior. La obra, que se estrenó el año pasado, tuvo varias funciones desde entonces hasta ahora, tiempo en el que los propios personajes fueron creciendo en los cuerpos de sus actores y se muestran hoy en todas sus facetas, están sueltos en su hábitat natural. Se creen eternos, porque así son los personajes.
Sinopsis y funciones
Capullito de Alhelí se presenta los viernes 20 y 27 de mayo en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074). Con texto de Patricia Suárez, esta es una “encantadora comedia de amor y desencuentros”. Claudia Correa y Pablo Tibalt dirigen el show protagonizado por Alicia Galli y Roberto “Negro” Trucco. En asistencia de dirección, está Nicolás Decarlini.
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